Capítulo 6

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No puedo dejar de pensar en aquella niña. La cabeza me da vueltas. Siento nauseas. Quiero llorar, pero me obligo a no hacerlo. ¡Es solo un sueño! ¡Carajo! Es solo un maldito sueño. Nada de lo que sucedió fue real. Este sentimiento. Esta impotencia. No fue real. ¿Habrá gente tan cruel en este mundo? No sé qué pensar. Se sintió tan real.

Ahora recuerdo... Le arranqué los brazos y piernas al sujeto. Le hice explotar varios de sus órganos, y acto seguido, lo quemé vivo. Observé lentamente como se cocía en vida. Observé lentamente su movimiento corporal; retorciéndose del dolor. Lo escuché gritar. Lo escuché gritar con todo su ser. Parecía que estuviera a punto de escupir sus pulmones. Olfateé la carne quemada; olía horrible, pero me sentí tan bien. El cerdo se lo merecía. Merecía sufrir. De pronto ya no escuché su voz. Ya no se movía y la carne olía mas chamuscada que antes. Un sentimiento cruzó mi pecho, empezando por mi estomago y terminando en mi cabeza. Un sentimiento de satisfacción en su estado más puro y salvaje. Era un sentimiento de rabia y de alegría, ambas manifestándose al mismo tiempo.

¿Por qué lo hice?... Estaba enojado, pero esa no es una excusa para lo que hice. Lo peor es que me sentí tan bien al hacerlo. El hacerle daño a malas personas se siente tan bien. Creo que es como en las matemáticas. Un número negativo multiplicado por uno negativo, da un número positivo. Un número positivo multiplicado por uno positivo, da un número positivo. Un número negativo multiplicado por uno positivo, da un número negativo. Y un número positivo multiplicado por uno negativo, da un número negativo. En este caso, el hacerle algo malo a alguien malo, se siente bien. El hacerle algo bueno a alguien bueno, se siente bien. El hacerle algo malo a alguien bueno, se siente mal. El hacerle algo bueno a alguien malo, se siente mal.

Pero solo era un sueño. Solo era un sueño. No era real. No debo creer en ello. Se sentía real, pero así deben sentirse los sueños. Pues ¿yo que sé de sueños? He recordado tan pocos, que no creo saber cuál es el sentimiento que se maneja dentro de ellos. Tengo entendido que en un sueño todo se sienta real... Pero por alguna razón esto es diferente. Estos sueños son de alguna forma, reales. No tiene sentido... Pero se siente tan real.

Tocan la puerta de la habitación y despierto rápidamente de mi estado de hipnosis.

-¿Quién es? –pregunto.

-¿Quién más vive en esta casa? –el sarcasmo de mi madre llena el silencio de la habitación-. Vamos a ir a visitar a la abuela. Espero que estés cambiado y bañado.

-Sí, mamá, ya estoy listo. ¿A qué hora iremos?

-Ya.

-¿Qué? –mi madre y sus salidas inesperadas-. Está bien, solo espérame cinco minutos.

-Está bien, te espero en el auto –escucho los pasos de mi madre bajar por las escaleras.

Bueno, aquí vamos. Me levanto de mi cama y me pongo una camiseta limpia. A continuación me dirijo al automóvil de mi madre y arrancamos a la casa de mi abuela.

-Bueno, aquí estamos –comenta mi madre.

Estamos estacionados justo afuera de nuestra casa meta.

-Mamá –agrego-. ¿La abuela sabe de lo del accidente?

-No, no tiene ni idea. ¡Por Dios!, ni siquiera sabe en qué trabajo yo.

Mi madre es maestra de secundaria. Me dio clases a mí. Mis compañeros se burlaban porque mi madre es una maestra exigente y estricta. Me gritaban cosas, como "¡tu mamá es una bruja!", todo el tiempo.

-Vamos –ordena.

Nos bajamos del carro y tocamos el timbre de la casa.

Hace rato que no veo a mi abuela. Desde antes del accidente, hacían meses que no la veía. Ella es una anciana solitaria, enojada con la vida. Se la vive fumando en su habitación tres cajas de cigarrillos al día. Solo fuma, ve televisión, respira y va al baño. Su alma se perdió tiempo atrás cuando su marido murió. Mi abuelo era un machista que tenía bien acomodada a su esposa. No le gustaba que esta trabajara en la más mínima labor. Después de la muerte de su esposo; la anciana colapsó. Tuvo una crisis emocional, y dejó a mi madre y a sus dos hermanos en el desamparó. Mi tío Adolfo siguió malos pasos y fue asesinado mientras le vendía drogas a un extraño el año antepasado. Mi tío Jacobo es carnicero y apenas puede mantener a su familia. Mi madre fue la única que pudo cursar la universidad y conseguir una modesta cantidad de dinero, que es suficiente para mantener un familia de tres... Bueno, ahora de dos.

-¿Quién es? –se escucha la voz de la anciana, al otro lado de la puerta.

-Soy yo, tu hija.

-¿Qué quieres?

-Vengo a visitarte, mamá. Quiero saber cómo estás.

-¿Desde cuándo te interesas en mí?

-Solo ábreme, madre.

La puerta se abre lentamente, rechinando con tal brutalidad que apenas y puedo escuchar mis pensamientos. Se termina de abrir la puerta y veo a la anciana, al otro lado del umbral, con un cigarrillo en la boca, observándonos con severidad.

-¿Dónde está el otro? –pregunta la anciana, refiriéndose a mi hermano.

-Mamá –mi madre está tartamudeando-. Ray, Ray está muerto. Murió en un accidente automovilístico.

La anciana abre la boca con una expresión de sorpresa. Deja caer su cigarrillo al piso. Un silencio ensordecedor aparece en el lugar. El viento de detrás de la puerta, la cual aún sigue abierta, es el único sonido que se deja apreciar. Rápidamente despierta de su shock y apaga el cigarrillo con el pie.

-Qué lástima –comenta mientras pisotea lo que queda del cigarrillo-. En verdad me caía bien el niño –rápidamente me observa con severidad y enarca las cejas-. Me caía mucho mejor que este –Saca otro cigarrillo de uno de sus bolsillos y procede a fumarlo.

-¡Mamá!

-¿Qué quieres que diga? Tú bien sabes que este niño tuyo es un bueno para nada. Es un idiota al igual que su padre.

-¡Yo no soy igual que mi padre, vieja decrepita! –alego.

-¿Ahora le faltas el respeto a tus mayores? –agrega la vieja.

-¡Madre, no insultes a mi hijo! –grita mi madre.

-Si no te hubieras casado con ese malnacido, no hubieras tenido que cargar con el peso de un hijo tan idiota como este.

-La única persona que se está comportando de forma idiota eres tú, anciana -aclaro.

-¿Cómo te atreves a hablarle así a una anciana indefensa? –reniega mi abuela con un tono burlesco y una mirada inocente sobreactuada.

En este momento se me viene a la mente lo que pensaba acerca de la gente buena y gente mala. ¿Será esta mujer buena o mala? ¿Es malvada o solo es demasiado idiota? La odio. Es de mi sangre, pero la odio. Si Ray estuviera aquí... ¡Si Ray estuviera aquí!

-Mamá, cállate –dice de forma imperativa mi madre.

-Te esperaré en el carro, mamá –comento-. Ya no quiero hablar con esta bruja –me doy media vuelta y me meto al carro de mi madre.

Grito. Grito tan fuerte que siento que mis pulmones van a reventar. Siento que la cabeza me va a explotar. La sangre me hierve en la sien. Las lágrimas empiezan a escurrir solas mientras golpeo la guantera del carro con las palmas de las manos violentamente y con un ritmo acelerado.

Si Ray estuviera aquí, se habría acercado y me hubiera puesto una mano en la espalda para tranquilizarme. Me hubiera dicho algo como:

-Tranquilo, Gato, es solo una vieja loca. No sabe lo que dice.

Puedo sentir su gentil vos tratando de consolarme. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué tuviste que irte? ¿Por qué me dejaste aquí solo? Te necesito, Ray. Te necesito, hermano. En verdad me haces mucha falta. No sé qué hacer. Todo está tan confuso. Tú sabrías ayudarme. Tu siempre estuviste en los momentos más duros. Tu siempre supiste que hacer. Siempre me aconsejaste de la mejor manera. Siempre fuiste el mejor hermano que podría pedir. ¿Por qué, Dios? Dios, devuélvemelo, lo necesito. Quiero a mi hermano de vuelta. Quiero a mi mejor amigo de vuelta... Sea dónde estés, Ray... Te amo, hermano mayor.


Creador de alientoWhere stories live. Discover now