Capitulo 8; Sonrisa macabra

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El sonido de  una de las melodías del réquiem de  Mozart me despierta veo la habitación y me doy cuenta que de todo ha sido un sueño, el chico, la flor, el fuego. ¡Valla! No sabía que podía tener raros sueños con chicos sexis sin camisa.

El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos, me levanto de sillón y camino apresuradamente  hacia la mesa, para contestar la llamada sin ver quien es respondo rápido.

-Bueno

- ¿Agente Shepperd ?

- Si –Frunzo el ceño la voz no es de nadie que yo conozca- ¿Quién habla?

- Soy Hank el jefe del equipo Swat 3, el agente Aron, fue afectado durante la misión.

-¿Qué? ¿Está bien? ¿Dónde está?- Pregunto exaltada llena de preocupación, él tonto de Aron  me dijo que tendría  cuidado

Su voz es tranquila-Está bien agente, solo ha tenido un golpe en la cabeza, tiene que ir obligatoriamente al médico antes de regresar, son normas del trabajo. Me pidió que la llamara, para  decirle que  se haga cargo del sospechoso mientras él está en el hospital.

-¿Sospechoso?, ¿Y las chicas que secuestro? –Hago una pregunta casi seguida de la otra.

 Parece que la paranoia y la preocupación por Aron me vuelve muy preguntona

-No las encontramos –Responde con molestia- prácticamente registramos cada rincón de la bodega y no encontramos nada. Solo pudimos detenerlo como sospechoso.

- Gracias Hank,  por la informacion, desde ahora me encargare yo

-Confió en usted agente, si necesita que le ayude a darle una lección a este cabron, solo llámeme a este número.

Creí que lo decía en broma pero por el todo de su voz tan crudo y realista, me di cuenta que lo decía enserio y no lo culpo, este asesino ya le ha robado  la vida ha 4 jóvenes y  no  dijo nada de las otras dos chicas que podrían o no estar con vida. Si lo están dependen de mi para lograr hacer que este asesino hable.

-Lo tomare en cuenta Hank, adiós

*              *                *              *              *               *                 *              *               *

Entro a la diminuta sala de interrogación, la luz es opaca y escasa,  solo cabe una pequeña mesa y dos silla, y muy apenas tiene lugar para una  videocámara que comúnmente siempre graba todos los interrogatorios.

El asesino está sentado, se nota que el espacio reducido lo incomoda y las esposas y cadenas que tiene en pies y manos lo  hacen sentir ansioso por salir, ha pasado más de dos horas encerrado en este lugar con las luces opacas  que  hacen que la pequeña habitación color gris se vean aún más oscura de lo normal. Han subido el aire acondicionado  al máximo,  el calor normalmente  irrita más a los sospechosos, hace que se desesperen y en ocasiones actuen sin control.

Sé que me ha escuchado entrar a la sala, pero no sube su cabeza inclinada, sigue mirando fijamente la pequeña mesa color caoba.

 -Te estaba esperando – su voz es penetrante y cruel. Pero no  levanta su mirada ni quisiera un centímetro.

-Gracias por la espera Sr.  Dylan  Ruiz – mi voz es neutral, casi respetuosa.- Leí su expediente, ¿hay algo que quiera comentar Sr. Ruiz? – me siento en la silla y me acomodo, simulo estar relajada, con su presencia.

Dylan empieza a reír frenéticamente como si le hubiera contado alguna clase de chiste. Cuando deja de reírse levanta la mirada, con una gran sonrisa.

SúcuboWhere stories live. Discover now