El choque de religiones y estados mentales de dos personas, influirán en la decisión de seguir las leyes de Dios, o perseguir su amor obsesivo.
Taehyung, Jungkook y Jimin son devotos, obedientes, sobresalientes y prácticamente hijos perfectos. Todo...
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Como siempre el acompasado ritmo de quince adolescentes junto a un órgano, formaban la melodía perfecta de un viernes por la tarde. Este día de misa había sido bastante tranquilo en comparación a las de los domingos, que solían haber más personas de lo normal y donde el padre daba más tiempo de predicación.
Taehyung, Jungkook y yo somos amigos desde pequeños, cuando empezamos a asistir a la iglesia de nuestra comunidad. Y los bonitos recuerdos nos hicieron los hermanos que somos ahora.
Mientras terminábamos la estrofa, nos mirábamos con felicidad y complicidad, teníamos el plan de pasar una noche de amigos en casa de Taehyung, nos divertiríamos jugando y pasaríamos la noche juntos.
La iglesia se vaciaba y el eco de las inmensas paredes daban la impresión de estar en un auditorio, a medida que la gente hablaba con otras y los tacones de las señoras mayores repiqueteaban contra la cerámica.
Todos los del coro se disolvían de su perfecto orden para juntarse con sus amigos más cercanos. Algunos saludaron en mi dirección y yo correspondía con gusto, sin embargo no podía esperar a ver a mis mejores amigos, sería emocionante que hoy nos juntáramos, pues haríamos una pijamada, además de que tenía que contarles algo impresionante.
Min Yoongi, él era lo impresionante. Es hijo de uno los grandes amigos de papá, y básicamente los amigos que él desea a mi alrededor, hijo del pastor de la iglesia a la que asistimos, devoto y correcto. Tenía una mirada bastante amenazadora aunque podría percibir que en el fondo era igual de blando que yo. No era malo, para nada, sólo era... Misterioso, y debo admitir que había captado mi atención en el momento en que nuestras miradas se cruzaron en esa cena que prometía ser un desastre. Pero extrañamente, no lo fue.
— Chicos, ¿están listos? Hay algo que debo contarles.
— Súper listo.
— Digo lo mismo, ¿qué es eso que tanto deseas contarnos?— preguntó Tae mientras caminábamos por el pasillo entre los bancos de la iglesia.
— Sólo esperen, quisiera decirles ahora pero luego no me quedaría nada para contar esta noche.
— ¡Oh, yo también tengo algo que decirles! ¡es increíble!
— ¿Lo dirás ahora o...?
— ¡Jungkook!
Todos volteamos para prestar atención a la voz que llamaba a mi amigo, siendo él, el último en hacerlo. Y ahí estaba, el pastor Min.
