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—Ya estamos en casa, Li —habló Hoseok, dejándola pasar primero una vez bajaron de su auto y la guió hasta la puerta de su hogar.

Lilith ni siquiera recordaba la última vez que estuvo allí. Todo continuaba teniendo ese cálido toque a hogar que ella siempre quiso que su piso tuviera. Cualquiera pensaría que el diseñador más famoso de toda Seúl vivía en un ostentoso penthouse, pero la realidad era esa; una pequeña y acogedora casa de una planta, con un amplio jardín trasero, ubicada en una de las zonas más alejadas del centro.

Las primeras que la recibieron cuando entró, fueron Sun y Moon, dos cachorritas que su amigo había recogido de la calle hace tiempo. Normalmente, Hoseok llevaba a esos perros a su refugio para que tuvieran un lugar al que llamar hogar, sin embargo, no pudo hacer lo mismo con aquellas dos traviesas que se habían robado su corazón en cuanto las vio.

—Quietas, niñas. Mami necesita descansar —Lilith sonrió y miró al otro mientras este cargaba en sus brazos a las cachorras –ya no tan cachorras– y las dejaba en el patio para que continuaran jugando allí.

—Todavía no puedo dejarlas afuera cuando salgo. Temo no estar y que una tormenta las sorprenda —confesó Hope, algo apenado por el desorden.

Lilith solo asintió.

—Ahora entiendo todo —Hoseok la miró —. Cuando me las presentaste hace año y medio... dijiste que yo sería como su mamá...

Al fin comprendiendo el rumbo de aquello, el menor sonrió.

—Sin pensarlo, ellas también se enamoraron de la mujer que ya se había robado mi corazón.

—Supongo... —susurró Lilith, quitándose las zapatillas para dejarse caer en el sillón de la sala. No le importó para nada caer entre juguetes ruidosos y pelo de perro.

Al verla con la vista perdida una vez más, Hoseok se acercó a ella y la atrajo a sus brazos una vez ocupó el espacio vació. No iba a negar que se sintió aliviado cuando ella no lo rechazó, pero tampoco se conformaba con eso. Quería saber por qué ella había actuado así.

—¿Quieres que vayamos a la cocina? Puedo prepararte algo caliente y de paso me cuentas qué ocurrió.

Lilith negó ante esa propuesta y solo levantó la vista para verlo a los ojos. Se sentía tan a gusto. Y todo gracias a los brazos de Hope, que toda su vida no hicieron más que reconfortarla y recordarle una y otra vez cuán apreciada era por el pelirrosa.

Al fin se daba cuenta que él siempre le había demostrado su cariño... su amor.

—Estábamos... haciendo el amor —comenzó a hablar cuando se sintió un poco más a gusto. No pudo evitar notar como los brazos del otro se tensaron y como una idiota se torturó pensando que quizás debió haber omitido ese pequeño detalle. Aunque sin decir eso, tampoco podría contar el resto —. Lo siento...

Hoseok negó.

—Tranquila... no me incomoda si es eso lo que piensas. Es solo que... ¿acaso Seokjin te hizo daño? —preguntó preocupado, a lo que ella negó rápidamente.

—¡Claro que no! Jin jamás me lastimaría... al menos físicamente —susurró apenas y suspiró —. El problema es que... Han pasado ocho años, Hope... Y siento que para Jinnie siempre seguiré siendo aquella niña de diez años, tan pura y tímida. Y... Dios, solo quise tocarlo... —soltó frustrada, cubriendo sus ojos sabiendo que en cualquier momento podría volver a llorar —. Solo quise sentirlo. Quise que él me sintiera, que supiera que yo también podía darle placer con mis manos y mis besos, pero.... j-joder —tragó duro cuando las emociones le ganaron —. Me hizo sentir una tonta. Una niña en su primera vez, inexperta e incapaz de alcanzar sus expectativas. Yo...

Luxuria [BTS]Where stories live. Discover now