PRESENTE

19 1 0
                                    


La bulla, el olor de cigarro, los gritos de cobradores de micro, la vida en lima era de una manera tan penetrante que ya no se reconocia la voz de uno mismo, su escencia aturdia en la cabeza de uno. Mientras caminaba con un aspecto decaído, moribundo, Andres, joven aun, se dirigía hacia la clínica montefiori, la mas cercana a su casa y su trabajo, se preguntaba si de verdad aquella grasa acumalada debajo de su pecho en cojunto con sus pesados 27 años y las parrilladas estaban ejecutando la ley de la vida ofreciéndole ese temible dolor en el pecho, unas punzadas de espanto que le hicieron odiar su presente y añorar sus recuerdos. Cada paso hacia adelante era un desgano mas, un temor afrontado con apatía, con derrota, sentía como si los pies estuvieran imantados hacia el suelo, como si el aire ofreciera resistencia alguna. Dos cuadras faltaban para llegar al moderno nosocomio donde se dictan las sentencias, un cuadra, se cruzo una chica, una venezolana por el dejo, un cabello lacio y unos ojos pacificos, hipnotizantes, ofreciendo unos dulces que accedió sin cuidado, de todas maneras la derrota ya se sentía, no veía motivos para cuidarse mas, de hecho la idea de ir a aquella clínica era para escuchar algo que el ya sospechaba fuertemente.

-bomba señor?- dijo aquella oportuna chica.

La miro con un poco de timidez, sentía que decir hola era un atrevimiento, era un gesto social que salía del contexto comercial que solamente quería ella, un coqueteo imprudente pensaba el. Su humor no se lo permitia.

Fruncio un poco los labios sin casi mirarla y dijo.

-si, bueno, de que hay?

-hay de chocolate, crema pastelera, y dulce de leche

-chocolate- era su sabor favorito, recordó que el podía vivir consumiendo chocolate y café todo el dia. le pago con una moneda y cogio como un niño aquel postre que de antemano sabia que le iba a proporcionar una dosis distinta, un sabor divino que significaban demasiadas cosas para el.

-muchas gracias, tenga un buen dia- le respondio aquella chica

-igualmente- respondio esta vez con una ligera sonrisa mirándola aun con una timidez candida, continuo con su marcha, esperando ser contagiado por un humor como el de aquella.

Una vez en la clínica, habiendo corrido con todo el trajin respectivo de diligencias previo a pasar a la consulta, Andres encontro la sala de espera, una sala comoda, con gente con problemas ligeros, la jaqueca seguía, el ruido de los autos se canjeo por las quejas de los usuarios, aquellos que reclamaban una gestión mejor, algo que les devolviera el tiempo que les hizo perder su propio descuido de repente. A duras penas, consiguió sentarse en una silla, no había con que distraerse, el celular estaba apagado, la televisión sintonizaba un programa ridículo, no habían revistas ni nada por el estilo, miro a su alrededor con el torso inclinado hacia adelante y los codos apoyados en su rodillo, observo un instante a los demás pacientes, los miraba vagamente, se preguntaba que hacían ahí, escuchaba sus problemas, aun asi nada parecía entretenerlo, se recostó en la silla, junto las manos y con los ojos cerrados tiro su cabeza hacia atrás como buscando una almohada, tomo una bocanada de aire y la devolvió como bostezo, pensó que porfin descansaría de todo por un momento, no pasaron mas de cinco segundos hasta que escucho una voz prominente que pronunciaba su nombre.

-Andres?, Andres raro?- menciono la voz casi en su oído, por detrás de el

Abrió sus ojos rápidamente y se giro para darle la seña al doctor de que ahí se encontraba. La gente se había dado cuenta, noto que era su momento de relajo, y no duro ni diez segundos, escucho los murmuros de aquellos diciendo "recién se sento". Andres se paro con cierta verguenza apatica, y siguió al doctor por un pasillo solitario, iluminado, donde sobresalían los letreros de cada consultorio, "neurología, urología, endocrinología, geriatría y cardiología", cardiología, este ultimo era al que se dirigían, entraron a este, era una habitación pequeña, una camilla pegada a la izquierda, un escritorio lleno de papeles y un par de anaqueles blancos, eso era todo, y si habían mas cosas, andres no lo habría notado.

NO ME DIGAS QUE NOWhere stories live. Discover now