Aprender a Volar

129 13 2
                                    


Nada mejor que nacer con alas, volar largas distancias sintiendo como el viento mese tu cabello, como el aire da contra tu rostro.

No hay mayor libertad que volar.

Pero si le tienes miedo a volar, estás muerto.

Suele pasar que algunos pequeños son abandonados así es, son dejados a su suerte sin saber cómo salir, eso le había pasado a nuestro pequeño en particular, eran gemelos dos pequeños que vivían en el mismo nido, uno de cabello rojizo y alas de similar color con una actitud dominante hacia su hermano, el más pequeño de los dos tenía el cabello azul y plumas de similar color que a diferencia de su hermano quien tenía tonalidades negras él la tenía en blanco.

Su hermano lo había lanzado del nido, así era su propio hermano. Cuando sus alas no eran los suficientemente grandes como para volar lo había aventado, llámenlo suerte o milagro logro agarrarse de una parte de aquel risco en donde vivía y mantenerse el suficiente tiempo como para que su madre lo encontrara lo tomara entre sus brazos e intentará calmar su miedo y llanto.

Pero ya no había remedio ya casi lo peor había ocurrido esto se vio cuando tenían que enseñarle a volar, así notaron que su hijo más pequeño no quería y no podía volar. Tenía miedo a ese pequeño que había nacido con alas que se tornarían perfectas para el vuelo le aterraba volar.

–Eres una vergüenza, Kaito. –le replico su hermano mientras el nombrado se alejaba de su hermano también alejándose del risco no vaya a ser que intente tirarlo de nuevo y está vez no estaban sus padres cerca para salvarlo –Tener miedo a volar mira que patético. ¡Para eso nacimos con alas!

– ¡Cállate! ¡Eso es tu culpa! –protesto –

– ¡a mí no me culpes por nacer inútil!

Las réplicas de sus hermano le hacían sentir horriblemente mal, el reprocho de su padre le hacía sentir mal, la desilusión silente que le demostraba su madre le dolía más, todo combinado en base para despreciarse a sí mismo. Esa mañana sus padres se habían ido con sus hermanos, volando lejos, muy lejos al horizonte. Casi llegando a la ciudadela que era su país, él no había podido ir, debía de ir al menos una vez para ser presentado pero al no poder volar sus padres dijeron que no podía ir. Tampoco podría tener sus estudios, solo se quedaba allí mirando las nubes pasar, como mecía el viento sus cabellos y temblar cada vez que por ese risco miraba hacia el suelo.

Pasaban las horas y sus padres no regresaban, el sol se había puesto y la noche helaba en su pequeño nido intento cubrirse del frío, pero ya no tenía las alas protectoras de sus padres, apenas las suyas servían un poco para hacerlo, al día siguiente sus padres no volvieron, ni al día que le siguió a ese, estaba débil tenía hambre, tenía sed. Solo le restaba esperar por ellos ver como amanecía y su esperanza morir junto con él día, dando paso a otra noche de tormentoso frío, el sueño que te quitaba el hambre, el hambre que intentaba arrebatarte los sueños.

Esa mañana era distinta apenas y podía caminar, ya comenzaban a notársele las costillas, sus manos mostraban sus huesos y esperaba anhelantemente a sus padres, ¿por qué no regresaban? ¿Por qué no volvían por él? ¿Les había pasado algo? ya ni lágrimas tenía, su labios secos y cuarteados, la sed intensa que quemaba su garganta ¿cuánto podría soportar? sus padres regresarían, pero si seguía así solo encontrarían huesos de lo que alguna vez fue su hijo.

Quería llorar, el hambre y la sed le hacían sentir mal, quería gritar pero de su boca solo salía un leve chillido ahogado.

–Bien ¿Qué tenemos aquí? una pequeña comida –Alguien hablo a su izquierda, tenía tanto que no escuchaba una voz más que la de su cabeza o ¿tal vez estaba alucinando? Pero no, no era un sueño era una lamía quien se sonreía mostrando sus afilados colmillos – ¿tienes miedo pequeño? no te preocupes no haré tu muerte dolorosa.

Aprender a volar.Where stories live. Discover now