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Estoy recostada de la pared, terminándome el último cigarrillo que me queda. Me daré un poco de mérito, al menos me duraron.

Han pasado tres días desde que Zaid estuvo aquí y sigo sin creer que él haya venido antes que mis padres. No he tenido noticias de nadie, no las necesito, sola me metí en esto y sola asumiré las consecuencias.

Me dejaron salir a asearme el día de ayer; por suerte, el oficial que me sacó, me llevó a un horario distinto al de las otras presas, no quiero conocer a las personas con las que comparto este sitio.

Estaba demasiado distraída y absorta en mis pensamientos, tanto que no me di cuenta de que había alguien parado frente a mis barrotes, viéndome fijamente.

—Suri me contó lo que te pasó y vine a ver si era cierto, no me lo creía —dijo con una expresión inescrutable.

—Ya lo comprobaste —Me levanté y me acerqué para apoyarme en las barras de hierro que nos separaban. Por mucho que me cueste, reconozco que verlo me reconforta de alguna manera, pues llegué a tomarle cierto cariño gracias a su relación con Suri.

—¿Cómo es posible Thais? ¿Por qué te dejaste arrastrar hasta este punto? ¿Acaso no lo tenías todo? —Me decía con un semblante torturado, le dolía verme aquí.

Esas palabras causaron un revuelo muy grande en mí, me impresionaron a un punto que no soy capaz de describir. ¿Realmente lo tenía todo? Porque según lo que yo recuerdo... no estoy segura.


1 año y 11 meses atrás.

Estaba sentada en la parada del autobús esperando a que este llegara, aunque estaba algo retrasado, nunca tardaba más de cinco minutos en pasar.

Me distraía con la paleta que tenía en la boca, cuando un Mercedes Benz se paró enfrente de mí y sus vidrios se bajaron permitiéndome ver en su interior. Sus ojos, generaban un impacto nunca antes experimentado.

—Hola, ¿quieres que te lleve? —preguntó sacando su cabeza del carro.

—No hace falta, gracias —dije, no porque realmente no quisiera que me llevara, sino porque no me parecía buena idea subirme a un carro sola con él.

—¡Vamos! Hay un problema con un semáforo y el autobús tardará en llegar —Me sonrió y sentí como mis piernas temblaron. Solo pude quedarme observando su rostro, sus perfectos ojos verdes y su despeinado cabello rizado castaño.

No me fijé que me había quedado embobada viéndolo, hasta que carraspeó trayéndome de vuelta a la realidad y permitiéndome caer en cuenta de que me estaba esperando, bien sea para que me negara o para que me subiera, pero estaba esperando por mí.

—Está bien, acepto el aventón —dije con una sonrisa nerviosa, subiéndome al auto luego de que él quitara el seguro. Intenté ponerme el cinturón, pero no había ninguno.

—Normalmente, no suelo sacar este carro, en esta ocasión lo tengo porque la moto ya la está usando alguien más —explicó sin que yo se lo pidiese.

—Entiendo —Fue lo único que se me ocurrió responder, y es que me costaba pensar con claridad estando en un espacio tan reducido con él.

Arrancó y encendió la radio, sin embargo, le bajó casi todo el volumen. Ya cuando habíamos pasado un par de cuadras, rompió el silencio preguntando:

—¿Aún conservas el cigarrillo? —Su vista estaba clavada en mí y pude notar que mi respuesta le interesaba. Como tonta, busqué torpemente en mi bolso teniendo que sacar un montón de estupideces que, realmente, no sé por qué tenía.

Maldita Ingenua #DelicateStoryWhere stories live. Discover now