Daño, miedo, tú

Raquel

DAÑO,MIEDO,TÚ:
Escrito por Raquel Mina Lorenzo.

Eliza Bartra, una chica soñadora y risueña, estudiante de tercer año de ADE y con una gran vida por delante.

Conoció a Eric un día lluvioso, ella no había traído paragüas y a él no le importó prestarle él suyo.

Eric era un chico rubio, de ojos azules y deportista, en resumen, un partidazo, salvo por el pequeño detalle de que no sabía controlar su furia.

Como amiga cercana de Eliza, nunca hubiera predecido lo que iba a poder pasar, ella siempre tenía una sonrisa en la cara aún estando rota por dentro.

En septiembre del año pasado ocurrió todo, ya es un año sin ella, un año sin sus bromas, sin sus chistes y sin su risa.

"Una persona no muere del todo hasta que no es olvidada"

Eliza nunca va a ser olvidada, siempre va a pertenecer en nosotros, aunque físicamente ya no lo haga.

-Narra Raquel:

En cuanto termine de escribir la noticia la mandé al periódico donde trabajaba, mientras tanto, las lágrimas no tardaron en salir de mis ojos, sabía que iba a acabar llorando, esto no era nada fácil para mi, ya era un año sin ella.

Hoy era el aniversario de su muerte, mi hermano era el que peor estaba de los tres, él amaba a Eliza con toda su alma, pero ella nunca supo darse cuenta.

Todavía recuerdo lo nervioso que estaba mi hermano el día que fue a declararse a Eliza, decidió mandarle un mensaje de texto, mi hermano no es muy romántico que digamos y esta fue la forma más fácil que encontró.

"Eli, me gustas, no como una amiga, si no como algo más, estoy loco por ti, necesito hablar contigo"

Ese mensaje nunca obtuvo contestación, dos horas después Marc me llamo avisándome de lo sucedido, Eliza estaba en el hospital, muy grave, los médicos no podían asegurar que siguiera viviendo.

No quiero culpar a Eric de todo, pues siento que nosotras también tuvimos algo de culpa al no darnos cuenta y ayudarla, la última paliza de todas fue la peor, al parecer ella quería ir a Barcelona con su familia, a Eric se le cruzaron los cables y la tuvo retenida en casa, para cuando Marc llegó, ya era demasiado tarde.