Capítulo 5: un tiro de tus manos a mi alma

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-Ven aquí –dijo antes de agarrarme la mano con una risotada y echarnos a correr hacia el gimnasio.

-¡¡oye espera!! –le grité con carcajadas, era muy veloz.

Corríamos a lo más no poder, esquivamos a las pocas chicas que andaban en el patio, ellas nos miraban ¡pero ¡qué importaba! Escuchaba la risa de Valentina delante de mí, el golpear de la brisa, los latidos de mi corazón, y mis sentidos como se encantaban con ella.

- ¡Llegue! –gritó antes de golpear la puerta con una patada.

- ¡Me asustaste mierda! –le dijo Eva con una mano en el pecho y una cara de pocos amigos, que realmente me hizo reír.

-Ven –me susurró tomando mis dedos entre los suyos, me acostumbraba en esos días, a tal punto que no tenerla cerca los siguientes días era un enorme vacío.

Recuerdo dentro de mí, que ese día a pasar que no tuvimos la supuesta cita doble, no había nada más perfecto que sólo mirarla.

Me senté en un rincón de las galerías, el gimnasio estaba lleno de miembros del club de animación que parecía estar organizando lo que sería las audiciones, la música electrónica sonaba, veía a Valentina bailar de allá acá mientras Eva la enviaba a quizás que cosas, agudizaba mi vista para observarla, su figura y todos sus movimientos me eran totalmente cautivadores.

-Eva ¿me prestas la llave del depósito? –escuché a Valentina.

Al pasarle aquel objeto Valentina salió corriendo del gimnasio, sin apartar la vista de la puerta esperaba su regreso, entre tantas voces escuchaba los enamorados comentarios de otras chicas hacía su capitana, pensaba a mis adentros la fuerza atrayente que tenía Valentina, superficialmente era un encanto, su cuerpo era bonito, su cabello, sus ojos y sus facciones estaban al borde de la perfección.

Entró, la atención se todas se posó en ella, pero la mirada de Valentina tenía un solo objetivo y era yo; con pasos ansiosos se acercó a mí, sobre su brazo traía un balón de basquetbol, me lo lanzó con cariño haciéndome despabilar, despegándome el cuerpo de aquella galería.

- ¿Qué esperas? Vamos a jugar –me dio la espalda y cerca del aro de uno de los extremos se posicionó.

La textura del balón era mucho más encantadora ahora que Valentina me lo había pasado, pensé en ese momento lo dulce que era de ir a buscar uno especialmente para jugar conmigo; con el pecho apretado y las manos inquietas, me acerqué a ella, sabía perfectamente que la mirada de la mayoría de las chicas en ese gimnasio estaban dirigidas a mí, antes no lo hubiera soportado, tenía un complejo de timidez absoluta, pero de un día a otro todo cambió, Valentina con su sonrisa había cambiado todo lo que era, lo que sentía, incluso mi manera de ver la vida.

Botee un poco el balón antes de lanzarlo a unos tres metros de distancia, encestándolo con gracia.

- ¡Oh! Qué buena eres –Me dijo Valentina con una pícara voz.

Agarró el balón y volvió a lanzármelo, desde la misma posición lo mande al aro, haciendo un tiro exitoso nuevamente.

-Sí, definitivamente eres buena –me sonreía, y yo le respondí con un rostro totalmente sonrojado.

-Prueba –le dije antes de pasárselo, se puso a mi costado y lo lanzó demasiado fuerte como para hacer retumbar el tablero.

-Soy un asco para esto –se empezó a reír.

-Sólo es práctica –le sonreí.

Lanzamos durante enormes minutos, empezamos a jugar de manera más brusca, quien se lo quitaba a la otra lanzaba, cuando mi cuerpo chocaba con el de ella, los nervios me atragantaban y fallaba los tiros de manera estrepitosa; en ese juego de practica Valentina era mi rival, escuchaba los estúpidos murmullos de las demás mientras la risa de ella ahogaba hasta mi respiro, recuerdo haber tenido muchas sensaciones de molestia hacia mí, como si a todo el mundo le molestara que Valentina estuviera jugando conmigo.

La chica del internado ( JULIANTINA VER )Where stories live. Discover now