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1984
Ver a su novio vestido de una hermosa colegiala, era algo extraño para Emma.
En especial porque se veía más linda que ella.
—No te atrevas.– soltó él. Podía ver cómo Emma intentaba contener la risa pero no le salía.– Puedes llamarme Rogerina si gustas, pero no te atrevas a burlarte.
Se ajustó la falda negra de seda y al sentir el fino tacto comenzó a frotar la tela de esta misma sobre la llama de sus dedos. El tacto se sentía bastante bien.
—Veo que disfrutas estar vestido de mujer.– Emma soltó una carcajada al ver lo a gusto que Roger se sentía.– Creo que te falta un retoque de maquillaje.– tomó la mano del rubio con delicadeza y se dirigieron al tocador.
Roger se miró al espejo una vez más y negó con la cabeza.
"No puedo creer que esté sea yo"
Se dió media vuelta para poder tener una vista de su trasero. No se veía nada mal con falda.
—¡Por dios, Roger!– gritó Emma riendo.– ¿Que estás haciendo?– preguntó mientras lo abrazaba por la espalda.– Eres aún más engreído de lo que sabía que ya eras.– le dió un beso en su cuello ya que la diferencia de estatura no le permitía darle un beso en su cabeza.
—Tienes que admitir que me veo jodidamente sexy.– se halago a sí mismo.– ¡Solo mírame! Supongamos que eres hombre, ¿Saldrías conmigo? Por su puesto que lo harías no es necesario ni que preguntará.
Emma volvió a reír. Estar con él era todo un sueño.
Tomó un poco de brillo labial y lo pasó por los labios de Roger con suavidad y gentileza mientras que la mirada del rubio estaba llena de cariño cuando veía lo concentrada que estaba maquillandolo. Era una ternura.
