Monroe

Prólogo.

    

    Un día caluroso de verano un niño de 7 años jugaba en un parque cercano a su casa, construía un castillo de arena en el arenero, cuando una pelota golpeó el castillo, derribándolo por completo, el niño miro a todos lados, nadie reclamo la pelota, así que la tomó, la arrojó a un lado y empezó a reconstruir su castillo, terminó aún más rápido que antes, ni bien lo hubo acabado, otra pelota golpeó el castillo, derribándolo nuevamente. El niño cansado de esto se levantó y tomó la pelota, la pateó con todas sus fuerzas y la pelota cayó en la calle, un auto la aplastó al instante, justo en ese momento una pequeña pelirroja que parecía tener más o menos su edad llegó corriendo y al ver la pelota explotando, empezó a llorar...

—Lo siento, mucho.— Dijo el chico acercándose a la niña— ¿Era tuya la pelota?

—SÍ... —Gritó la niña entre sollozos—¿Por qué la pateaste a la calle?—

—Bueno, lo siento, es que derribo mi castillo de arena.—Dijo el niño.—Me llamo Luis, te pagaré la pelota.—

—NO QUIERO QUE ME PAGUES NADA.—Le grito la niña, lo miró y el niño se paralizo, era una niña muy linda, ojos verdes, cabello rojo brillante y piel blanca como la nieve.—ERES UN IDIOTA...—

—Oye, ya dije que lo siento y que la pagaría.—Dijo el niño pasándose la mano por su cabello castaño.— No seas una niña mimada...—

  Ese fue el error del niño, no había terminado de hablar cuando la niña ya lo había abofeteado con todas sus fuerzas. Él la miró sorprendido y ella lo miró con odio.

—Eres un idiota.—Luis se sorprendió de que no gritara, si no que en realidad habló en voz baja, como queriendo hacer que él entendiera el alcance del odio que ella sentía en esos momentos hacia él.

    Luis no pudo contestar, seguía sorprendido, nunca lo habían abofeteado, ni su madre ni nadie. La niña lo miró un segundo y luego se dio la vuelta alejándose de él.

    Años más tarde Luis, la conocería como Stefany Monroe, la chica que le pondría el mundo de cabeza.