Venganza de los Cielos

- Un tesoro -

«Un tesoro»

No es oro, dinero o joyas,
No es poder, es amor.
Un tesoro nunca es material, a veces es solo un sentimiento.

Suspiro limpiando la sangre que salia de su boca, miraba la pelea desde una distancia prudente, detrás de un tronco caído.

Que acababa de recibir el ataque de un Deamon enojado y sádico.

Aparentemente era ajeno a que años atrás, habían atacado a la nena, la princesa del peliazul.

Pobres.

Incluso Jagger sintió el terror cuando vio esos orbes cambiar de color.

Uh, conocería el infierno.

.

.

.

Alaude suspiro sin saber que hacer con esa esfera, los ancianos del consejo intentaron tocarla pero ¡Sorpresa!, casi pierden la mano, pues un tipo de garra con llamas del cielo salio y se lanzo al ataque, convirtiendo el suelo en roca.

Todos temblaron, nunca supieron que un cielo podía hacer eso.

Y los Arcobalenos no estaban para ayudar, así que mandaron a llamar a los hermanos de la niebla, quienes llegaron amenazando a todos, insultando y mofándose, al menos el mayor, porque la menor solo estaba en silencio tomando la mano del menor de cabellos verdes quien estaba siendo arrastrado.

–No soy hijo, no tengo porque estar aquí – chillo rodando por el suelo, haciendo un berrinche

–Fran, debes mantener la compostura – regaño Chrome frunciendo el ceño halándolo del brazo 

Parpadeo viendo la esfera, nadie logro detenerla cuando corrió hacia ella, acariciando con sus dedos la superficie, sintiendo una calidez familiar, lo conocía, lo sabia, desde el fondo de su memoria.

Pero, ¿Quién?

–¿Nagi? – pronuncio confundido Mukuro, dejando de atormentar a uno de los ancianos –. ¿Qué pasa? – preguntó tirando a Fran de su camino

–Tsunayoshi.. – susurro impresionada viendo esa cabellera, ese estilo, color...

–¡Tu onii-chan te protegerá! – sonrió tomando las manos de la menor sonriendo, señaló al perro quien ladraba muy alto, al frente se puso Mukuro protegiéndolos, abrazo al castaño sintiendo esa calidez que le quitaba el miedo.

–¡Es él! – vocifero abrazando una parte de la esfera sonriendo mientras sus ojos derramaban lágrimas de felicidad

El cielo, su cielo estaba a su lado.

–¿¡Como es posible, una defectuosa puede tocar un cielo y nosotros no?! – gritaron molestos intentando alejarla

A ninguno de los dos les gusto como se refirieron a ella, Mukuro y Fran estaban por torturarlos cuando de nuevo salió la garra, expulsando una gran cantidad de llamas que hicieron que chocaran contra la pared, la misma garra, tomo a Chrome con cuidado elevándola unos centímetros, para luego meterla en la esfera.