**Un nuevo inicio**

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Incluso un mes después, al rememorar los días que siguie­ron, me di cuenta de que me acordaba de muy pocas cosas.

Era como si hubiera pasado demasiado para añadir nada más.

Las recapitulaciones que hacía resultaban muy dolorosas.

Lo peor fue, tal vez, el encuentro con los Diggory que tuvo lugar a la mañana siguiente.

No nos culparon de lo ocurrido.

Por el contrario, ambos nos agradecieron que les hubiéramos llevado el cuerpo de su hijo.

Durante toda la conversación, el señor Diggory no dejó de sollozar.

La pena de la señora Diggory era mayor de la que se puede expresar llorando.

-Sufrió muy poco, entonces. Y, al fin y al cabo, Amos... murió justo después de ganar el Torneo. Tuvo que sentirse feliz.- dijo la mujer cuando Harry les relató cómo murió.

-Cuidaos vosotros por él.- nos dijo el señor Diggory con gran pesar.

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Volvimos a la torre de Gryffindor a la noche siguiente.

Por lo que nos dijeron Ron y Hermione aquella mañana, du­rante el desayuno, Dumbledore se había dirigido a todo el colegio.

Simplemente les había pedido que nos dejaran a mí y a Harry tranquilos, que nadie nos hiciera preguntas ni nos forzaran a con­tar la historia de lo ocurrido en el laberinto.

Noté que la mayor parte de mis compañeros se apartaban al cruzarse conmigo y con Harry por los corredores, evitaban nuestra mirada.

Al pa­sar, algunos cuchicheaban tapándose la boca con la mano.

Me pareció que muchos habían dado crédito al artículo de Rita Skeeter sobre lo trastornados y posiblemente peligrosos que éramos.

Oí a un chico de Hufflepuff que no reconocí diciendo que Harry había matado a Cedric por la fama y que me había hechizado con el Imperius para que dijera su versión de la historia y fuera su coartada.

Me di cuenta de que no me preocupaba demasiado.

Disfrutaba hablando de otras cosas con Ron, Harry y Hermione o cuando jugábamos al ajedrez en silen­cio.

Sentía que habíamos alcanzado tal grado de entendimien­to que no necesitábamos poner determinadas cosas en pala­bras.

Los cuatro esperábamos alguna señal, alguna noticia de lo que ocurría fuera de Hogwarts, y que no valía la pena es­pecular sobre ello mientras no supiéramos nada con seguri­dad.

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La noche antes de las vacaciones preparé mi baúl, llena de pesadumbre.

Sentía terror ante el banquete de fin de curso, que era motivo de alegría otros años, cuando se aprovechaba para anunciar el ganador de la Copa de las Casas.

Desde que había salido de la enfermería había pro­curado no ir al Gran Comedor a las horas en que iba todo el mundo y prefería comer cuando estaba casi vacío para evi­tar las miradas de mis compañeros.

Cuando los cuatro entramos en el Gran Come­dor vimos enseguida que faltaba la acostumbrada decora­ción.

Para el banquete de fin de curso solía lucir los colores de la casa ganadora.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now