Capítulo 5

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La timidez de la joven al tener a Brian May en frente de ella era notoria, se acomodó un mechón de su cabello e intentó hablar pero él lo hizo primero.

—¿Sucedió algo? —trató de actuar con serenidad.

—Yo... —una vez que veía sus ojos, desviaba la mirada rápidamente y no entendía el por qué—, quiero ver ese eclipse.

Brian sonrió y asintió.

—Creo que estas vestida para la ocasión —dijo al verla de abajo hacia arriba—. Ese vestido combinaría con los colores de la luna al tornarse roja.

—Curioso, nunca había visto uno —se encogió de hombros. Pero mentía, antes de ir había buscado en su celular un color similar al de un eclipse lunar. Por alguna razón, ella quería que él la notara más que al evento.

—Tienes que estar bromeando —dijo al hacerla pasar.

—No lo hago —respondió al dejar sus llaves en la mesa de centro—. Nunca me llamó la atención esto de la astrología.

—Astrofísica —la corrigió al cerrar la puerta.

—Eso mismo —intentó evitar quedar como una bruta.

—No son lo mismo —rió.

—Ten compasión, soy nueva en esto —fue sarcástica y se dirigió al balcón.

Brian la veía como pasaba sus manos con delicadeza sobre el telescopio, se percató cómo miraba la cámara ubicada en la mesa y como finalmente se apoyó en el balcón que le permitía ver las casas antiguas pintadas de blanco, crema o marrón oscuro, con algunos árboles en las calles, que no impedían mucho ver el cielo que aparentemente se encontraba despejado.

—¿Siempre haces esto? —preguntó la joven al sacarlo de sus pensamientos.

—¿Perdón? —preguntó al acercarse al balcón.

—Preguntaba si siempre haces esto —giró apoyando ambos brazos y la espalda sobre las barras de metal pintado de blanco que el balcón poseía.

El vestido granate se movía discretamente y las piernas de la joven cruzadas estaban a simple vista. Los cabellos oscuros se movían como su ropa, pero se ubicaban tras sus hombros y al ver los ojos cafés viéndolo fijamente, supo que tenía que responder respecto a lo que le había preguntado.
Se había perdido en ella.

—Ver el cielo y el espacio es parte de mi trabajo.

—Si tienes que ver eso todas las veces para investigar —comentó al volver a girar para alzar su cabeza y ver como el cielo se tornaba un azul oscuro—. Es maravilloso.

—Puedo mostrarte mis trabajos anteriores —mencionó al prender la cámara.

—¿En serio? —preguntó emocionada y se acercó a él.

Ambos se sentaron al lado del otro en las sillas de rejillas mostazas, el astrofísico le mostraba las fotografías que había capturado últimamente de estrellas, eclipses, atardeceres, entre otras cosas que su trabajo requería y Gail con atención escuchaba las historias detrás de cada una. Por mas que no entendía algunas explicaciones científicas, asentía a todo lo que él le decía.

El cielo se tornó uno más oscuro de lo que ya estaba y eso le hizo sonreír a May. El eclipse estaba por llegar.
Gail veía como Brian acomodaba su telescopio y lo movía hacia arriba, al terminar de acomodarlo, sostuvo la cámara y le colocó un lente especial para que la calidad de la imagen sea mayor.

—¿Es necesario hacer todo eso tan rápido? —le preguntó la muchacha al ver como dejaba la cámara prendida en la mesa.

—Si quiero que me den un aumento y tener unas buenas fotos —dijo al apartarse del telescopio—, pues sí.

La luna tardó una hora en ser tapada por las nubes, en ese transcurso Brian escribía sin parar una crónica en su laptop sobre los eventos. Mientras que Gail, quien tomaba una taza de té, fingía distraerse con el celular, ya que en realidad prestaba atención a lo que él hacía.

—Dicen que la luna roja altera muchas cosas en las personas —habló May al tomarle una foto al cielo—. Otros dicen que te conceden deseos —rió al dejar la cámara.

—¿Es verdad? —preguntó al ponerse de pie.

—No lo sé, eso es el asunto de la astrología, no es mi rama —la miró—. ¿Quieres ver la luna de cerca?

Gail asintió y acercó su vista al lente del telescopio. El asombro mostrado en su rostro al ver con claridad el satélite de otro color, hizo que sonriera y lagrimeara un poco.

—Es hermoso —dijo sin dejar de ver la rojiza luna.

—Puedo acercarlo más —mencionó Brian al avanzar—, solo necesito mover el lente.

Brian vio como Gail, quien se encontraba un poco agachada, sujetaba con una mano el telescopio y con la otra colocaba sus cabellos cortos y negros detrás de su oreja.

—¡Wow! —exclamó al ver el aumento— Tienes que ver esto.

—Créeme lo he visto varias veces pero...

Gail atrajo a Brian hacia ella y se apartó para que pueda ver por el lente del telescopio.

—Solo mira que bella está —dijo en voz baja al ver el perfil de él.

—Está como tú —respondió con el mismo tono al verla.

Una ligera sonrisa en el rostro de la muchacha se mostró y un pequeño brillo en los ojos de él también. El asombro por parte de Brian al saber lo que dijo en voz alta hizo que ligeramente se ruborizara.

—Lo siento, yo...

—Gracias —sonrió, sostuvo su taza con té y se retiró del balcón.

Brian se sintió como un adolescente de nuevo, como si estuviera en una cita con la chica que le gusta. Ciertamente no se encontraban en una cita, pero no podia negar que los sentimientos hacia Gail Spencer habían aumentado.

Gail, sentada en el sofá de la sala, dio un sorbo a su bebida y sonrió un poco. Pero Gwilym había vuelto a sus pensamientos. No entendía que sucedía.

—En serio disculpa por lo que dije, no quería hacerte sentir incómoda —dijo Brian, haciendo que Gail vuelva a la realidad.

—Solo dijiste lo que pensabas —fue amable—. Tú también eres simpático a pesar de tu edad —pausó—. No quiero decir que los hombres mayores no lo sean, solo que... lo siento. Ni sé lo que digo.

Brian rió.

—¿Y ahora qué? —preguntó él.

—¿Qué quieres decir?

—El eclipse durará dos horas. Usualmente veo un poco televisión o leo algo, pero ahora contigo aquí no se que hacer.

—¿Y si salimos? —lo miró.

—No creo que a Gwilym le guste esa idea —agachó la mirada.

—Claro, Gwilym —se mostró incómoda.

—Por cierto, ¿cómo acabó todo? —preguntó.

—Bien, decidí empezar desde cero. No somos nada, solo intentamos conocernos, como amigos —alzó la vista.

—O sea que no son nada más —mostró interés.

—No —respondió rápido.

Ambos se miraron por unos milisegundos y el astrofísico habló:

—La oferta de salir ahora ¿sigue en pie?

—Sí —respondió sin dejar de verlo.

—Hagámoslo.

Fin del capítulo 5.

A Love so Beautiful «Brian May»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora