Capitulo 21. Historia.

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Lamento la tardanza, pero la inspiración se fue y no daba señales de querer regresar, espero que me perdonen y que disfruten el capítulo.

(El conejito en multimedia es el peluche de Melody)
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Años atrás...

La noche había caído en la movida ciudad de Nueva York, haciendo a las luces de los grandes edificios resaltar y esconder el brillo natural y hermoso de las estrellas. Aunque para una persona en especial, tenía a la más hermosa de todas frente a él.

—Es hora de dormir, pequeña –menciono Pietro entrando a la habitación de su hija, sonriendo al encontrarla en plena charla con su adorado peluche de conejito.

—¡No, papi! –la niña salto de la cama y corrió hasta estar frente a su padre, quien se apresuró a tomarla en brazos— Conejito y yo aún no tenemos sueño, ¡Queremos seguir jugando!

—Pero, Melody, ¿No has visto afuera? Ya no está el señor sol, él fue a dormir porque es hora de descansar, así que tu deberías hacer lo mismo... —la deposito en la suave superficie y mientras hablaba la iba arropando.

—Pero papi... El señor sol entendería que aún no tengo sueño y que quiero seguir jugando –hizo un puchero al ver a su padre negar con una sonrisa y tomo a su conejito, quien le dio una magnífica idea— ¡Papi! Conejito y yo pensamos que, si nos cuentas una historia para dormir, probablemente podamos acompañar a solecito para dormir.

Pietro rio un poco y admiro a su hija unos momentos, no logrando creer como puede amar tanto a un ser tan pequeño, siendo capaz de dar su vida por mantener esa sonrisa en su rostro.

—Bueno, si conejito lo piensa debe de ser cierto, ¿no es así? –pellizco su mejilla y le guiño el ojo al escuchar su grito en afirmación— Entonces, escucha con atención, mi amor, es un nuevo cuento para dormir...

...

«—Hace muchos, pero muchos años un joven viajaba hacia un nuevo pueblo, donde estaría ahí toda su vida al cuidado de una bella joven, aun si en su antiguo hogar había dejado a su amada hermana y nuevos amigos. Él debía estar ahí.

Al llegar, solo podía estar en paz, había ido en lugar de uno de sus amigos quien tenía una familia a la cual cuidar, su único pesar era dejar sola a su hermana, pero confiaba en que lograría estar bien sin él.

A lo lejos diviso a la reina de ese lugar, quien se haría cargo de el como el plebeyo que era. Al verla más de cerca, no pudo evitar ser cautivado por su deslumbrante belleza.

Por otro lado, ella quedo cautivada por el muchacho que tenía justo enfrente, sabiendo las razones por las que estaba ahí, un puro y tremendo cariño, algo de lo que ella carecía enormemente.

Pasado un poco de tiempo, los dos jóvenes se enamoraron perdidamente del otro, sin importarles los verdaderos motivos de su presencia en ese pueblo y de las diferencias entre ellos, juntos se complementaban siendo todo era nuevo para los dos, pero a la vez fascinante y adictivo.

Aunque, cuando el joven no se daba cuenta, ella sabía que el extrañaba a sus amigos y hermana, sufriendo todos los días. Así que, amando a ese muchacho más de lo que alguna vez pudo imaginar, y poniendo su felicidad antes de la propia, lo dejo libre de irse, de regresar con sus seres queridos y hacer su vida normalmente.

Con lágrimas en los ojos y los corazones destrozados, se dieron un último beso y se despidieron, no sin antes saber que se volverían encontrar, pasando para eso mucho tiempo.

Con poco tiempo de la partida del joven, la reina se dio cuenta del pequeño regalo que tenía con ella, producto del amor verdadero que se tenían y se siguen teniendo. Sabiendo que ella no podía cuidar de manera correcta a esa hermosa estrellita que llego, con el dolor de no tener lo único que le recordaba a su amado, lo llevo con él para que lo cuidara.

Ambos esperaban verse de nuevo y no solo en sueños de cada luna llena, contándose como es que estaba su estrellita y dándose sonrisas sinceras llenas de apoyo, todo antes de despertar...»

...

Pietro dejo de mirar la hermosa luna que se asomaba por la ventana y volvió la vista a su pequeña hija, sonriendo con ternura al encontrarla dormida y fuertemente abrazada a ese conejito.

Dio un beso en su frente y camino hacia la puerta apagando la luz, no olvidándose de dejar una pequeña lucecita para que su princesa no tuviera miedo en caso de despertar. Al salir de la habitación se encontró con Wanda, quien estaba cruzada de brazos.

—¿Qué le contabas a mi sobrina, ¿eh?  –le sonrió y se acercó un poco más a él.

—Solo Un viejo cuento, tal vez –acaricio su cabello y sonrió tristemente— Uno lamentablemente, muy real.

—Ella no debe saber quién es su madre, y lo sabes... Tiene esos aretes por algo, si lo descubre solo le causara daño.

—Lo sé, pero no pude evitar que las memorias vinieran a mí, la luna es llena y solo me recuerda a ella. 

Wanda se acercó a su hermano y lo abrazo fuertemente al sentir la tristeza en sus palabras.

—Es increíble cómo pudiste enamorar a la mismita muerte, hermano Eres demasiado feo –arrugo la nariz y le sonrió, tratando de subir su ánimo.

—¡¿De qué hablas?! Sabes que de los dos, yo soy el más apuesto –rio y la abrazo aún más fuerte— Gracias por no dejarme solo en esto, hermanita.

—Gracias a ti por volver... Aun sabiendo que debías dejarla para eso.

El abrazo duro unos segundos más hasta que cada uno fue a su habitación, siendo Pietro que al llegar encontrara una habitación fríamente sola.

Dio un suspiro y se alisto para dormir, acomodándose entre las mantas y conciliando el sueño rápidamente, emocionado por ver a su amada en sus sueños como en cada luna llena, contándole como estaba su hija y lo mucho que la extrañaba. Cada un dándose ánimos para esperar estar juntos otra vez.

Su amor era prohibido, fuera de la naturaleza en sí, pero eso no evitaba que fuera real y más puro que muchos más, sacrificando la felicidad propia por la ajena.

Eso era su amor, uno imposible, pero a la vez uno verdadero y hermoso.

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¡Espero lo hayan disfrutado! Nos vemos en la próxima actualización.

Besos...~❤️

Los Hijos De Los VengadoresWhere stories live. Discover now