Capítulos Dieciséis

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Por largos segundos me quedé estática, solo observando como Santiago se acercaba con pasos rápidos hasta donde estábamos nosotros

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Por largos segundos me quedé estática, solo observando como Santiago se acercaba con pasos rápidos hasta donde estábamos nosotros. Sandra levantó la cara para verlo a los ojos, noté como la expresión en su rostro cambiaba, su labio inferior había comenzado a temblar y la mano que se sujetaba del brazo de Martín palideció seguro por la fuerza que supuse usaba.

—¿Qué demonios pasa aquí? —Vociferó a centímetros de su hermana—, se suponía que estabas con Karen haciendo un maldito trabajo, que —se quedó callado de repente, solo viendo con asombro como Sandy inclinaba la cabeza para vomitar.

Se llevó las manos a la frente, las venas de su rostro se resaltaban, tenía la nariz arrugada y ni siquiera parpadeaba. Martín corrió a la camioneta mientras yo sujetaba la cabeza de la pobre borracha,

Santiago no decía nada, solo miraba incrédulo el espectáculo que estaba dando su hermana menor. Unos segundos después Martín se acercó para alcanzarme una pequeña toalla con la que limpié asqueada la boca de Sandy, para después ofrecerle agua. Mientras ella tomaba sedienta, miré mis zapatos deseando no encontrarlos llenos de vómito. Suspiré aliviada, pero otra arqueada atacó a Sandy.

—Toma agua despacio —dijo Martín en un tono suave.

—No tienes ningún derecho de venir aquí a reclamar nada —habló Sandra sosteniendo la botella vacía entre las manos—. Te llamé no una, ni dos. ¡Cinco malditas veces!, te escribí mensajes, te —se quedó callada de nuevo, las lágrimas brotaban de sus ojos, el alcohol también me hacía ser un poco más sensible, así que entendía a la pobre chica.

—No vamos a tener esta conversación aquí, sube al auto —ordenó, señalando su carro parqueado a unos cuantos metros— ¡Vamos, Sandra! no me hagas perder más tiempo!

—Ve con él —susurré a Sandy que negaba con movimientos de cabeza—, todo estará bien, necesitas dormir un poco.

—¿Por qué habría de irme con un tipo al que no le importo nada?

Santiago muy enojado no espero a que su hermana dijera otra cosa, tomó su brazo de forma brusca e hizo el intento de llevarla al auto, cosa que Sandy no permitió con facilidad.

—Sandy, sube —intenté persuadirla.

—Primero muerta.

Martín que permanecía a mi lado, observando el espectáculo que daban los hermanos Sada, se quedó sorprendido al ver como Santiago frunciendo los labios en una mueca de cansancio, levantó a Sandra sujetando sus piernas hasta casi colgarla de uno de sus hombros. De inmediato Sandy gritó y pataleó, sin embargo, su escándalo no sirvió de nada. Él con paso rápido la llevó hasta al auto donde la metió a la fuerza para luego cerrar la puerta con seguro.

—¿Es su novio? —preguntó Martín curioso— Porque creo que no deberíamos dejar que se la llevé así, además está como que muy grande para ella, ¿no?

Un desastre llamado Valentina (Ahora gratis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora