Reto º6: "Mi toy hecho story"

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Esta historia comenzó con mi muerte

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Esta historia comenzó con mi muerte.

Debería ser al revés, porque ¿qué más me daba lo que ocurriera después de que haya muerto? Al fin y al cabo ya morí, next.  

Eniwei, antes de seguir la luz e irme al cielo más espectacular que haya visto en mi vida, descubrí que morí porque alguien me mató, y o sea, ¿quién hace eso? ¡¿A mí?! Con lo buena gente que he sido con los nerds y feos dándoles consejos para no lucir tan nerds y feos. Pero equis, no podía irme a gozar de mi fiesta celestial e interminable llena de bocaditos que te adelgazaban en cada probado, o de los paparazzis que me alababan como su diosa, no sin saber por qué me mataron. Y esperaba que mi candente novio Ken pudiera averiguarlo, pero lo vi muy ocupado bronceándose y ayudando a sus amigos sorfistas con el bloqueador solar. Iba a esperar a que terminara pero los masajeaba con tal lentitud que literalmente morí de aburrimiento.

Fui con mis mejores amigas de siempre, Midge, Teresa y Summer, esperanzada de que supieran quién me hizo algo tan feo e impensable, pero las vi muy ocupadas peleando con almohadas en ropa interior. Iba a esperar a que terminaran pero los marcianos que las grababan dijeron algo de empezar desde el principio y yo no tenía tanto tiempo que perder. Mi fiesta celestial esperaba.

Así que busqué y busqué alguien que supiera algo sobre mi muerte, pero lo único que descubrí fue que Señor cara de papa engañaba a Señora cara de papa con Rex, y no había nadie a quién contárselo porque, ya saben, estaba muerta. Era tan injusto que me quería morir.

Como último recurso fui con Woody, se me acababan las ganas de seguir flotando con esta misma ropa por más tiempo, y lo hizo bastante bien en las anteriores películas así que... warever. Esperé que terminara de tener sexo con Jessie, fueron como diez segundos, hasta que se desocupó al fin. Si hubiera sabido que duraba tanto habría terminado con Ken hace tiempo. El problema era que no podía verme, dah.

¿Qué iba a hacer?

Lo pensé como por cuatro segundos, cantidad que era tiempo récord para mi novio vivo, y se me ocurrió la brillante idea de poseer a su perro elástico para hablar con él. No me costó mucho, pero al momento de hablar solo salieron ladridos de mi hocico, ladridos que no entendía, lo que no tenía sentido, lo mínimo sería que al menos YO supiera lo que YO quería decir entre tanto guau guau, pero ni la tos, jefa, y no manches guey creo que este perro no fue hecho en USA como nos hizo creer al resto. Pasé los siguientes minutos ladrándole a ese vato y lo único que conseguí fueron caricias y halagos. Woody no le agarraba la onda y esto ya estaba bastante canijo para mí que ya me empezaba a caer de la patada. Me salí de ahí como cohete y fui a darme una ducha con mi lengua. Al terminar de acicalarme busqué algún cuerpo decente para poseer pero solo encontré al chaparro que venía del espacio. A nada.

Qué lo poseí y que me poseyeron sus ganas de bailar tango. Así que bailé tango las siguientes dos horas. Woody de repente me pareció un tipo bien majo a quien quería hacerle ver estrellas toda la noche. Quería creer que a lo que quise referirme era a cosas espaciales... pero no era tan santa como el resto creía.

Me acerqué al vaquero bailando, con rosa en boca, aplaudiendo con ritmo, y que volteó y me dedicó una resplandeciente mirada de asombro. Fue cautivante. Difícil saber a quién de los dos cautivó más.

—Tio, que estoy sudando como peruano al mediodía —digo con un candente acento español—. ¿Sabéis cómo podría refrescarme? —Iba zapateando a su alrededor.

—Podrias empezar con dejar de bailar. —Sonrió, girando su cuello como la niña que apareció en esa película tan maja que vió Andy la otra noche.

—Tenéis razón, ¡olé! -Hice una reverencia y le entregué la rosa toda babosa. Me aclaré la garganta-. Ahora necesito tu ayuda —lo digo con la usual voz del chaparro espacial.

-Claro, ¿qué ocurre? —Intentaba deshacerse de la rosa pero mi saliva era muy pegajosa.

—Alguien mató a Barbie. —Me esforcé por mostrar una cara seria, como para darle más impacto a mis palabras.

—Lo sé. —Sin duda me ganó con respecto a dar impacto.

—¿Sabes quién fue?

—Esa parte no la sé.

—¿Sabes cómo la mataron?

—Menos.

—¿Y qué sabes?

—Que señor cara de papa se besuquea con Rex en el clóset de Andy.

Irónico.

—¿Y con respecto a la muerte de Barbie? —Enarqué mi sospechosamente bien delineada ceja—. ¿Cómo sabes que la mataron?

—Por dos razones. —Caminó a mi alrededor—. La primera. —Mostró el dedo índice—. No podemos morir por causas naturales porque, ya sabes, somos juguetes. Y la segunda. —Mostró el dedo medio, y a lo lejos se oyó un «¡Que te den!»—. A Barbie la encontramos sin extremidades, lo que significa que alguien se las arrancó. Fue tal vez... ¿el que la asesinó? —Se detuvo frente a mí y torció su sonrisa, vanagloriándose por ser tan astuto.

Así que alguien se llevó mis extremidades, pero ¿para qué? No tenía sentido ya que solo a mí me entrarían piernas y brazos tan esbeltos como los tenía yo.

—¿Y podrás averiguar quién lo hizo?

—Por supuesto, con la ayuda de Buster podré saber quién la despedazó. —Silbó, el suelo tembló, y el enorme perro apareció. Usó su larga lengua para lamerlo completo, y cuando terminó fui la siguiente. El vaquero subió sobre su lomo y me ayudó a sentarme detrás de él—. Andando, ¡a buscar las partes de Barbie!

Se oyó algo raro pero preferí no decir nada. La noche caía y el perrote no ubicaba ni siquiera una mísera pierna mía.

—Descansaremos un rato mientras Buster va al baño. —Nos bajamos y esperamos a que terminara sus asuntos detrás del arbusto.

Suspiré y fui a sentarme en un escalón de la entrada, cada vez más desanimada. Mientras más pasaba el tiempo más segura estaba de que nunca averiguaría cómo morí.

—Tranquilo, Boz, hallaremos al culpable. —Se sentó a mi lado y colocó su mano sobre mi hombro—. Lo prometo. —Me sonrió de un modo que me resultó dulce, y apoyé su cabeza sobre su hombro, sintiéndome un poco mejor.

—Buster, ¿dónde estás? —dijo el chamaco Andy, desde adentro de la casa.

Al toque nos paralizamos, quedando en esa posición, juntitos y con mi cabeza sobre su hombro, admirando la hermosa noche.

—Ay, no de nuevo —refunfuñó detrás de nosotros y nos levantó—. Esto pasa por llevar a mi hermana a ese concierto de cantantes asiáticos. —Suspiró—. Buster, ven aquí, amigo, hora de cenar. —Avanzó hacia los arbustos—. ¿Buster? ¿Qué rayos...? Ay no.

Ay sí. Ya sé quién me mató. Fue el perro. Y la evidencia estaba en su popó.

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⏰ Last updated: Feb 03, 2019 ⏰

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