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Advertencias:

-Se tratan temas de violencia, drogas, armas... aunque no con mucho detalle.

-Sexo muy explícito, si os va a incomodar no lo leáis.

-Es bastante largo.

Dicho esto, espero que disfrutéis y que os guste mucho. Gracias siempre por leerme. 💗

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Aún no entendía como había dejado que Aitana le convenciese para hacer algo así, no le cabía en la cabeza que realmente hubiese aceptado a aquello y por más que le daba vuelta al tema, no lograba ver el por qué de tanta insistencia por parte de su amiga. La chica había estado casi dos semanas suplicándole que le acompañase a la maldita carrera y por muy digno y orgulloso que él fingiese ser, la verdad era que Aitana siempre había sido su mayor debilidad. No podía negarse y eso lo sabían ambos. Así que ahí se encontraba un sábado por la tarde caminando al lado de la morena por un terreno de arena húmeda y maleza, sin poder evitar protestar porque sus zapatos caros se le estaban manchando. Junto a ellos, varios grupos de personas seguían el mismo camino entre los árboles del bosque, todos con el mismo destino. Y solo pudo tragar saliva y morderse la mueca de asco al ver la vestimenta de esa gente. La gran mayoría de ellos llevaba una chaqueta de cuero, principalmente negra aunque en los casos más extremos se veían colores como el rojo o el verde oscuro; las chicas con faldas tan cortas que parecían cinturones y los chicos con pantalones que parecían cortarles tanto la circulación como la respiración. Pelos de colores, tatuajes, piercings y ojos pintados. Y todos y cada uno de los que pasaban por su lado, le miraban como si fuese un bicho raro, como si no perteneciese ahí. Y no lo hacía, porque ahí estaba él, con su camisa blanca y su jersey ocre, los pantalones más informales que había encontrado eran unos simples vaqueros y los zapatos que llevaba podían costar fácilmente más que los de todas esas personas juntas. Se sentía observado y fuera de lugar. Y por si fuera poco, Aitana parecía haberse unido al club de las chaquetas de cuero y se había recogido el pelo en una coleta alta, incluso llevaba unas botas de tacón. La chica hablaba de forma animada a su lado, agarrada a su brazo para no caerse cuando el tacón se le encajaba en la arena y mirándole con una gran sonrisa. La misma sonrisa que le evitaba darse la vuelta y salir corriendo. Porque todo eso lo hacía por ella y nada más que por ella. No iba a mentir, estaba aterrado, no podía parar de mirar a todos lados con el corazón en un puño y los sentidos alerta. Cada cosa que veía le parecía más espantosa que la anterior y no entendía cómo era posible que hubiese gente tan distinta a él. Se dejó guiar por su amiga hasta un descampado donde se agrupaba un gran número de personas, todos estos bebían y fumaban subidos a sus motos, con la música a todo volumen y gritando cosas que horrorizaron al rubio. Algunos se liaban y se magreaba en medio de la gente y otros se dedicaban a pasarse el porro más grande que había visto en su vida. Aitana le miró ilusionada y él solo pudo devolverle una mueca. ¿Dónde coño me he metido?

Tiró de su mano, llevándole entre la marabunta de gente hasta un grupo de lo más variopinto, este se encontraba apartado en un lado y todos sus integrantes tenían o bien una copa o un cigarro en la mano. Aprovechó mientras su amiga les saludaba, con dos besos para sorpresa del rubio, para observarles con el ceño fruncido. La primera era una chica rubia, pequeña y delgada, su figura enfundada en un vestido de cuero negro y una chaqueta vaquera con un símbolo de un cuchillo en el bolsillo, botas negras y altas, parecidas a las de Aitana y el pelo suelto cayendo despeinado por sus hombros. Tenía una copa medio vacía en la mano y estaba apoyada en una moto roja, al lado de otro chico algo más alto que ella. La rubia saludó a su amiga con efusividad, estrechándola entre sus brazos y dejando un beso en su mejilla bajo la atónita mirada de Raoul que no daba crédito a lo que veía. ¿En qué momento Aitana había empezado a llevarse con esta gente? Siguió con su análisis visual y recorrió con su mirada el chico que se encontraba hablando con la rubia bajita de antes. Moreno y con el pelo alborotado sujetado por una bandana, sonreía a ambas chicas dejando ver la separación entre sus dientes mientras de sus labios colgaba un cigarro prácticamente consumido. Chaqueta de cuero negra, pantalones ajustados del mismo color y una camiseta blanca prácticamente transparente. Su brazo descansaba de manera informal sobre los hombros de la chica rubia y sus ojos parecían algo perdidos. Escuchó a su amiga gritar y poco después la vio lanzarse a los brazos de un chico nuevo, este bastante más alto y con los músculos más pronunciados. Sonrió mientras abrazaba a la chica y Raoul no pudo evitar fijarse en el azul de sus ojos, mordiéndose el labio al notar que solo llevaba una camiseta gris y se le marcaban los bíceps. El chico parecía ser el mayor de todos y estuvo a punto de permitirse sonreí cuando le vio hacerle cosquillas a Aitana. Apartó la mirada de ellos para fijarse en otra chica rubia que bailaba sola al ritmo del incesante ruido que salía de los altavoces, pues no se le podía llamar música. Era más alta y sus ojos verdes destacaban entre los demás, falda de cuero roja y top ajustado de lencería con una chaqueta negra y ancha sobre sus hombros. Se movía como si hubiese nacido para ello, provocando que la mirada de más de alguno (y alguna) se perdiese en sus caderas. Pero él no, a él nunca le habían llamado demasiado la atención las mujeres. Así que sus ojos se movieron de la chica rubia para buscar a la quinta última persona del grupo. Y entonces le vio a él.

corre | oneshot ragoneyWhere stories live. Discover now