Capítulo 4.

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Narra Mimi:

Aquella noche no fue fácil dormir, miles de preguntas se agolpaban en mi cabeza, una tras otra, sin dejarme apenas un respiro.

¿Qué hacía aquí? ¿Realmente estaba allí por mí? ¿Me habría perdonado pese a todo?

Ella no debería estar aquí, no es justo después de todo lo que pasó.
Ella debería estar lo más alejada de esto, debería haberme olvidado, debería dejarlo estar tal y como le hice prometer.

Me vino a la cabeza cuando Miriam se mudó a Granada para estudiar, llevábamos años planeandolo, era la única forma de vernos más allá de las vacaciones, pero quizá no salió todo como habíamos planeado.

Pensaba que viviríamos juntas, pero Miriam decidió alquilar una habitación en otro piso.

Aquel verano ella estaba rara, más fría, más distante, como si algo le atormentara, como si después de cada beso, de cada noche juntas, el remordimiento le ganara.

Meses después lo entendí todo, nosotras no éramos nada, nada más que eso que se quedaba en vacaciones, y que después de eso había más vida, otra vida mejor dicho.

Miriam tenía novio.

Un chico aparentemente correcto, encantador, de los que van como si tuvieran un mundo interior enorme pero que estan atormentados, de los graciosillos, de chascarrillo fácil, ese que hacía que ella riera a carcajada limpia y que a mi me mataba.

Miriam intentó explicármelo, pero no la dejé, estaba demasiado dolida como para escucharlo de su propia boca, simplemente lo acepté como pude y le dije que quería que siguiera en mi vida, como amigas.

Le tenía demasiado aprecio como para perderla o quizá no quería reconocer que seguía enamorada de ella hasta las trancas y que con verla feliz, me bastaba.

Todo siguió su curso durante unos meses, ella con él y la vida de pareja perfecta, eran como un matrimonio y a mi eso me ponía enferma, me asqueaba. Aprendí a tolerarlo, tampoco me quedaba otra.

Al final yo también conocí a una chica, no era lo mismo, tendía a comparar mis sentimientos y así se lo hice saber, ella me miró con ternura y me hizo ver que no todo tiene por qué ser tan intenso, que a veces necesitamos darnos cuenta de que el hecho de perder a alguien nos hace idealizar los sentimientos que teníamos, porque al fin y al cabo somos así, tendemos a añorar, a depender.

Aquella chica me ayudó a superarla, o eso pensaba hasta que un mes después aparecí en una fiesta con ella, en una fiesta en la que también estaba Miriam.

La presenté a mis amigas y todas dieron por hecho que éramos pareja, lo cuál no éramos ni pensábamos serlo, simplemente nos gustabamos y no teníamos ningún tipo de presión en darnos nombre.

Miriam también lo pensó, pude ver la incomodidad que se escondía tras su falsa sonrisa, lo cual me dejó algo descolocada.

Durante esa noche noté sus ojos clavados en nosotras, no terminaba de entender su comportamiento y no quería deducir nada, porque solo me haría daño a mi misma.

Estaba encendiendome un cigarro tranquilamente cuando me dí cuenta de que la pareja que discutía allí fuera eran Miriam y David.

Él acabó por subirse al coche y dejarla allí sola, me acerqué con cuidado a ella y se sobresaltó, tenía el rimmel corrido y no era capaz de mirarme.

-¿Estas bien? -dije buscando su mirada

Nuestras miradas se encontraron y rompió a llorar, la abracé hasta que logró calmarse un poco.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2019 ⏰

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