Vivir con un enamoramiento oculto no es fácil. Muchas veces los sentimientos se expresan de forma involuntaria a través de acciones, gestos, palabras. En realidad cualquier cosa es capaz de demostrar lo que siente un corazón.
En el caso de DongHyuck, son los celos su peor enemigo.
Para su desgracia, Mark Lee es el objeto de adoración en sus pensamientos y el único ser humano capaz de sonrojar sus mejillas con algo tan simple como una sonrisa, y así como era adorable y muy bonito, también era despistado y no se percataba de las tantas personas que tenían intenciones dobles con él, entre ellas DongHyuck, que si bien nunca trató de dejar a la vista sus sentimientos, ya casi todos sabían lo que éste sentía por el extranjero.
Al parecer, para los asiáticos un trozo de carne internacional era un platillo gourmet, porque desde que Mark Lee pisó tierras Coreanas, la orda de adolescente tratando de conseguir su atención se ha hecho cada día más grande.
DongHyuck no puede decir que el fue el primero en poner sus ojos sobre el chico, de hecho, en un principio sentía cierto rechazo hacía él. Aún así, fueron distintas circunstancias las que lo llevaron a acercarse más al chico con risa de hiena. Y bueno, un día sólo se vio enamorado, sin vuelta atrás, y con unas ganas tremendas de arrancar el brazo de Na Jaemin.
Recuerda perfectamente el día en que descubrió sus propios sentimientos. El chico de cabellos rosados era alguien social por naturaleza, los gestos cariñosos eran parte de su encanto natural, incluso el mismo DongHyuck había recibido una que otra caricia por parte de él. Aún así, su corazón se oprimió dolorosamente cuando los delgados dedos de Jaemin peinaron el sedoso cabello de Mark Lee.
Su sangre hervía por dentro y el quería estar en ese lugar, ser capaz de sentir en primera persona la textura de esa hermosa cabellera... Y entonces comprendió que sus puños apretados, sus dientes masticando ansiosamente el labio inferior, o sus ojos fijos en la escena, no eran reacciones normales.
En ese momento a penas se atrevía a mirar los ojos del extranjero, recién había descubierto sus sentimientos y lo evitó por una semana entera en la que Mark sólo se limitaba a saludarlo, luego darse la vuelta y caminar en otra dirección cada vez que DongHyuck lo rechazaba con un simple gesto de desdén.
Pasaron días hasta que el moreno decidió disculparse, y fue el mismo Mark Lee quién aceptó todo con una bonita sonrisa de idiota y peinó con sus dedos el cabello castaño con destellos de DongHyuck.
Quizás no era la misma sensación de él acariciar al extranjero, pero sentirlo de esa manera hizo que sus mejillas se tornaran color carmín y un tartamudeo inentendible saliera de sus labios. Se había sentido como un cachorrito siendo acariciado por su dueño. Tal vez ser propiedad de Mark no sonaba tan mal en la cabeza del menor, sólo debía cambiar la palabra cachorro por novio, y sus fantasías estaban cumplidas.
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— Así que... ¿Te gusta Mark? — él lo hizo. Joder, se atrevió a preguntarle eso cuando entre siete personas reunidas, estaba el mismo sujeto protagonista de la incógnita.
DongHyuck golpeó el hombro de Jeno, dándole una mirada de advertencia antes de asentir disimuladamente. Estaba seguro de que Lee ni siquiera había escuchado el inicio de la pregunta. A veces odiaba un poco que fuese tan distraído.
— Lo hace, pero jamás se va a dar cuenta. — Un suspiro cansando salió de sus labios. Justo en ese momento la campana del receso sonó, avisando a todos los estudiantes que debían volver a tomar dos horas de aburridas clases.
Jeno sólo posó una mano sobre su hombro, dando un corto apretón en señal de apoyo, y luego salió del comedor tan rápido como el resto de cuerpo estudiantil. En cambio, DongHyuck permaneció sentado, cuestionándose por qué cada vez habían más personas que percibían su enamoramiento hacia el canadiense.
