5

270 57 48
                                    

Acomodo mi vestido rosa y voluminoso antes de subir al auto de mi papá. Mi primo está esperando afuera del salón, listo para entrar conmigo. Cuando contacté a Valentín Teen para confirmarle que fue aceptado, se enojó y no quiso venir porque seguía haciéndolo un jueves y no un sábado. Yo no voy a cambiar esta fecha especial por nada ni nadie.

Llegamos al lugar y comienzo a llorar al ver a Octavio con el pelo engrasado, la cara inflamada e irritada, un traje blanco que le queda enorme y una sonrisa amarilla.

—¡Ay, se emocionó! —susurra mi papá con ternura.

Si supiera que estoy llorando de la vergüenza.

Es ahí cuando lo veo saliendo de detrás de mi primo. Abro la boca y contengo un grito de sorpresa. Un hermoso joven, con dentadura perfecta, rasgos absolutamente masculinos a pesar de no tener más de diecisiete años, de cuerpo robusto, pero sin exagerar, y el cabello brillante y sedoso que dan ganas de acariciar.

—¡Vos! —Lo señalo y salta por el susto—. ¿Cómo te llamás?

—Valentín, ¿por qué? —cuestiona. Mi estómago cosquillea.

¡Mi Valentín número quince! Esto es perfecto, mi sueño hecho realidad. Lo agarro del brazo y lo tiro hacia mí.

—Vas a ser mi pareja —le digo. Abre los ojos como platos y comienza a negarse a la vez que mi primo se queja—. Es solo por seis horas, no es para tanto. Porfis.

Valentín suspira y asiente.

—Bueno, allá vamos —dice.

Las puertas se abren y sonrío saludando a los invitados, que estallan en carcajadas al escuchar la canción con la que entro. ¿Por qué está sonando Macarena de Los del Río si yo pedí que pusieran cualquiera de Christina Aguilera?

Mi querido acompañante, al notar mi expresión confundida, ayuda y se pone a bailar. Me río y me encojo de hombros mientras imito los pasos y bailo con él, desfilando hacia el centro de la pista. Todos aplauden fuertemente. ¡Preciado San Valentín, amigo de mi primo Octavio!

Hasta la mitad de la noche, todo va perfecto. Sube la banda contratada por mi papá al escenario para poner a bailar a los invitados, que ya están bastante alegres.

—¡Nosotros somos Los perros borrachos de la calle y vamos a tocarle una hermosa canción a la quinceañera! Esta canción se llama... ¡Punto com! —expresa el cantante en un grito.

Empieza a sonar la cumbia y los invitados se ponen a bailar en medio de la pista. Hasta que noto algo raro...

Los catorce Valentines a los que entrevisté están peleando por mi amor. ¿Esto es una broma? No solo entraron sin permiso, sino que también están haciendo escándalo.

Mientras suena la banda de fondo, el cantante desafinando como un perro, haciéndole honor al nombre del grupo, los catorce chicos comienzan a las piñas.

—¡Es mía! —exclama Valentín Teen. Abro la boca sorprendida. 

—¡No, es mía! —replican cinco a la vez.

Ah, bueno, la que faltaba. Brenda se acerca corriendo hacia mí, con la mirada desesperada y con respiración agitada.

—¡Se están peleando! —chilla—. ¡En el baño de las chicas se están tirando de los pelos porque Ana no quiso convidarle un pedazo de milanesa a Martha! En el baño de los hombres está llorando Pedrito porque su perra está preñada y no quiere ser abuelo. ¡Esto es un descontrol! Para colmo, perdí mi banana de nuevo.

—¡Ay, no! —murmuro. Los catorce muchachos siguen a las piñas. El perro cantante sigue gritando cada vez más fuerte. El peor quince y San Valentín del mundo. Es hora de ponerle fin a esto. Me meto entre los jóvenes para separarlos—. ¡No soy de nadie! —afirmo con seguridad. Me miran como si estuviese loca.

—¿Quién habló de vos? —cuestiona el youtuber mirándome de arriba abajo—. ¡Nosotros queremos eso!

Señala al piso y mi vista se nubla. ¿Eso es lo que creo que es? ¡La banana podrida de Brenda! ¿Qué hace acá?

Le aviso con la mirada que su fruta asquerosa está ahí y se mete a pelear con los chicos. Descubro que no la quiere tirar porque se la dio su novio hace un mes. ¡Puaj!

Cansada, llego hasta mi mesa, me siento con tranquilidad y termino de comer mientras veo el salón arder.

Una mano sobre mi hombro llama mi atención y observo a mi hermoso Valentín. ¡Viene para decirme que le gusto y que quiere ser mi novio, seguro!

Me levanto para besarlo, pero da un paso atrás y me mira con lástima.

—Cielo, sos preciosa y me encantaría salir con vos —comienza a decir. Esbozo una sonrisa de oreja a oreja—, pero no puedo... Soy gay y salgo con tu primo.

Derrotada, vuelvo a sentarme y continúo comiendo. Hermoso San Valentín, inolvidables quince...

Al otro día

Oops! Această imagine nu respectă Ghidul de Conținut. Pentru a continua publicarea, te rugăm să înlături imaginea sau să încarci o altă imagine.

Al otro día.

Mi papá mira el periódico con expresión divertida y me pasa la hoja. Abro la boca sorprendida.

Valentín Teen dijo que asistió a la mejor fiesta del siglo.

Los perros borrachos de la calle dijeron que tocaron con el mejor público del mundo.

Y veinte Valentines se ofrecieron a ser candidatos para mi futuro cumpleaños. Mi nombre es tendencia en Twitter y de repente me convertí en la quinceañera más afortunada del planeta.

Bueno, después de todo, ¡fue la mejor (peor) fiesta de mi vida!

Quince ValentinesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum