Epílogo (Parte Uno)

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Muerdo mi labio con algo de fuerza sintiendo como mi corazón ansioso palpitar en mi pecho, aun. Creo que en cualquier momento saldrá corriendo de mi caja torácica a por unas vacaciones. Además, no sólo es ansiedad sino también emoción y expectativa.

¡Maldición! Sólo quiero que todo salga perfecto.

― Si no dejas de moverte harás un hueco en el piso ― comenta Jed con tranquilidad.

Le frunzo el ceño.

― Estoy a punto de tener una crisis nerviosa ¿y eso es lo que te preocupada? ― digo cruzando mis brazos, la respuesta que obtengo es un lacónico encogimiento de hombros.

― Tranquila, Nessa. Todo saldrá bien ― asegura mi mejor amiga.

La veo terminar los últimos detalles de uno de los tantos bocadillos que se encuentran sobre la mesa de la cocina. Sonrío involuntariamente cuando su esposo intenta tomar un dulce pero ella le da un golpe con su mano.

― Eso espero ― murmuro.

― Verás que sí ― me sonríe ―. La comida ya está lista, los invitados empezaran a llegar en alrededor de media hora y Roman está distrayendo a Will.

― Es cierto, Vanessa ― la apoya asintiendo.

Tuerzo mis labios en una mueca ladina.

― ¿Y si de repente quiere regresar y Roman no logra detenerlo? ― manifiesto una de las posibilidades con nerviosismo.

Roman prometió distraerlo mientras nosotros preparábamos todo. Al parecer inventó una mala excusa que sólo funcionó por las insistencias del primero. Hace unas horas me mandó un mensaje diciéndome que se encontraban en el gimnasio. Quise golpearlo, pues no pudo ser más obvio para dejarle saber que algo pasaba. Aunque sé que Will no es tonto, ya sabe que tratamos algo.

Solamente espero que lo pueda distraer el tiempo necesario.

Estamos en el apartamento de mi novio y su primo. Desde que se graduaron, decidieron buscar un lugar un poco más grande, que lograron conseguir después de meses de búsquedas de un lugar que se ajustara a su actual presupuesto. Roman trabaja como profesor de matemática en la Preparatoria Wilkens -lo sé, pobre de sus estudiantes-, y mi Will sigue enviado varios currículos en espera de algún llamado, actualmente tiene un trabajo temporal en una pequeña empresa de venta de víveres.

― Eso no pasará ― niega el chico ―. Estoy cien por ciento seguro de que Will sabe que le tienes planeado una fiesta sorpresa.

― En eso tienes razón.

Le tiende una mano a Maddie quien no duda tomarla con una pequeña sonrisa, él tira de ella arrancándole un gritido que pronto se convierte en una risa, deposita un beso en su mejilla.

Me alegra verlos de nuevo. Desde hace tiempo la parejita viven juntos en una casa en el centro de San Francisco. Ellos decidieron venir cuando les conté lo que tenía planeado.

― Lo que sin duda no sabe es lo que le espera ― ríe entre dientes.

― Oh, sí ― aplaude como niña ―. Estoy emocionada. Ya quiero ver su reacción.

Río también.

― Y yo. Créeme.

― Todo saldrá bien ― me guiña un ojo Jed.

― Bueno. Terminemos de organizar todo ― indica mi amiga poniéndose de pie y dándonos ordenes, lo cual resulta gracioso porque por más que intente ser intimidante con sus mandatos simplemente no lo consigue.

Nuestras risas se escuchan por todo el lugar. A los pocos minutos, y tal como lo dijo Maddie, los invitados empiezan a llegar -los cuales son casi la mitad de los inquilinos vecinos-, por lo que acomodamos una mesa para los regalos. Obviamente me encargué de dejarles saber anteriormente a cada uno de ellos que la fiesta era de "traje" y que no hablaba de vestimenta. Recuerdo que cuando mi amiga se enteró quiso golpearme con un zapato, alegando que era una sinvergüenza, pero ya era tarde.

Poco a poco el espacio empieza a llenarse de más y más personas por lo que los tres no dejamos de movernos para atenderlos y terminar de arreglar uno que otro detalle.

Cada vez que miro la hora en mi reloj siento que el nudo en mi estómago se ajusta más y mi corazón se convierte en un tren a toda marcha.

Realmente deseo que todo salga bien hoy.

Con Will llevamos dos años y cinco meses de noviazgo, y aunque obviamente hemos tenido nuestros altibajos, no hay nada que una conversación o una larga sesión de sexo no ayude. Debo admitir que me sorprendió ―y claramente me fascinó― conocer esa otra faceta de él, un lado atrevido y juguetón que suele sacar a flote raras veces. Eso no quiere decir que no me encante su lado tierno. ¡Por Dios! Si yo amo hacerlo sonrojar.

Ese chico me tiene, sin duda alguna.

Cada vez que pienso en cómo se dio todo, me siento un poco avergonzada por haberlo chantajeado ―a pesar de que tiempo después le aclaré que nunca tuve pensado en delatarlo―, pero sobre todo, me siento feliz de haberme arriesgado a hacer algo tan intrépido porque eso nos llevó a este presente. Y sé que él también lo agradece. Y sobre todo no me arrepiento de haberle propuesto enseñarle a dejarse llevar, porque ambos aprendimos muchas cosas, como amar y confiar, en el transcurso. Y espero que lo sigamos haciendo en el camino de nuestras vida; un camino que sé que compartiremos por un largo, largo tiempo.

Dejarse Llevar [Trilogía Buenos Amores #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora