**Pillados**

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Después de desayunar Hermione fue a su clase de Aritmancia y Harry, Ron y yo seguimos a Parvati y Lavender al vestíbulo, pues teníamos clase de Adivinación.

-¿No hemos de subir a la torre norte?- preguntó Ron desconcertado al ver que Parvati no subía por la escalera de mármol.

-¿Cómo quieres que Firenze suba por esa escalerilla? Ahora las clases de Adivinación se imparten en el aula once. Ayer pusieron una nota en el tablón de anuncios.- La chica lo miró desdeñosamente por encima del hombro.

El aula once estaba en la planta baja, en el pasillo que salía del vestíbulo, al otro lado del Gran Comedor.

Sabía que era una de las aulas que no se utilizaban con regularidad y que por eso en ella reinaba cierto aspecto de descuido, como en un trastero o en un almacén.

Por ese motivo, cuando entré detrás de Ron y me encontré en medio del claro de un bosque, me quedé momentáneamente atónita.

El suelo del aula estaba cubierto de musgo y en él crecían árboles, las frondosas ramas se abrían en abanico hacia el techo y las ventanas y la habitación estaba llena de sesgados haces de una débil luz verde salpicada de sombras.

Los alumnos que ya habían llegado al aula estaban sentados en el suelo, apoyaban la espalda en los troncos de los árboles o en piedras y se abrazaban las rodillas o tenían los brazos cruzados firmemente sobre el pecho.

Todos parecían muy nerviosos.

En medio del claro, donde no había árboles, estaba Firenze.

-Harry Potter y Deidre Weasley.- nos saludó éste.

-Hola. Me alegro de verte.- me acerqué al centauro y le tendí una mano, sonriéndole afablemente.

-Y yo a vosotros. Estaba escrito que volveríamos a encontrarnos.- dijo Firenze inclinándose.

Reparé en que Firenze tenía la sombra de un cardenal con forma de herradura en el pecho.

Al volverme para sentarme con el resto de los alumnos en el suelo del aula vi que todos nos miraban sobrecogidos.

Al parecer les había impresionado mucho que tuviera tan buenas relaciones con Firenze, ante quien se sentían profundamente intimidados.

Tan pronto como se cerró la puerta y el último estudiante se hubo sentado en un tocón junto a la papelera, Firenze hizo un amplio movimiento con un brazo abarcando la sala.

-El profesor Dumbledore ha tenido la amabilidad de arreglar esta aula para nosotros imitando mi habitat natural. Yo habría preferido impartir estas clases en el Bosque Prohibido, que hasta el lunes pasado era mi hogar, pero no ha sido posible...- dijo Firenze.

-Perdone... humm... señor, ¿por qué no ha sido posible? Ya hemos estado allí con Hagrid y no nos da miedo.- dijo Parvati tímidamente.

-No es una cuestión del valor de los alumnos, sino de mi situación. No puedo regresar al bosque. Mi manada me ha desterrado.- explicó Firenze.

-¿Su manada? ¿Qué...? ¡Ah! ¿Hay más como usted?- preguntó Lavender atónita.

-¿Los crió Hagrid, como a los thestrals? Bueno... no quería... Es decir... lo siento.- se disculpó con un hilo de voz Dean Thomas al darse cuenta que había hecho un comentario ofensivo.

-Los centauros no somos sirvientes ni juguetes de los humanos.- declaró Firenze sin alterarse.

-Perdone, señor, ¿por qué lo han desterrado los otros centauros?- Se produjo una pausa y entonces Parvati volvió a levantar la mano.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //5//Where stories live. Discover now