Historia Central: el origen del universo.

Capitulo-1.--Bienvenida a la verdad

Hace tiempo pasó esto, yo no puedo olvidarlo y creo que ellos tampoco, ese día sabían que era el inicio de una nueva vida.

Recuerdo que era un día normal, siempre salía tarde de la escuela, constantemente me dejaban limpiando el salón y continuamente se me hacía imposible decir que no, cuando terminaba al salir yo no tenía otra que irme caminando a la casa donde me tardaba media hora en llegar, mi familia no tenía el dinero para mandarme en taxi, y cuando había decidían que como ya estaba acostumbrada no me daban nada de efectivo, en el transcurso del camino para llegar más rápido atravesaba por una calle que estaba llena de drogadictos y vagabundos tirados en las banquetas enfrente de unas casas dañadas, por suerte siempre cargaba con varias botellas de gas pimienta, cuando por fin llegue a la calle de mi casa al lado tenía que recoger de mi vecina a mis hermanos pequeños, de siete años gemelos, de apariencia parecida a la mía, ojos cafés y cabello castaño pero más oscuro, para toda la gente son dos ángeles caídos del cielo pero lo que no saben es que son demonios disfrazados.

Cuando cierro la puerta de mi casa la pesadilla empieza, ellos empiezan a correr por todas partes, yo los persigo para que no se hagan daño pero son dos y yo solo una, les doy juguetes y les pongo sus caricaturas y por un rato se calman, hasta que empiezo a preparar la cena ellos se ponen a cada lado mío y empiezan a empujarme de un lado a otro, yo preocupada trataba de alejarlos del ese lugar, pero al discutir el sartén que estaba calentando se me resbaló, para que no cayera en uno de ellos dos lo único que pensé fue agarrarlo con la mano, lógicamente me queme, entonces ellos dos se fueron a sentar en el sillón mientras yo me retorcía del dolor, aun así en esa situación debía de hacer la cena para cuando mis padres llegarán, cuando terminé me puse pomada en la mano y me la envolví con las vendas que había.

Cuando comencé a hacer mi tarea, ellos volvieron. Empezaron por jalar mi cabello después a rayar mis cuadernos con crayones, recuerdo que siempre me regañaban los maestros por tener así las cosas, no pude más y les grité, en ese momento mis padres abren las puertas y mis hermanos fueron con un llanto fingido hacia ellos, antes de que dijeran algo yo hablé y les explique lo que había pasado pensando que algo podría pasar pero como siempre:

—Sofía estas castigada — mi madre dijo

Yo en medio de casi llorar por el dolor de la mano que aun molestaba le pregunté — ¿por qué? Si yo no hice nada malo —.

— Es obvio que tu estas culpando a tus pobres e inocentes hermanos — respondió mi padre—ellos son niños hija no dañarían a una mosca, verdad niños —.

— Si — ambos lo dijeron sonriéndoles con la mejor cara que podían poner.

— ¿Por qué nunca me creen? soy yo la que sufre y la que sale lastimada físicamente, ya estoy cansada ya no quiero cuidarlos, — les dije con una voz desesperada esperando que así me hicieran caso pero no funcionó.

— Es suficiente Sofía estas castigada y sin cenar por tres días— mi madre me dijo en un tono muy enojada.

Yo solo les grité —¡¡¡¡¡ LOS ODIO!!!!— y me fui corriendo a mi cuarto mientras me iba oí — ¿quién quiere pizza? — Con más coraje cerré mi puerta con candado y atravesé mi cajonera, yo no quería que ellos volvieran a verme, no por ahora estaba muy enojada y triste, me resigne de que mis padres no me amaban solo me la pasaba pensando (quiero otra vida diferente) y entre lágrimas me quedé dormida.

No sé cuánto tiempo paso pero cuando desperté ya no me encontraba en mi cuarto, ni en mi casa, ni siquiera en dentro de la ciudad, si en un vagón de tren, por las ventanas no se veía más que oscuridad y no había nadie más dentro, las puertas estaban cerradas, estaba confundida yo no sabía que estaba pasando. Pensé que todo era un sueño pero aun sentía la quemadura en mano así que no lo era. Unos minutos después de llamar a alguien el tren hizo una bajada muy larga y posteriormente se detuvo.