Capítulo 3

455 30 18
                                    

La lucha duró horas, pero con Fukawa muerto, no importaba cuántos fuesen, él había ganado.

La mayoría se rindieron, los que no lo hicieron, incluído Hiro, murieron.

Aunque Tomo también perdió a alguno de los suyos.

Cuando todo terminó, Tomo se agachó al lado de Fukawa. Al hacerlo emitió un sonido de dolor pues la golpiza que se había llevado no era pequeña.

-Todavía no te he contestado.- Sonrió.- Si le hubieses dado una pistola a Shuun sin duda seguirías vivo.- Tomo se intentó incorporar, pero necesitó la ayuda de uno de sus hombres para hacerlo.- Registradlo todo, seguro que hay algo.- Se sentó en una silla. Entonces, uno de los subordinados de Fukawa habló.

-Señor... si está buscando el anillo de Tachimukai, aquí no lo va a encontrar.- Tomo se le quedó mirando.

-¿Dónde está?- El hombre no contestaba así que Tomo se levantó aguantando el dolor de sus heridas y se acercó a él cogiéndolo del cuello de la camisa.- He preguntado que dónde está.- El hombre dudó. Miró unos instantes a Fukawa y después le plantó cara a Tomo.

-Te lo diré solamente si prometes que nos llevarás contigo.

-¿Eh?- Tomo se sonrió.- ¿De verdad piensas que voy a confiar en tu gente?

-De otra forma no nos dejarás vivir, y aunque así fuera no tendríamos a dónde ir. No es que me guste la idea de servirte a ti precisamente.- Tomo suspiró y le soltó.

-Está bien, habla.

-Narasaki...- Tomo palideció de repente al escuchar ese nombre.

-¿Qué has dicho?- Esperaba de todo corazón no haber escuchado bien.

-Lo tienen ellos. Llegaron un día, no sé cómo se enteraron de que lo teníamos nosotros. No tuvimos más opción que entregárselo.

-¡Mierda!- Tomo le dio una patada a la silla más cercana, lo que hizo que se desequilibrara y cayera al suelo.

-¡Jefe!- Gritaron sus hombres ayudándole a levantarse.

-Vámonos, no merece la pena enfrentarse a ellos por ese anillo.

Y caminaron de vuelta a sus vehículos, a su mansión. De camino recordó la cara de Shuun justo antes de que Fukawa muriera. No entendía por qué lo había matado en vez de a él. Por otra parte, era otra preocupación, había salido corriendo y no pensaba que fuese a buscar a otros yakuzas para que le protegieran. Esta vez estaba seguro de que había ido a la policía. Lo peor de todo es que ni él ni sus subordinados se encontraban en condiciones de enfrentarse a una persecución.

Por el momento decidió esperar, tal vez un par de días, antes de hacer cualquier movimiento. Se miró las manos. Todavía no sabía por qué razón le había protegido. Si no le hubiera empujado, Hiro le habría matado y ahora no estaría en ese problema. Suspiró.

Llegaron por fin a la entrada de la mansión. Los pocos hombres que se habían quedado allí le dieron la bienvenida. En sus caras se veía la incredulidad, nadie pensaba que fueran a regresar sanos y salvos.

-¡Hiroguchi-dono!

-¡Jefe!- Se inclinaban ante él.

-¡Hiroguchi-dono! Hay algo que debes ver.- Uno de sus hombres se presentó ante él. Tomo suspiró. Pensó en decirle que esperase pero tenía pinta de ser algo importante, así que se separó del resto del grupo y le acompañó.

Miró a su alrededor conforme caminaban en dirección a lo que parecía ser uno de los sótanos. Era extraño, pues ese lugar solamente se utilizaba para castigar a alguien o torturarle. Se le pasó por la cabeza que hubiesen encontrado a algún otro infiltrado pero cuando abrió la puerta le dio un vuelco al corazón.

Systemless (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora