Sombra

127 11 0
                                    

El suave y tibio aliento mantenía la calidez en sus manos rojizas, para que pudiera seguir frotando sus piernas desnudas, incomoda estando ubicada en el cordón de la vereda, queriendo combatir con el frió, después de una larga caminata.





El punzante dolor en la cabeza había disminuido, la sangre ya se había secado, no tenía su teléfono para llamar a su amiga, no podía contactar con ella.







-... ¿candy?... - volteo en ambas direcciones buscando una voz que la consuele para alejar de su mente ese vació desprecio que le cayo encima. -... candy...-







Una y otra vez levanto la voz en su llamado, pero la única respuesta fue el grillar de aquellos insectos que anunciaban su soledad en la abrumadora oscuridad nocturna.





Una muñeca usada y rota, era la esencia que reflejaba la presencia mas estable de su mera existencia. Toriel se sintió amenazada y la desecho como si se tratara de un juguete en mal estado, mientras las viejas palabras de sans caían en picada sobre su cabeza como si se quisieran burlar de ella.





Apretó los dientes con fuerza, un sentimiento de odio la fortaleció, no iba a derrumbarse ahora, estiro sus piernas y se puso de pie de inmediato, no era momento de llorar, necesita un lugar donde hospedarse esa noche y continuar adelante como siempre lo ha hecho.





La respiración pesada le hacía doler el pecho, el abasto frío prensaba su piel como si le repartiera golpes y patadas con la intención de arrojarla al piso. Volvió a mirar hacía ambos lados de la zona donde se encontraba ahora.





Una calle con apenas una que otra puerta de hogar para enseñar, el vació notorio de la nada, le dio un temblor que no era específicamente por el frió esta vez. El ruido era tan sordo que hasta podía escuchar el eco de su propio latir. Volvió a respirar de manera pesada. La oscuridad estaba al acecho de su presa.





Su garganta se seco, un ruido se hizo presente, pero este no era uno que la hizo sentirse confortable. Un paso seguido de otro cuyas pisadas parecían prevenir un calzado tan duro como si quisiera acercarse a ella para aplastarla.

Mas allá del gritoWhere stories live. Discover now