Capítulo 1

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Capitulo dedicado a PremiosGemasPerdidas

No podía creer lo que el doctor le estaba explicando.
Supuestamente Pablo Prato, un empresario muy destacado en el mundo de las fianzas, había ido para hacerse un chequeo debido a que llevaba días encontrándose algo indispuesto.
Se encontraba solo con sus manos apoyadas firmemente en sus rodillas escuchando sin poder creer que su vida terminará en meses.
Tenía cáncer en estado de metástasis, por lo que ya no había nada qué hacer para salvar su vida.

Aquel hombre dejó su cabeza caer, rezando por su hija Dania.
Para Pablo no le daba miedo la muerte,   le preocupa más dejar a su hija sola y con la carga de la empresa.

Salió de la consulta y fue directo hacia el cementerio, dónde allí tenía enterrado a su mujer e hijo. Los cuales murieron hace algunos años.
Se dejó caer de rodillas sin poder soportar más aquel agudo dolor que lo mataba más rápido que la propia enfermedad.
Lloró como un niño durante un buen rato pidiendo a Dios y a sus seres queridos para poder encontrar una solución acertada con el miramiento de no dejar sola y desamparada a su hija.
Apenas tenía veinte y cuatro años, se encuentra estudiando periodismo. Dania había sufrido mucho durante años cuando perdió a su hermano y madre.
Tanto padre como hija abrazados diariamente al recuerdo y al amor de sus seres queridos, se prometieron continuar adelante.
Y ahora, la tragedia había vuelto a golpearlos.

Pablo se limpió su rostro y se marchó del cementerio pensando en Dania.
Caminó con sus manos metidas en los bolsillos sin apartar sus ojos del suelo.
Así era como se sentía. Triste y hundido.

Buscó su auto y se marchó de nuevo hacia su empresa.
Al llegar pidió a su secretaria no ser molestado.
Aún tenía muchas cosas que hacer antes de que su cuerpo se fuera debilitando y él se despidiera para siempre de este mundo.
Tomó asiento dejando caer su cabeza en el sillón dejando entrever una pequeña gota tras otra y a cual más cargada de condena.

Al anochecer, Pablo llegó a casa. Como siempre hacía buscó a su hija en su habitación la cual se encontraba preparando sus exámenes.
Tocó la puerta ocultando de alguna manera el castigo que le estaba tocando vivir disfrazándolo con una habitual alegría, tomó asiento cerca de su hija preguntándole como le había ido el día.

— Estoy bien papá, hoy hemos tenido dos exámenes algo difíciles, pero pienso que  he aprobado. Después me marché con Meri y Niko a comer y después volví a la biblioteca para coger unos apuntes y bueno aquí estoy estudiando.— Pablo miró con orgullo y cariño a su hija tragándose el dolor que le suponía dejarla para siempre. Apenas Dania ya había sufrido demasiado con la pérdida de su hermano y madre como para saber que también lo perderá a él.

— Bueno... No me has contado lo que te ha dicho el doctor. Espero que sean buenas noticias papá.

— No me ha dado aún los resultados, tengo que hacerme una prueba más y después de unos días me dará los resultados.

— Vaya. ¿Cómo te encuentras te veo algo pálido?

— Estoy bien hija. Estoy bien, ahora ven vayamos a ver fotos y hablemos un poco sobre ti.

De alguna manera quería poder disimular la angustia instalada en su pecho. Necesitaba pasar más tiempo con su hija, todos los minutos que estuviera con ella serían la manera de poder despedirse quedándole un sabor agridulce.

Mientras Dania descansaba, Pablo permanecía recostado en un sillón intentando sujetar la ansiedad que lo ahoga lentamente al no poder decirle a su hija lo que en verdad le sucede. Antes debe buscar alguna solución para no dejarla desamparada y sola.

TRISTE REALIDAD Where stories live. Discover now