Capitulo 4

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Luke insistió en que su chofer nos llevará a casa.

Subimos nuestras bicicletas al auto, y nos sentamos en silencio todos juntos.

Nadie tenía muchas ganas de hacer algún comentario, o bromear con respecto a la jaqueca de Luke.

Observé por la ventanilla, donde pasaba rápidamente una secuencia de imágenes de Santa Bárbara.

Hermosas y amplias avenidas, árboles y palmeras, chicos patinando y montando en patineta en la costanera.

Todo el mundo sonreía, compartían un helado, o simplemente se bronceaban en la playa.

Era triste pensar que todo esto desaparecería. Tendríamos amigos diferentes, una casa nueva, una escuela completamente distinta y un idioma que aún no comprendíamos del todo bien.

La peor parte, era el comunismo en Cuba. Las relaciones con Estados Unidos no son buenas. En clases habíamos escuchado sobre la privación de derechos, y la precaria situación de los habitantes.

Pero mamá nos explicó que nosotros no tendríamos que pasar por eso, ya que iríamos solo por un tiempo determinado, a causa de su trabajo nuevo, como gerente general de un maravilloso hotel en Varadero, tendríamos todas las comodidades que quisiéramos.

Por otro lado, papá nos explicaba que la educación y la salud eran realmente muy buenas, y que teníamos que abrirnos de mente a lo que conoceríamos allá. Eso no quiere decir que yo y Taylor no tuviésemos nuestras dudas al respecto ya que, de todas maneras, llegaríamos a un mundo que estaba atrasado cincuenta años. Aún se veían esos autos de las películas en blanco y negro, y chicos jugando a las bolitas.

Debía aceptar nuestra realidad. Retrocederíamos en el tiempo, y debíamos adaptarnos.

Lo haríamos por papá.

Al llegar a casa, todos bajamos del lujoso automóvil. Austin nos ayudó a descender las bicicletas.

Era la hora de despedirse de todos.

Luke me abrazó, y me regaló una de esas maravillosas sonrisas que siempre lograban contagiarme y me hacían querer sonreír a mí también. Cuando nos separamos, sentí que su mano dejaba algo en mi bolsillo del cardigan.

Al observar mi expresión de incredulidad, me sorprendió con un guiño.

Al tocar mi bolsillo, pude sentir un pedaso de papel.

Lo leería más tarde.

Luego me dirigí a Austin, el cual se le veía muy triste. Asi que intenté de subirle el animo.

- ¡Hey Austin! Ya volveré y podrás molestarme todo lo quieras. No te pongas así... Pondrás a mi hermano triste también. – No podía evitar conmoverme.

- ¡Muy graciosa! Será casi imposible encontrar a una chica como tú, eres la única que puede llevarnos el ritmo... - Eso había sido amable. – Toma, tengo algo para ti, para que no se olvide que estamos aquí. -

Austin saca un pequeño retrato en un marco muy bonito, donde estábamos todos en una de nuestras primeras noches de football. Yo tenía mi típica gorra negra, Luke exponía una enorme sonrisa forzada y muy graciosa, Taylor estaba intentando de quitarme mi gorra y Austin en una esquina, con la polera del equipo de los Reims.

Era realmente un buen regalo.

Le dí un beso en la mejilla, para agradecerle su regalo. Y me devolvió una linda sonrisa.

Antes de despedirme de Vince, veo una pequeña chica de cabellos color miel, llegar a toda prisa en sus patines. Era Mimi.

- ¡Bonjour Nick! ¿No te irás sin despedirte verdad? – Luego de su pregunta, se estrelló contra mí para obsequiarme un gran abrazo de oso. – ¿Cómo lo pasaron ayer? Espero que Vince se haya comportado. –

Sonreí, ella era así. Nunca se guardaba nada para ella.

- Yo igual te voy a extrañar mi pequeña parisina. Dame un abrazo amiga. – Nos abrazamos y Mimie deposito dos tiernos besos en cada mejilla.

- Los franceses saludamos y despedimos con dos besos. –

Luego de eso, Vince se acercó a mí para regalarme el último abrazo antes de partir.

- Surfear sin ti jamás será lo mismo Brooks. Guardaré nuestro lugar secreto, te lo prometo. – Mientras hablaba deslizo un pequeño sobre en mi otro bolsillo.

¡OTRA MÁS!

Luego de derramar algunas lágrimas, y prometer que nos volveríamos a ver. Mis padres sacaron las maletas de la casa para esperar el taxi.

Al subirnos y acomodarme en el asiento, vi cuatro pequeñas caras, observándonos y despidiéndose con la mirada a través de la ventana.

Cuando el auto avanzó, esas pequeñas caritas comenzaron a desaparecer hasta dejarlas atrás por completo.

Jamás podría olvidarlas...

Una dificil decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora