Capítulo 1

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Cuando Kai subió a la azotea Torin ya se encontraba esperándole. Los guardias a sus espaldas ocuparon sus posiciones, tan firmes y frías como siempre, mientras él tomaba lugar a lado del antiguo consejero y fiel amigo de su padre.

—Llega algo tarde, su Majestad —. Observó el hombre. Su mirada estaba fija en un punto brillante en el cielo, apenas tan grande como un puño, la nave de la reina lunar, que se encontraba, en ese momento, descendiendo hacia esa misma azotea. El chico tomó un respiro antes de hablar.

—Lo lamento, hubo algo de... tráfico en el camino. Hay problemas con los preparativos —. Torin apartó la mirada del cielo y se giró hacia él.

—Ayer pasé por cada sección revisando que tuvieran todo preparado, ¿qué ha pasado? —. El hombre permanecía calmado, sin embargo, Kai podía ver la angustia en sus ojos.

—Nada grave, pero parece que una de las doncellas que serviría a la reina ha tenido un accidente. Ahora mismo todos en el palacio están cumpliendo un papel, y encontrar a alguien que pueda suplantarle es...

Torin le miró expectante.

—...les he dicho que relevaran a una de las doncellas de la princesa, creo que sería más sencillo lidiar con su inconformidad que con la de la reina.

—Es un buen plan, aun así, creo que es prudente recordar que estamos tratando con lunares, uno nunca está consciente de lo que pueden hacer por un simple error —. Torin apenas terminaba de pronunciar estas palabras cuando el sonido de la aeronave por fin fue audible para sus oídos, como el susurro de problemas.

Kai asintió, y sin decir más, se giró con los ojos fijos en la reluciente nave. Él, como todos en la Tierra, había oído las horrorosas historias de los habitantes de Luna, y de lo que eran capaces de hacer cuando algo no les agradaba, aun así, una parte de él esperaba que no fueran del todo ciertas.

Cuando la aeronave aterrizó los nervios se apoderaron del joven emperador, haciéndole perder la compostura por un momento. Sin embargo, cuando la plataforma de aterrizaje se abrió él levantó la barbilla y puso la expresión más dura que pudo. Debía demostrar fuerza, equilibrio, control. Debía enseñarle a la reina Channary que no estaba allí para ser seducido por su magia, que no era solo un títere con una corona.

El primero en bajar fue un hombre con un uniforme blanco, parecido a una túnica, con runas en dorado dibujadas a su alrededor, luego dos hombres vestidos de rojo le imitaron, los tres se ubicaron a un lado de la plataforma. El chico respiró hondo. Cuando la figura de la reina apareció por la puerta Kai perdió un poco de su seguridad. Algo en su interior dio un vuelco. Era hermosa, tenía el cabello oscuro adornado con todo tipo de perlas, las cuales portaban un brillo cegador, aun cuando no había luz reflejada en ellas. Llevaba un vestido azul oscuro, que acentuaba su figura, pero lo más llamativo era su sonrisa de color rojo intenso, Kai supo de inmediato que esa sonrisa podría ganarse a todo un pueblo, podría poner a ejércitos a su merced, podría... Kai apretó los puños, la reina estaba jugando con su mente.

—Mis más sinceras condolencias por su pérdida, su majestad, mi hija y yo nos encontramos honradas de que usted haya aceptado recibirnos después de tan terrible suceso.

Kai apretó los dientes, hizo una inclinación con la cabeza y respondió —: Mi padre habría estado complacido de tenerlas de invitadas, por lo que para mí representa el mismo placer. Muchas gracias por sus condolencias y sean bienvenidas a la Tierra y a la Comunidad.

La reina le ofreció una sonrisa, Kai tuvo que esforzarse para resistirse a su don. Pero entonces la mujer se apartó del frente y por la rampa apareció otra figura, una un poco más delgada, Kai entrecerró los ojos antes de ver a la princesa Selene bajar hacia él. La reina era atractiva, de seguro, pero la princesa resultaba mucho más intrigante. Esta llevaba un vestido verde azulado lleno de brillantes joyas del tamaño de una nuez, era mucho más sencillo que el de su madre, con algo de encaje en los brazos y una cinta plateada en la cintura. Pero no fue el vestido lo que llamó la atención del joven mandatario, sino el hecho de que la princesa parecía tener una belleza bastante moderada, en contraste con lo que él había estado esperando. Y es que él conocía a la perfección las intenciones de la mandataria.

El principe Kaito había cumplido exactamente quince años cuando la primera propuesta de la reina llegó a sus oídos. Su padre estaba indignado.

—¿Como cree esa demente que yo arruinaría la vida de mi único hijo obligandole a casarse con esa... arpía lunar? —su padre no era bueno con los insultos, Kai lo sabía, parte de eso se debía a que era del tipo de hombre que no tenía necesidad de insultar a nadie, pero siempre que hablaban de la reina lunar él se volvía otra persona —. Es una negativa, sin lugar a dudas... envía una carta, denegando respetuosamente la alianza.

Kai recordaba ver a Torin salir de la habitación con los ojos bien abiertos, algo asustado por la actitud de su padre, y no podía culparlo, a él también le asombraba verle así. Recordaba también que después de eso su padre se acercó a él y le tomó de los hombros.

—Créeme Kai, esto es por tu bien, la gente de la luna no es confiable, ellos no nos ven más que como títeres, por eso debemos demostrarles que no estamos dispuestos a someternos, pero tampoco queremos iniciar una guerra. Solo recuerda, el dragón puede ser domado, pero si te fías mucho de él, en un descuido puede calcinar tu alma.

Cuando la princesa Selene llegó hasta él, Kai levantó la barbilla, tratando de verse más alto. Por un momento pensó haber visto un leve rubor en las mejillas de la muchacha, más fue apenas por una fracción de segundo. De seguro estaba imaginándolo.

—Su Majestad —fue lo único que ella dijo, luego hizo una reverencia, a la que Kai respondió y procedió a ubicarse junto a su madre.

Torin decidió hablar antes de que un incómodo silencio llenara el lugar —. Si nos permiten, sus majestades, les guiaremos a sus aposentos.

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Sin Cables || Selene & KaiWhere stories live. Discover now