Capítulo IV

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-La comida esta lista señorita- Mencionaba Carmelita. Agradecí y pase al comedor.

 La mesa era muy grande para una persona pero no preste atención, continúe comiendo, hasta que escuche la puerta de entrada, eran ellos supuse. Vi a Alejandra primero por sus risas sin sentido y su manera de caminar estaba ebria, espere ver a mi padre aparecer pero no fue así.

-¿Y mi padre?- Pregunte seria.

-Hola, hija bella. Tu padre no sé, tal vez con una de las prostitutas baratas que le gusta contratar-  Contesto con sorna.

-Cuida lo que dices de mi padre- Refunfuñe, no permitiría que le faltara al respeto.

-No estoy mintiendo, es lo que siempre hace- Se encogió de hombros.

-Y eso te da derecho de venir borracha a casa- No me gustaba para nada su comportamiento.

-Tuve una cena con mis amigas, y creo que se nos pasó la mano- Dijo sin mirarme.

-Por mucho se les paso- Hablé molesta.

-Como digas- Se dio la vuelta para subir las escaleras, pero tropezó y cayó arrodillada. Mierda, tendré que ayudarla. Caminé y la sostuve de la cintura para ponerla en pie. Lo que no esperaba es que me sujetara ella a mí.

-Suéltame- Exigí

-Si lo hago me caigo, llévame a mi cuarto- Pidió, poniendo puchero. No puedo resistirme. Coloque su mano en mi cuello y yo puse la mía en su cintura, para que tenga equilibrio. De esta manera pude llevarla hasta la habitación. La recosté y me tome la molestia de quitar sus tacones.

-Desnúdame- Alce mi ceja por la sorpresa.

-Necesito bañarme- Volvió a hablar. Suspire antes de acercarme, se levantó para poder bajar la cremallera de su vestido. La tome por los hombros y la deslice dejando en descubierto su cuerpo tonificado. Ese sujetador negro al igual que su tanguita daba ganas de arrancárselo con los dientes. La dirigí al baño.

-Hasta aquí te acompaño- Mencione. Intente salir, pero me agarro de la mano.

-Por favor no, y ¿si me caigo? Me lastimaría. Ayúdame- No sé si es buena actriz pero sus ojos llorosos me convencieron. Abrí la llave de la ducha para que se aclimatara el agua. Se puso frente a mí y señalo su ropa interior, era lo que faltaba para estar desnuda absolutamente. Hice uso de todo mi poder mental para no lanzarme a chupar esas tetas deliciosas que saltaron cuando saque el sujetador. Sus aureolas un poco oscuras me llamaban a que les de cariño, y esos pezones erectos me invitaban a que los mordiera sin compasión. Ahora venía mi prueba final, retirarle la braguita de encaje negro, lo baje y observe una pequeña mata de vello cobrizo adornar su pubis. Debía recordar que era la mujer de mi padre, alguien prohibido y además, es mayor por doce años. ¡Joder!. La hice entrar a la ducha, las gotas de agua comenzaron a cubrir el cuerpo de Alejandra. Demonios como quisiera ser una de esas gotas para deslizarme por sus senos hasta llegar a su centro suavemente.

-Ayúdame con mi espalda- Pidió. Tome un estropajo para restregar su espalda en la cual tenía unas cuantas pecas que parecían estrellas en la superficie, moría por besar cada una de ellas, formando constelaciones con mi lengua. Cerré mis ojos para pensar en otra cosa, pero fue inútil, todo lo que pensaba era en cuantas maneras me la podía follar. Cuando terminé de entallar su espalada se dio la vuelta, mostró una sonrisa pícara.

-¿Te gusta lo que ves, hijita?- Insinuó.

-No veo nada del otro mundo, tenemos lo mismo- Mentí. Comenzó a reír.

-Por la manera que me devoras con tu mirada, no pienso lo mismo- Respondió.

-Pues piensa lo que te dé la gana- Hice el ademán de salir, pero me sujeto del brazo.

-¿Por qué te resistes? A leguas se ve que quieres follarme- Habló a mi oído.

-Eres la mujer de mi padre. No puedo tener esos pensamientos- Titubee. Mi control se estaba disipando. Me tomo por sorpresa. cuando llevo mi mano a su vagina.

-Dime que no quieres meter tu boca en mi coño- Provocaba mientras apretaba su vagina con mi mano. Intente hablar pero no salían palabras, sentir mi mano en ese lugar; además, del agua caliente solo incitaba que mi cuerpo entrara en estado de ebullición. No aguante más y me lance a por sus labios, su espalda golpeo la pared con brusquedad no me importo que empezara a mojarme, hace tiempo que mis bragas ya lo estaban. Cómo había soñado con besar a mi madrastra. Abrió su boca y mi lengua invasiva se apodero de la suya, estaba deseosa de jugar, saborearla. Que delicia sentía. Baje por su cuello, dejando el rastro de besos apasionados, mis manos se apretaron en su trasero, redondos y firmes, que placer de mujer. Ni siquiera la había hecho mía y mi cuerpo estaba a punto de tener un orgasmo. Sé que desde el primer día me provoco, sino porque siempre que estaba en casa optaba por usar ropa tan pequeña, los roces de sus manos en mi cuerpo accidentalmente según ella, me ha excitado todo este tiempo y por fin me estaba desahogando. Apreté más fuerte sus nalgas y mi boca se dirigió a un seno, lo tome y empecé a succionarlo, sus gemidos se mezclaban con la lluvia artificial lo que apaciguaba el sonido mágico, pero toda la magia se esfumo cuando escuche a mi padre tocar la puerta. Dios es tan grande que permitió que haya recordado poner seguro. Mire con pavor a mi madrastra. ¡Mi padre estaba tras el baño!

-¿Qué hacemos?- Susurre nerviosa.



MI MADRASTRA NO ME VE COMO SU HIJA. (+18)Where stories live. Discover now