Los piratas

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David se quedó paralizado. Ya no tenía escalera para bajar al bote y si saltaba al agua no tendría ni idea de hacia dónde nadar para volver a la orilla. Se alejó dando pasos hacia atrás, mirando al hombre que acababa de recoger la escalera, pero en uno de los pasos, tropezó con un cabo y cayó de culo al suelo. Al levantarse, se dio la vuelta dispuesto a correr para esconderse en algún rincón del barco, pero se quedó más desconcertado aún al chocar contra el pecho de un hombre.

"Tranquilo, chico", dijo éste.

David se quedó perplejo al ver el rostro de la persona; era el hombre que había ido esa misma mañana a la carnicería. No sabía qué hacer, de hecho, se le había olvidado hasta de respirar. Dio la vuelta lo más rápido que pudo y echó a correr hacia la proa del barco, esquivó al mismo pirata de la escalera, que cada vez parecía más bajo, pero tuvo que frenar de repente; parecía que toda la tripulación había salido a cubierta. David se vió acorralado. 

Su corazón iba a estallar, se daba por muerto. Todos los piratas tenían armas, pero él no tenía absolutamente nada. De todas formas, no iba a pasar los últimos momentos de su vida quieto, esperando a que lo matasen. Se dispuso a pelear, alzó los brazos para ponerse en guardia y lanzó un puñetazo al pirata más cercano. David miraba hacia todos lados y no tenía tiempo de fijarse en la expresión de los piratas cuando eran golpeados. Al darle una patada a un pirata alto, otro lo cogió por atrás. Por más que se resistía, muchos piratas lo estaban ayudando y lo llevaban en peso hacia las bodegas. Entre movimientos bruscos y confusión, se encontró encerrado en una de las tres celdas que tenía el barco.

Los piratas se fueron murmurando entre ellos y nuestro personaje, confuso, no sabía qué decir ni qué pensar.


Estaba oscuro y se escuchaban las voces de los piratas a lo lejos. Tras meditar un largo tiempo, David tenía un plan de escape. Siempre llevaba encima un pequeño afilador de cuchillos por si acaso, aunque no llevaba ningún cuchillo. Pensaba limar el cerrojo, aunque le llevaría bastante tiempo, pero con paciencia lo conseguiría. Una vez libre, pensaba salir corriendo hacia afuera, coger un cuchillo que podía ver afuera de la celda, clavado en la madera, y abrirse paso a golpes de puño y cuchillo hasta el bote más cercano que viera. Se dispuso a empezar a limar, pero de repente, se abrió la puerta de los calabozos.

David escondió el afilador y el hombre que había visto en la carnicería se acercó a la celda.
"A ver, chico, más vale que te expliques pronto, porque la mitad de mi tripulación quiere atravesarte ahora mismo."

"¿Qué queréis de mí?"

"Pues conocerte, David, ¿no es obvio?"

"¿Cómo sabes mi nombre? ¿Quién eres?"

"¿Cómo que quién soy? Chaval, tú eres quien ha venido a mi barco."

"Yo estaba buscando un barco de la marina, no un barco pirata."

"¿Y para qué, si se puede saber, buscabas un barco de la marina?"

"Porque mi padre trabajaba con ellos."

El pirata se quedó en silencio, mirando a David fijamente. Después de unos instantes empezó a reirse cada vez más y más. David se quedó observándolo sin saber de qué se reía. El pirata lo miró de nuevo y la risa cesó poco a poco.

"Chico, ¿es que a caso no sabes quién eres?"

"Soy David Romero de Limón", dijo algo extrañado.

El pirata se dio media vuelta, se quitó el turbante y se pasó la mano por la cabeza. Se quedó mirando al suelo por un momento, se volvió de nuevo y miró a David. "Sí que eres David Romero, chico. David RO-ME-RO. Y no eres de Limón.

"¿De dónde soy entonces?"

El pirata sacó unas llaves y abrió el cerrojo de la celda. David retrocedió.

"Ven a cubierta, pero procura no volver a provocar a mis hombres si le tienes algo de aprecio a tu vida."


Una vez en cubierta, se reunieron todos los piratas con caras de pocos amigos. David volvía a temer un poco por su vida, pero sentía que si no se movía mucho y no decía nada, estaría bien.

"David" dijo el pirata que le había acompañado, poniéndose su turbante de nuevo, "Yo soy James, el capitán de este barco. Esta es mi tripulación, pero también es tu familia. Antes que yo, tu padre dirigía este barco, a estos hombres y a mí."

David no comprendió bien ésto y titubeó, "¿Mi padre era un pirata?"

Un pirata blanco de ojos oscuros alzó la voz, "¿Un pirata?".

"Romero era EL PIRATA, chaval", dijo otra persona con pelo largo recogido.

Otro hombre calvo dijo, "James, ¿por qué no sabe, este niño, quién es?"

El capitán se tocó la barba, pensativo. "Supongo que su madre no querría que fuera diciendo por ahí que era hijo de piratas."

A esto, David frunció el ceño y dio un paso adelante, "¿Cómo que piratas? ¿Mi madre?"

"Tu madre era incluso mejor que tu padre, muchacho", dijo James.

David, sin intentar si quiera asimilar lo que le estaban diciendo, empezó a mirar hacia todos lados. Después de unos segundos se dio cuenta de que ya no había niebla, pero no lograba ver la playa. Miró hacia arriba y vio que la vela mayor estaba izada.

Estaba navegando en un barco pirata, lejos de su casa, mientras se enteraba de que sus padres eran piratas. En un pequeño intento de analizar todo esto, nuestro personaje se tambaleó y acabó sin sentido con la cabeza sobre la madera de cubierta.

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⏰ Last updated: Mar 12, 2019 ⏰

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