A través del Corazón

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Me dispuse a verla a través del cristal de la ventana, a verla a través de los ojos del corazón. Y pensé que precisamente momentos como ese, de tal bella contemplación, eran los que escaseaban en mi vida.

 ¿Qué contrariedad, qué problema podría serme relevante de cara a una divinidad terrestre? ¿Qué otra cosa en el mundo podría importar fuera de su piel húmeda ensombrecida por las ramas del tilo, o del rocío acumulado en sus pestañas? 

Y sobre todo, ¡quién pudiera tenerla, es decir, poseerla verdaderamente!, y me llevé las manos a los bolsillos instintivamente al pensar esto, como si por un instante hubiese sido posible en mi imaginación llevármela conmigo. Aunque lo habría pensado dos veces; quizás prefiriera continuar viéndola bailar, correr, saltar con sus pies descalzos sobre la hierba del jardín.


¿Saben? estando cerca de ella uno siente una suave avenencia, un concilio consigo mismo, y pronto acabas por sentirte tan solo como jamás hubieras imaginado, solo escuchas el viento, los árboles, el aleteo de las aves y hasta el crispar las ramas.


Me sentía en paz con la naturaleza, como si ella misma fuera parte de ella, y vaya que lo era.


¿Qué hora es? Cielos, ¿qué hora será? Y ella sigue ahí afuera. El cuerpo erguido sobre el césped con descomunal gracia, como salida de una pintura prerrafaelista inglesa. Me quedaría la vida entera escrutando entre sus detalles, su belleza, la luminosidad de su piel, intentando descifrar su verdadera y más secreta quiddidad. ¿Y ahora qué hace? ¿Llora? Já, ¿hasta las ninfas lloran? ¿Por qué se ladea así? ¡Ha caído de rodillas al suelo!


 ¡Oh, claro! Ya estará haciéndole efecto.

Quid. "A través del corazón"Where stories live. Discover now