Extra

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100 años más tarde

— Ya es hora, su Majestad.— informó el meteorito.

La Luna, satélite que deslumbraba belleza, mientras iluminaba el cielo oscuro, sonrió. El guardia meteorito, se retiró rápidamente ante tal gesto.

Todas las estrellas fugaces ya habían renacido de sus propias cenizas, solo faltaba el canto de la Luna y podían vivir.
Ellas podían tener la habilidad de recordar sus vidas pasadas, pero la Luna no lo permitía.

Cuando la Luna cantó, todas las estrellas fugaces empezaron a vivir. La Luna hizo que todas aparecieran ante ella.

Predicó lo mismo de siempre, ni una palabra ya repetida desde siglos atrás se le escapó. Todas tuvieron la misma reacción de antes.

Después de ello, todas se retiraron. Algunas se hablaban entre sí y otras, volaban e iban conociendo poco a poco, con miedo reflejado en sus ojos, la belleza de la Vía Láctea.

La Luna notó que a quién más quería ver no estaba, Leio aún no aparecía. Una lágrima traviesa se posó en sus ojos, la furia esta vez no albergó su gélido corazón.

Comenzó a razonar que quizás nunca lo haría, ella era una reina y él un plebeyo. Y además él, tan ignorante, amaba a Shine.

Shine, la tonta y odiosa Miedosa Fugaz. Ella nunca recordaría su nombre, ni su historia con una estrella tan poderosa como él.

Algún día él moriría, ella lo sabía. Y ese día, la Luna se encargaría de que Miedosa Fugaz no viviera nunca más.

Porque Leio solo le pertenecía a ella para toda la eternidad.



Miedosa Fugaz, ¡salta! #PP2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora