III

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Cuando Temo le sugirió ir a pasear por el centro comercial nunca imagino que terminarían frente una tienda de lencería, y menos que su novio fuese tan experto en el tema, llevaba 20 minutos oyéndolo hablar y criticar las piezas del mostrador, y por supuesto a las modelos de la pantalla, aunque en si dejo de escuchar a los 10 minutos, Aristóteles se encogía en su lugar cada vez que alguien pasaba y los miraba raro, algunos podía sentir que era por sus manos agarradas y otros... Otros porque su novio parecía matraca hablando sin parar.

- Si tanto te avergüenzas de mi entonces suelta mi mano, Aristóteles Córcega – escuchó el reproche de Temo, volteo a verlo y negó rápidamente, no se atrevía a tentarle la suerte, el López podía ser cruel a veces, y Aristóteles no soportaría ni una semana sin besarlo.

- No, no, no, estoy bien, es que, nunca pensé supieras de estas cosas, es algo... ¿poco común? – respondió dudoso tanteando el terreno de si estaba bien o no el cómo había contestado. Temo solo alzo una ceja y bufo.

- Yo soy poco común, Ari, no sé si te habías dado cuenta – farfullo Cuauhtémoc soltando la mano de su novio y cruzándose de brazos.

- No te pongas así, entiende que no estoy familiarizado con estas cosas – le suplico el Córcega intentando abrazarlo, pero este solo se dio la vuelta- te prometo ponerte atención, ¿sí? – dijo suave mientras con lentitud pasaba sus brazos alrededor del menor, pegando su pecho firme a la espalda del más bajo.

- Está bien – soltó un suspiro entrecortado, el efecto que Aristóteles tiene sobre él es inexplicable, aún seguía sin creer que fuese su novio, por lo que los suspiros sobraban cada día, estuviese o no con él. Temo volvió su cuerpo a la vitrina sin despegarse del abrazo de Ari, y siguió hablando.

Aristóteles se quedó observando las piezas mientras su novio hablaba de telas y colores, pronto noto uno negro con adornos color cereza, sin darse cuenta soltó a Temo de su agarre y comenzó a caminar hacia ese lado de la vitrina, la tela se miraba cómoda, de la que le gustaba a su novio, lis adornos y combinación de colores era perfecta, era un juego casi entero, una pequeña camisa pegada al pecho de color negro y letras rojas, luego la parte baja, unas bragas negras con encaje negro mate y blanco, le decoraba unos pequeños listones color cereza y esto no era no, oh no, tenía un cachetero, negro con rojo y medias negras, tacones rojo sangre, y Dios mío, la mente de Aristóteles no tardo en ponerse a trabajar.

En su mente se desarrollaba una de las escenas más lascivas que podría llegar a ver o pensar, por su mente se pasaba la imagen de Temo usando aquellas escazas ropas, con labial rojo, dejando a la vista la lechosa piel que tiene, resaltándola con el color rojo en sí, podía imaginas los hombros de su novio descubiertos, dejando a la vista los lunares regados por su piel, las piernas cruzadas dejando a penas a la vista el problema entre las piernas de este, cual era solo cubierto por la delgada tela negra. Aristóteles dio un gimoteo involuntario ganándose un zape de parte de su novio.

- Ouch, ¿Qué te pasa? – pregunto viéndolo mientras se sobaba la cabeza, claro que su actitud cambio al ver la cara en el más pequeño.

- Te le quedaste viendo muy ido, y, te escuche gemir, así que más vale que tengas una buena explicación Aristóteles Córcega o tendrás que mover cielo y tierra para que te perdone – le amenazo enfadado.

- Podría, pero te tienes que acercar – le respondió simple, intentando no mostrar los nervios que tenía por el enojo repentino de Temo, el cual dudoso y desconfiado se acercó hasta él, Aris se inclinó hasta su oído – me imagine lo bien que te verías chupando mi polla con un labial rojo, de rodillas, mientras usas eso, y luego como te lo quitaría y te haría gemir hasta que Oaxaca entero se entere de mi nombre – le susurró ronco, articulando cada palabra despacio, causándole escalofríos a Temo, quien se sobresaltó con la mordida que Aristóteles le dio en la oreja y lo aparto dándole un empujón, sintiendo sus mejillas arden.

- Compórtate, aún estamos en un lugar público – le regaño sintiendo sus mejillas arder, y antes de que Ari dijera algo el celular de Temo sonó, y pronto estaban de regreso a la casa del menor luego de ser regañados por Pancho ya que no le habían avisado que iban a salir.

Así, Ari se quedó con la calentura, y Temo con una idea malévola en mente, aunque la tensión que ambos irradiaban al llegar a casa era algo de notar, y ya no solo por ellos, Pancho, Axel y Susana lo notaron, pero sorprendentemente no dijeron nada, no aún.

TENSIÓN SEXUAL《aristemo》Where stories live. Discover now