Nyctibius Griseus

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La causa

La palabra perdida, aquella que no debía ser mencionada, fue encontrada por unos hombres y unas mujeres, hace mucho tiempo. ¿Qué debían hacer? ¿Olvidarla?, ¿abandonarla? Así que encontrarla no fue suficiente y decidieron nombrarla, con fuerza y en alto; al hacerlo desencadenaron la ira del creador, que los condenó al exilio en el monte, lejos del resto de su creación. La palabra perdida les concedió un plumaje como el del Nyctibius Griseus, para que se hicieran uno con el monte y poder sobrevivir a la ira de aquel que nunca quiso que la encontraran ni la pronunciaran, con la promesa de protegerla del olvido y regalarla a la creación.


El poderoso

Manejar los hilos de la creación ha sido su único fin y en nombre de la bondad y el amor paternal, escondió la libertad "para que ningún hombre y ninguna mujer pudieran hacerse daño", esas fueron las palabras con las que condenó a la libertad al olvido, despojando a los hombres y mujeres de ésta.

Es el hacedor de la ceguera de los hombres y las mujeres, con las que les convierte en pájaros picozapato, para cazar a los hombres y mujeres libres, quienes fueron dotados de los dones de los Nyctibius Griseus. Su secreto, tan básico y ruín, es el temor a la palabra perdida, que sea conocida y recordada por cada ser vivo, hasta que se rompa cada hilo de su dominación.Teme más de lo que odia a El Viiejo y a sus Nyctibius, quienes han merecido la más cruel persecución por ser libres y querer lo mismo para todos sus hermanos y hermanas.


Picozapatos: Caínes

Son hombres y mujeres obedientes que, con sus ojos ciegos, tragan a sus hermanos y hermanas libres. Han sido el terror de la montaña y sus caminos, la mano derecha del poderoso. A pesar de ser ciegos/as, sienten la calidez de los Nyctibius, y la rastrean para devorarlos. No preguntan, no cuestionan y no conocen la libertad, son obedientes a quien les da de comer en la mano.

 No preguntan, no cuestionan y no conocen la libertad, son obedientes a quien les da de comer en la mano

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El Monte

Conocido como El Viejo, es hostil y lleno de filos, musgoso y húmedo, abandonado desde los tiempos de apostasía, donde el creador fue cuestionado por embolatar la libertad, aquella que su creación olvidó. Él la talló en sus maderas para no olvidarla, a pesar y al pasar del tiempo. Es una montaña bañada por aguas claras y vientos fríos; un aparente imposible, insoportable a la levedad y fragilidad de la fortaleza humana, por sus suelos húmedos, irregulares, sus enormes alturas y picos, donde posarse no es posible y mucho menos descansar. Los secretos guardados en sus tronchos, rugen en todos sus rincones, aunque a veces sólo silbaban junto con el viento.


Nyctibius griseus del monte

Los halladores de la palabra perdida, la misma que les hizo hombres y mujeres tan libres como aborrecidas por el poderoso. Son habitantes de la montaña, y al igual que los Nyctibius Griseus, o pájaros bien parados, pueden despojarse de su cuerpo y transformarse en parte de ella. Son fuertes como las ceibas y en sus cuerpos, como en las trenzas de las negras palenqueras, llevan marcados los caminos más seguros del monte; por eso, no pueden dejarse tragar de los picozapatos, porque así, estos conocerán los caminos para tragarse a todos los hombres y mujeres de la montaña hasta ser olvidados y olvidadas, junto con la palabra perdida.

 Son fuertes como las ceibas y en sus cuerpos, como en las trenzas de las negras palenqueras, llevan marcados los caminos más seguros del monte; por eso, no pueden dejarse tragar de los picozapatos, porque así, estos conocerán los caminos para tra...

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Las trincheras

Cuando los hombres y mujeres Nyctibius fueron expulsadas, el Monte los recibió en sus suelo y abrió cada uno de sus tronchos para ellos. Tenía tallada la palabra perdida. Era una batalla cotidiana no olvidarla y, hasta ese día, era una batalla de uno en la soledad, y ella no favorece a la memoria. La llegada de los hombres y mujeres, era el inicio de una fuerza ancestral y libre buscando sobrevivir al olvido y a la furia del poderoso que castigaría, hasta el final de los tiempos, su desobediencia.

Fue así que el monte y los nyctibius se hicieron uno, y los hombres y mujeres tallaron laberintos que sólo ellos y el viejo conocían con exactitud, laberintos que llamaron trincheras, aquellas que los protegían de los ataques del poderoso y sus picozapatos.


El crudo avistamiento

Estando en la montaña, frente a los ojos del viejo, un puñado de hombres y mujeres libres, fueron devorados por sus hermanos y hermanas picozapatos. Los arrebataron del suelo con sus grandes picos y lanzaron sus cuerpos al aire una y otra vez y, a cada caída sobre sus picos, arrancaban una parte de sus cuerpos, buscando borrar de la faz de la tierra todo indicio de sus vidas, de su desobediencia y de la palabra perdida; tragando cada camino de la montaña, tatuado en el cuerpo de los Nyctibius. A pesar de la parálisis que producía la crudeza de cada desgarro, el viejo pudo oler el miedo que salía de las plumas de cada picozapato.

La misión

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La misión

Después del crudo avistamiento, de la pérdida de sus hermanos y hermanas libres por cuenta de los picos de sus otros y otras hermanas ciegas, los picozapato, El Viejo supo entonces que no bastaba con estar a salvo y saberse libres desde las trincheras, había que regar hasta los confines del mundo cada letra de la palabra perdida, pues sólo así el poderoso dejaría de serlo, y nunca más un hombre o una mujer caerían por cuenta de la ceguera de sus hermanos y hermanas.

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⏰ Última atualização: Feb 27, 2019 ⏰

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