Libertad

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Ahí iba yo, finalmente era libre. Acababa de cumplir mi mayoría de edad y finalmente me iría de casa de mis padres. ¡Estaba tan feliz y emocionado! ¡Finalmente tendría mi propio departamento! ¡Sin que nadie me moleste! Qué ilusión.

Mi perro Kai iba sentado y sin moverse en el asiento trasero, moviendo su cola de un lado para otro, lo sabía por que le veía a través del espejo retrovisor. -ya pronto llegamos chico- dije al volver la mirada hacia la carretera -sé que tienes hambre compa, tranquilo que te espera un buen plato de comida- completé mientras giraba a ver el bonito paisaje lleno de libertad que tenía a mi derecha.
Minutos después, el gps indicó que el camino había finalizado. Me bajé del coche de un salto y seguidamente fuí a por mi perro y a por mi mochila de mano, no iba a desempacar todo ahora, simplemente bajaría las cosas esenciales para mañana continuar con la mudanza. Abrí la puerta del portal y subí corriendo las escaleras hasta llegar a mi departamento, el cual se situaba en el piso número 1 la puerta E. Al abrir la puerta pude ver un pequeño pasillo que llevaba a un gran espacio el cual se suponía que era él salón, aún sin nada. De inmediato me lanzé riendo al suelo de aquel espacio como si de un castillo infalible se tratara. A mi derecha, había una puertecita que llevaba a una habitación la cual era la cocina, está tenía un espacio en la pared que llevaba al salón, como una especie de mini bar. Un poco más adelante, había otro pasillo que llevaba a las habitaciones. Corrí hacia mi habitación, la cual tenía una ventana con unas vistas de la ciudad hermosas.

En ese momento si me decías que era la persona más feliz del mundo, me lo creía

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En ese momento si me decías que era la persona más feliz del mundo, me lo creía.
Aunque la felicidad no duró mucho, ya que Kai estaba hambriento, y al buscar sus croquetas no estaban en ningún sitio. Miré en mi mochila, miré en el coche pero nada, la comida para perros no estaba. Llamé a mi madre para asegurarme de que no me la hubiera dejado en su casa -¿Zack?- preguntó la voz dulce de mi madre -¿Qué pasa amor?- me dejé caer al suelo mientras preguntaba -¡Hola ma! uhhh... ¿No me habré dejado por casualidad la comida del perro ahí?- pregunté mientras miraba el valcón desde la pared en la cual estaba recargado -¿no te acuerdas que se acabó? ¿Es que no has ido a comprar?- en aquel momento recordé que efectivamente ¡si seré olvidadizo! ¡Claro que se acabó! -tienes razón ¡¡Iré a comprarla volando!!-
Respondí apenado por haberme olvidado la comida del pobre animal -bueno, no pasa nada Zacky. ¿Todo bien?- Preguntó como queriendo extender la conversación con su hijo -¡oh genial! Mañana comenzaré a desempacar todo jeje... a ver como me va, si aparezco con la espalda rota, ya sabes el por qué- bromeé -jaja, espero que no, ¡venga Zacky! ¡échale un par de cojones! ¡Aunque no tengas!- bromeó también. Esa broma tan inocente me hizo sonreír, no son como las típicas burlas de mis ex compañeros de estudios relacionados con el hecho de que carezco de pene. Sino como tomándose con humor y buen rollo uno de mis grandes defectos, y además mi madre. -jaja, ¡claro que si! ¡Le hecharé un par de cojones imaginarios ;)!- tras aquella respuesta, escuché al otro lado del télefono una risa ligera de mi madre -me alegro... bueno, te dejo, debo seguir con el trabajo, suerte con la comida de Kai- se despidió mi madre -hasta luego ma- respondí finalizando la conversación.

Seguramente salí del departamento rumbo al centro comercial con el dinero en mano dispuesto a comprar la comida de Kai y de paso un par de cosillas más. Cogí el coche, puse el gps, y arranqué. Ya en la puerta del centro comercial entré, suspirando debido a que el trabajazo que costó estacionar en aquel aparcamiento no era normal. Una vez dentro, me subí al ascensor, era un ascensor normal y corriente, no llamaba mucho la atención. Por dentro podías ver los botones que indicaban la cantidad de plantas que tiene este centro comercial, yo debía ir al supermercado, así que pulsé la planta del supermercado y esperé. El ascensor comenzó a descender, supuse que sería alguien que habría llamado al ascensor desde una planta inferior, y efectivamente. De pronto, el ascensor se detuvo en la planta -1 y una figura masculina entró, tenía una capucha y no se le reconocía el rostro, por la forma de su cuerpo, altura y forma de vestir, me imaginé que era un chico más o menos de mi edad, pero no le dí importancia al asunto, y las puertas del ascensor se cerraron. No pasaron más de 5 Segundos para que aquel chico sacara una pistola y se deshiciera de la cámara. Yo me asusté por el ruido de la pistola, pero cuando giré hacia él, ya se había desencapuchado y me estaba apuntando.

Pude ver su rostro, sus ojos (o bueno su ojo, ya que el otro se lo tapaba el pelo duh) parecía desesperado, como si viniera de llorar como nunca antes lo hubiera hecho, la mano le temblaba y solo podía gritar -¡AYÚDAME PORFAVOR!- mientras, el asce...

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Pude ver su rostro, sus ojos (o bueno su ojo, ya que el otro se lo tapaba el pelo duh) parecía desesperado, como si viniera de llorar como nunca antes lo hubiera hecho, la mano le temblaba y solo podía gritar -¡AYÚDAME PORFAVOR!- mientras, el ascensor continuaba subiendo -¡AYÚDAME Y PROMETO DEJARTE IR!- yo estaba pálido, no salía palabra alguna de mi boca, ni aunque lo intentara, era la primera vez que veía una pistola, Y ADEMÁS APUNTÁNDOME. El chico acercó aún más la pistola a mi, de modo que hacía contacto con mi frente -rapido... no tengo mucho tiempo...- suplicó. Yo como persona a la cual su vida se estaba poniendo en juego, estaba dispuesto a hacer lo que me pidiera. -¿q...qué quieres q...que haga...?- apenas salía una voz apagada y tartamudeante de mi boca, pero por suerte me entendió. -tras salir del ascensor, en 30 minutos, es decir a las 6:00pm nos vemos en el aparcamiento, como faltes pienso encontrarte cabrón- me dijo con una mirada muy seria, yo accedí -está bien- el esfuerzo que hize para pronunciar esas palabras sin tartamudear ya era mucho, seguidamente después de eso llegué a mi planta, salí de ahí con normalidad. Segundos después respiré fuertemente ¿qué demonios quería? ¿Por qué me necesitaba? ¿Iba a morir? Me moría de miedo en aquel momento, a tal punto que se me olvidó por completo la comida de mi Kai. No pude hacer nada más que esperar, pensando y alucinándome con qué podría pasar. Quedaban quince minutos para la hora en la que habíamos quedado, así que me dispuse a bajar al aparcamiento. Al llegar ahí esperé, a que alguien me diera una señal, o a que ocurriera algo.

Tras unos minutos de esperar, sentí como algo tocaba mi nuca -Soy yo, tienes mi pistola literalmente en tu nuca, si realmente quieres vivir, hazme caso en TODO lo que te pida- resaltó ese "TODO" con una voz alta y firme -está bien- dije nervioso, pero al menos sin tartamudear. Sentí como guardó la pistola y avanzaba -sígueme- dijo muy firmemente, yo obedecí ¿que podía hacer? Llegamos a lo que parecía ser su coche -sube- dijo tras abrirme la puerta trasera. Yo obedecí. Él se subió al asiento del conductor y arrancó el coche. Poco a poco pude ver como nos alejábamos del centro comercial.

Minutos después de silencio me armé de valor (o le heché un par de cojones imaginarios jeje) para preguntarle -¿y para qué me necesitas?- durante 10 u 11 Segundos no hubo respuesta pero finalmente escuché -necesito a alguien para reparar un error mío- yo me quedé pensando, y la verdad me sentí aliviado, no parecía un violador ni mucho menos (que si lo era, se iba a llevar una gran sorpresita al descubrir lo que había bajo mis pantalones) en ese momento me llenaba de dudas ¿por qué iba a usarme a mi? ¿Un completo desconocido? ¿No podría haber acudido a un familiar o amigo de confianza? NOOOO tenía que ir a un PUTO centro comercial, a amenazar a un PUTO desconocido con una PUTA pistola, dándole un PUTO infarto. -¿hmm.... reparar el qué...?- No hubo tiempo a una pequeña pausa silenciosa antes de que dijera -llegamos- se bajó del coche mientras yo miraba a las afueras, estábamos en una llanura bastante extensa, con una casa en medio de aquel paisaje. El chico dió dos porrazos a mi ventanilla -ni creas que te abriré la puerta como princesa, vamos- en ese momento salí del coche y le seguí, se dirigía a aquella casa. Al detenernos en la entrada se quedó un tiempo buscando las llaves, y cuando las encontró abrió la puerta. Fué la primera vez que ví un cuerpo sin vida.

Fifty saturdaysWhere stories live. Discover now