Una chica común y corriente llamada ______ es transportada misteriosamente al mundo de su programa favorito: ¡Miraculous Ladybug! Ella entrará en hype, gritará de alegría y mucho más, también se convertirá en amiga de los personajes. Se pone un poco...
Encendí el televisor de la sala. Quería ver si en este mundo pasaban algo similar a Miraculous Ladybug, como el PV. Surfeando por los canales, me topé con una entrevista a Jagged Stone, recién estaba empezando.
—¡No puede ser!— Exclamé sorprendida. No me interesaba la entrevista, pero si en dónde se estaba llevando a cabo. —¿Ese no es el hotel del papá de Chloe?—Cuestioné. —¿Qué estoy diciendo? Claro que lo es— rodé los ojos.
Me paré del sofá, arreglé mi cabello y salí para poder encontrarme con el maestro Fu. Ya pasó más de una semana desde que lo vi, así que tal vez ya tenga la respuesta que necesito.
Al llegar al hotel, logré burlar al guardia de la entrada, fingiendo que era la encargada de cuidar a Fang, el cocodrilo de Jagged, mientras él estaba siendo entrevistado. El guardia, muy idiota por cierto, me dejó pasar sin más.
(Que fácil jejeje) sonreí. Busqué en cada piso. El ascensor se detuvo en el cuarto piso y recorrí los pasillos. (Esto es demasiado tardado, espero no llegar tarde y que el maestr-)
—¿______?— Preguntaron.
Frené justo delante de quien buscaba para no atropellarle. —¡Maestro Fu! Sabía que estaría aquí— me alegré.
—Oh, si. Me imagino que quieres saberlo— habló con tono misterioso.
—Si pero, no creo que este sea un buen lugar para hablar de ello. Las paredes tienen oídos— susurré lo último recorriendo con mi mirada el pasillo.
—Tienes razón. Acompáñame, Wayzz se alegrará de verte, realmente le agradas— me vio mientras comenzábamos a caminar.
—¿En serio? ¡Que lindo! Él también me agrada mucho— sonreí con los ojos cerrados.
...
Llegamos a su hogar o clínica, como quieran llamarle, y entramos.
—Wayzz, traje una invitada— anunció el maestro.
—______, que alegría verte— Wayzz voló hacia mí y se puso frente a mis ojos.
Extendí mis manos al frente para que el kwami se posara en mis palmas.
