Capítulo 2

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Se que están Vivos

Bella se salto el almuerzo. Sandra la encontró dormida y no quiso despertarla, había tenido un viaje agotador. Bella no se lo recriminó. Al despertar estaba tan confundida y desorientada que apenas se percató de que casi faltaba poco para la hora de la cena. Al mirar por la ventana, aprecio como el sol se escondía. Entonces, oyó un barullo en el piso inferior y tras asegurarse de que estaba presentable, bajo a ver qué sucedía.

En la entrada principal se encontraba el Sra. Ronald con las manos en las caderas y detrás de ella estaba Sandra, que fruncía el ceño con fastidio.

-¿Que ocurre aquí?-Pregunto llamando la atención.

-¡Oh! Señorita Coleman, disculpe las molestias. No hay nada de qué preocuparse, el caballero ya se iba.

Fue entonces cuando Bella se percató de la presencia del joven en la puerta. Tenía un traje impecable y aferraba entre sus manos un sombrero de copa al que estrujaba furiosos.

-No me iré-espeto el joven. Bella tenía que admitirlo, era de buena apariencia-discúlpeme señorita. Soy Charles Gordon y vengo a ver a la señorita Susan. No me marcharé de aquí hasta que pueda verla.

-Y ya le hemos dicho que la señorita no quiere verle-contesto el ama de llaves con el rostro colorado.

-Caballero, por favor, es muy tarde para visitas-Se interpuso Bella, con voz dulce y apaciguadora- Mí amiga no se ha sentido bien estos últimos días, usted tendrá que tener paciencia. A pasado por mucho, por favor, no la atosigue más. Cuando esté lista, ella lo recibirá.

Al tal Charles no le gusto ni un poco que le negaron otra vez ver a su, según él, futura prometida. Pero no tuvo otra opción que aceptar, y con una pequeña inclinación apresurada, se recolocó el maltrecho sombrero y se marcho a la calle. El ama de llaves cerró la puerta con un bufido sonoro.

-Sera hombre-farfullo-¡Es insoportable! No ha dejado a la señorita Susan en paz desde que la conoció en aquel ridículo baile hace tres meses.

-Susan suele dejar esas impresiones-sonrió divertida. Ella mejor que nadie conocía el efecto que su amiga tenía en los hombres. Los tenía comiendo de la mano, pero Susan no. Ella rechazaba a todos. Una vez le pregunto por qué no de casaba con alguno de ellos, y ella le respondió que aún no había encontrado al indicado.

-Señorita ¿Cenará junto a la señorita Susan?-Pregunto Sandra.

-Sí, lo haré. Ahora subiré.

En la cena Susan se mantuvo en silencio, con los ojos perdidos. Comía sin mirar, como si sólo fuera una acción monótona. Bella no se atrevió a romper el silencio que reinaba. Tenía muchas preguntas rondando en su cabeza, pero le faltaba valor para decirlas.

-Susan-hablo poniéndose de pie, su amiga despertó de su trance y la miro-e terminado, me retiro.

Con una sonrisa se despidió y camino hacia la puerta.

-Espera-la detuvo Susan-antes quiero hablar contigo. Quiero... contarte algo. Un secreto que guardaba con mis hermanos.

Eso a Bella le interesó, así que decidió volver a sentarse. Susan se apretó la falda y tartamudeo un poco al principio.

-No sé cómo explicarlo...creerás que es una locura-comenzó-pero te aseguro que es real. Muy real. No estoy loca, como cree Clarisa.

Bella se sonrojo, avergonzada.

-Lo siento por eso...-Susan le descarto importancia con un gesto.

-Escucha Bella, creo... No, estoy segura, de que mis hermanos están con vida.

Bella la miró preocupada. Lo que Su decía era imposible. Ambas habían asistido al funeral. Ella misma fue una de las encargadas de verificar los cuerpos, pues no podía aceptar que Susan tuviera que pasar por semejante horror. Los tres hermanos habían muerto en el accidente, no había más que decir.

-Susan...

-Sé lo que dirás-la interrumpió-pero antes de que saques conclusiones debes oír toda la historia.

-¿Toda la historia?-repitió confundida-¿Qué historia?

Susan sonrió con nostalgia y procedió a contarle la historia más fantástica que jamás había oído. Y hubiera hecho oídos sordos si Susan, la mujer más madura y realista que conocía, no la hubiera narrado con tanta pasión y seguridad, como si ese mundo del que hablaba fuera real. Además, algunos detalles que le contaba coincidían con aquel cuento que su tía le contaba. A cada palabra que salía de los labios de su amiga, Bella no podía evitar creer.

El regreso de la ReinaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt