El comienzo

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Ben, dieciséis años.

Hoy es un día normal. La luz de la mañana entra a raudales a través de las cortinas de su pequeño cuarto iluminándole completamente. También ha sido una noche normal: apenas había podido dormir. La oscuridad que le hablaba por las noches ha estado presente, tiñendo sus más profundos pensamientos, susurrándole palabras oscuras. Y Ben tiene miedo de ellas porque sabe que algo no anda bien en él.

Se incorpora, dejando que la luz de la ventana bañe solamente un perfil de su cara. Sí, todo sigue completamente normal. Él sigue siendo demasiado grande para la cama que le ha asignado su tío, su sable de luz está en la mesa junto con su juego de caligrafía y la poca ropa que tiene está en la silla. Se mira en el pequeño espejo de la pared y ve que sus ojeras siguen en el mismo lugar de siempre.

Ha ocurrido algo normal para él, durante la noche las sombras y fantasmas que comienzan a poblar su cabeza le impiden dormir y por las mañanas él teme que aún sigan ahí. Que alguien haya venido a buscarle.

- ¡Ben! ¡Vamos, que comenzarán las clases en seguida!

Se escucha a su tío al otro lado de la puerta. Inmediatamente se olvida de aquellos pensamientos ante la urgencia de no llegar tarde, se pone una de sus túnicas y sale fuera, cerrando la puerta de su habitación y los recuerdos de aquella oscuridad olvidados en un rincón de su mente.

Todo el mundo anda por los pasillos de la academia en dirección al comedor. Como de costumbre, él lo hace solo. Y como de costumbre, él se sienta en la misma mesa de siempre sin nadie que le haga compañía. Ben tampoco echa de menos a nadie. Puede que sea un Skywalker y el sobrino de su famoso tío pero eso no impide que tenga reputación entre sus compañeros de ser un bicho raro. Y tampoco le molesta a Ben, sabe que en el fondo tienen razón. Él lo había demostrado en clases, tener un poder mucho más grande que los demás en el dominio de la fuerza. Y en lugar de crear admiración entre los demás, se había encontrado con miedo y rechazo.

Alguien apoya una mano en su hombro. Él se gira y se encuentra con su tío.

- Ben, necesito que vengas a mi despacho en cuanto termines - le dice con una sonrisa.

Su tío era el famoso Luke Skywalker. Era perfecto, inteligente y todo el mundo le admiraba. Y tal vez, por ser también un Skywalker, Ben debería de haber heredado esas virtudes. La gente al conocerle, las buscaba en él. Era lógico. Si llevas el apellido Skywalker llevas también aptitudes para ser un héroe. Pero Ben no las tiene. Y en cuanto se dan cuenta de ello, le apartan a un lado, mirándole con ojos decepcionados y rencorosos. Ben conoce también todo esto y además sabe que su tío está al corriente. Por mucho que se muestre amigable y protector con él, sabe que Ben tiene un problema. Bajo aquella capa falsa amistosa y alegre hacia su sobrino, está el verdadero Luke que siente desaprobación hacia él. Ben lo sabe. Porque él nunca consigue ser lo que esperan de él. Nunca da la talla.

Todos estos lúgubres pensamientos surcan su mente. Pero él asiente ante Luke.

Poco después, termina su desayuno y se dirige al despacho.

- Hola Ben - le saluda su tío cuando aparece por la puerta -. Esta es Rey.

Una niña de no más de cinco años está sentada de espaldas a él en una de las sillas. Ella se gira y se le queda mirando. Tiene unos grandes ojos marrones expresivos, que le miran con un brillo inteligente. Su pelo se encuentra recogido en tres pequeños moños a los que se les escapan algunos mechones cortos de pelo que caen desordenadamente sobre su frente o alrededor de sus orejas. Su cara, algo morena, está surcada por numerosas pecas distribuidas bajo sus ojos y por encima de su pequeña nariz. Sus brazos son demasiado delgados, y se aferran al respaldo de la silla mientras le mira. Ben también se da cuenta de que viste ropa muy sucia y que además tiene manchas de polvo y barro por todo su pequeño cuerpo.

When you look me in the eyesWhere stories live. Discover now