Capítulo 5: La Mansión de junto

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El ruido que causaban era molesto, no había podido dormir desde la madrugada, ya que había iniciado a desmontar las últimas cosas que se llevarían a la nueva mansión y a pesar de ya ser las 7 de la mañana no podía pegar más el ojo. Se levantó con un terrible mal humor; después de que sus sirvientes le llevarán agua caliente a su habitación pudo relajarse un poco, aunque pronto tuvo que volver a la agitada mudanza.

El viaje se le hizo más largo de lo que esperaba, lo único que deseaba es que todo acabará, no quería pasar más tiempo en el carruaje viendo como su padre y su madrastra se daban muestras de cariño. Prefirió tomar una siesta y apegando su cabeza al ventanal cerró los ojos, pronto sintió su cuerpo más liviano y a su mente viajando.

Entonces imágenes intactas se empezaron a reproducir en su cabeza.

//— ¿Qué hace usted aquí? — la incredulidad en su tono de voz era obvio.

El rubio la miró algo fastidiado y le contestó de mala gana que había sido obligado por el duque a acompañar a la joven a su casa.

— Sí tan pocas ganas tiene de acompañarme solo debía decirle a su padre que no deseaba hacerlo y se hubiera ahorrado la molestia de estar aquí, conmigo — le ofendía el trato que el oji-azul le daba. Aún así no podía controlarse muy bien, el alcohol hacía bien su trabajo.

Lucas la miró y notó los gestos exagerados que hacía con las manos, era obvio que había bebido más de la cuenta.

— No conoces a mi padre — el muchacho solo se dedicó a ver por la ventana — Sí el ordena algo, esto debe ser cumplido de inmediato sin objeción alguna.

Oyó un resoplido por parte de ella, y de reojo la vio llevar la mirada al paisaje de afuera.

Sus ojos repasaron cada facción de la joven, su cabello cobrizo seguía perfectamente recogido dándole así una perfecta vista de ese bonito cuello y una perfilada clavícula, aquellos pechos que aunque no eran de un tamaño considerable, esa noche se notaban sobresalían de una forma seductora; los mechones sueltos de esa melena brillante fue guiandole hasta la cintura que sin duda era ajustada, muy dentro de sí, admitía que la joven era atractiva, se podía ver que gozaba de un aire de rebeldía un tanto hipnótico.

— No era necesario.

Al escucharla hablar se sobresaltó un poco, le dió un poco de vergüenza ser atrapado mirándola.

— ¿Disculpa? trató de disimular su nerviosismo hablando un poco grueso.

Taalia no había notado el análisis del rubio, por lo que continuó — No era necesario... — repitió esta vez dirigiendo esos ojos castaños hacía él — ... Que me amenazará — ahí mismo cayó en cuenta de lo que ella estaba diciendo — Yo no pensaba decir nada. Lo que yo ví, no es mi asunto; por lo tanto, no pensaba decir nada desde un principio.

— Bien — respondió seco, su orgullo no le permitía disculparse y en su interior se sintió apenado por su acto de hombre rudo.

— Solo deseo pedirle algo antes de llegar a la casa — el rubio no interrumpió, solo la observó en silencio — No se vuelva a acercar a mi, no vuelva a hablarme ni a mirarme, sí nuestros caminos se cruzan en algún evento o algo parecido, haga como sí yo no existiera agregó con seriedad.

Asintió, estaba más que de acuerdo con sus palabras. Era obvio que la señorita preferiría mantenerlo lejos, el trato que le había dado antes no fue el mejor. Eran un par de desconocidos que deseaban no conocerse, por lo que no haría ninguna estupidez en adelante y no se interpondría en el camino de Taalia nuevamente.

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