Parte Única

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   El atardecer se hacía presente en Star City y una rubia graduada del MIT se encontraba en su casa, con un pote de helado de chocolate en su regazo. Había sido un largo día para la rubia, el hecho de ser la nueva secretaria de Oliver Queen no era solo llevar cafés, cosa que ella ni en sueños pensaba hacer; Pero lo que más energía le gastaba era su trabajo nocturno atrapando criminales.

—¡Oh vamos Dylan!, ella es hermosa y dedicada...¿Cómo la puedes cambiar por tu trabajo?—chilló con enojo al televisor agarrando una gran cucharada de helado e ingiriendola vorazmente.

  Los toques insistentes en su puerta hicieron que la informática se sobresaltara en su asiento, logrando que un poco de helado se expandiera por sobre el sofá, haciendo que la rubia bufara irritada e inmediatamente fue a ver quien era.

— Sí es usted señor Hamilton le he dicho miles de veces. ¡No doy ese tipo de servicios! — exclamó la chica en voz alta al abrir la puerta, pero lo único que logró fue que su expresión de enojo cambiara a una totalmente avergonzada.—¿Qué haces aquí?...No es que no me agrade verte, solo que te vi apenas unas horas y me tomaste por sorpresa...

— Vine aquí a disculparme — interrumpió el vigilante antes de que su compañera comenzara a balbucear como normalmente hacía.—Traigo café —informó esto último antes de que la chica le diera paso a su hogar.

—Lo preparas tú porque yo deje bien claro que nunca te daría un café y esto cuenta como darte uno —aclaró con una mirada desafiante y brazos cruzados, que más que miedo, causó una sonrisa al castaño frente a ella al ver lo tierna que se veía su chica viernes.

— Lindo pijama. —indicó mirándola de arriba abajo con una expresión de ternura al notar su pijama de osos panda. —Quería simplemente disculparme por ponerte como mi secretaria...—expresaba mientras ponía el agua a calentar para el café. — Pero el hecho de tenerte más cerca me tranquiliza.—confesó de espaldas a la chica mientras esbozaba una sonrisa, ella por su parte se ruborizó ante su confesión.

— Y a mi me encanta estar sobre ti todo el tiempo — agregó la rubia que después de analizar sus palabras, golpeo su frente con la mano causando una gran carcajada de parte del ojiazul.

—No es necesario que aclares, en este tiempo empece a comprender tu idioma.— bromeó mientras servía el agua caliente ya pronta en las tazas con café —Ten, con cuidado que está caliente.—informó entregándole la taza y siguiéndola en dirección al sofá.

— Quizás quieras sentarte más acá...mágicamente apareció ese manchón de helado en mi sofá.— advirtió al castaño ocultando un poco de información de lo sucedido y sentándose a un costado.

— Claro "mágicamente".— comentó haciendo comillas con su mano libre.

— Tú eres el loco que golpea la puerta de la gente de esa manera.—le culpó con una leve risita recordando lo anterior. 

  Rápidamente la oscuridad había consumido todo el cielo y con ella una gran ventisca golpeando las ventanas de la casa, sobresaltando al par que se encontraba charlando animadamente sobre la misión anterior. 

— Me ayudas a cerrar esas ventanas, yo iré por las del cuarto — pidió rápidamente la rubia mientras se levantaba hacía su habitación.

   Finalmente al cerrar bien las ventanas ambos se encontraban nuevamente en el sofá y por lo visto ninguno quería despedirse a pesar de que ya era tarde y mañana sus trabajos los esperaban de brazos abiertos.

— ¿Te gustaría quedarte un rato más?— preguntó tiernamente al caballero a su lado estando más que feliz por pasar tiempo con su informática favorita.

— Todo sea por mi chica.—respondió colocando su mano en la mejilla de ella acariciándola, como tantas veces ha hecho.

  Pero ese momento fue interrumpido por un fuerte trueno seguido de un rayo y oscuridad total. El único sonido aparte del de la tormenta fue el grito de susto de la chica.

— Felicity, tranquila es solo una tormenta— intentó tranquilizar a la joven acariciando su espalda con cariño, mientras que ella se encontraba abrazada a su pecho fuertemente.

— Nunca superé el miedo a las tormentas, creo que será algo que me perseguirá por siempre.— informó sin soltar al ojiazul, se sentía protegida entre sus brazos, siempre lo estuvo.

— ¿Que te parece si juntos vamos a buscar algunas velas para iluminar un poco?— preguntó cariñosamente, ya que él más que nadie sabía lo que era sentir ese miedo ante algo y quería transmitirle a ella ese apoyo que nunca tuvo en esa isla viviendo aquel infierno.

— De acuerdo, están en el segundo cajón del mueble de la cocina— indicó con su mano libre porque la otra sujetaba con fuerza el musculoso brazo del chico, el cual tranquilo, se dirigió a donde ella le indicó y agarró las velas. Todo eso sin que ella se apartará de su lado.

  Ya con varias velas iluminando el lugar todo se veía tan relajante y tranquilo, aunque para Felicity el sentir que la tormenta se acercaba y con cada sonido proveniente de la misma su miedo a que algo pasará la sobresaltaba, pero no estaba sola, el chico que en ningún momento se aparto de su lado, estaba ahí sujetándola con fuerza haciéndole sentir que nada en el mundo podría hacerle daño.

—Cuando era pequeña había noches en las que mamá se iba a algún club y yo quedaba sola en casa —comenzó a relatar la rubia apoyada en el hombro de su acompañante, que con su brazo la rodeaba agarrándola de la cintura.– Noches largas e interminables que de vez en cuando se presentaban tormentas muy fuertes, estaba sola y lo único que podía hacer era cubrirme con las sabanas de mi cama, pero eso no hacía que el ruido parara...tenía tanto miedo, era mi padre el que venía y me ponía entre sus brazos para tranquilizarme...pero después él ya no estaba.— culminó con algunas lagrimas intentando escapar por sus ojos, pero el sentir como Oliver la aferró más a él, la reconfortó haciendo que solo le sonriera con ternura.

— Pero esta vez, no estas sola...prometo no abandonarte nunca Felicity y que las velas que nos rodean sean presentes de esta promesa, porque tu eres mi luz de vela, la cual protegeré con todo mi ser para que nunca se extinga y para que tú luz ilumine mi vida...siempre.—

  Felicity que no supo que decir ante sus palabras solo le quedo algo por hacer...lo besó tiernamente, demostranole que él también era su todo. Cada palabra que alguna vez no se dijo estaba siendo demostrada a partir de ese beso... lleno de confianza, amor y protección algo que ambos se proporcionaban sin siquiera pensarlo. 

  El besó acabo después de que sus respiraciones no daban a basto, pero eso sí..sus miradas se chocaron y explayaban un brillo que nunca antes había estado tan resplandeciente como ahora.

— ¿Podrías quedarte conmigo hoy? — inquirió nerviosamente aun sin dejar de sujetar el cuello del chico.

— Solo si me dejas abrazarte y nunca más soltarte — estableció él con las manos en la cintura de la rubia la cual apenas escuchar sus palabras lo abrazó fuertemente.

— Ten por hecho que jamás dejaré que me sueltes — agregó envuelta en los grandes brazos de él y al separarse otro beso se hizo presente.

  Ambos lo tenían claro, juntos...su luz era más fuerte y que por nada del mundo, dejarían que se extinguiera. Quien sabe, quizás algún día tendrán su propia luz de vela.

POST CRÉDITOS 

— De paso ya puedes darme tus tan famosos servicios — planteó el ojiazul con su típica cara de póker. 

— ¡Oliver! — gritó indignada su compañera con las manos en forma de jarrón en su cintura.

                                                                                                                                           ~FIN~

Un placer escribir este fragmento de amor Olicity..

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