¿Por qué no me besas?*

385 44 8
                                    

Desde que Alex había terminado la universidad durante el verano, estaba en la librería más de lo normal. Debido a eso, Miles se quedaba solo en casa durante la mayor parte del día. Él tenía muchos amigos tantos que no sabía qué hacer con ellos si era honesto, pero eso no le impedía molestar constantemente a Alex por lo solo que el castaño estaba. Pero ahora el menor estaba trabajando hasta un poco más tarde, habían recibido un nuevo envío de libros usados, y él accedió a ayudar a Tom a organizarlos y clasificarlos.

—¡Alex! ¡Tu teléfono está sonando, cariño! —Gritó Maggie desde la recepción, ella vigilaba la librería mientras los chicos estaban atrás.

—Volveré enseguida —le dijo a Tom, quien asintió cortésmente mientras comenzaba a abrir otra caja. Cuando llegó a donde estaba Maggie, esta le sonreía de forma maliciosa.

—¿Qué...? —dijo, riéndose ligeramente de su comportamiento.

—¡Es Miles, date prisa y responde antes de que cuelgue! —le entregó el teléfono. Pero, tan pronto como fue a presionar el botón de respuesta, la llamada terminó.

—Tendré que devolverle la llamada —dijo, presionando el botón para volver a marcar. Después de más o menos la mitad de un timbre, Miles respondió.

¡Aly! ¡Me diste un buen susto! ¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Me preocupas sin siquiera una llamada! —Dijo, divagando acerca de lo peligroso que es caminar a casa tan tarde.

—Estoy bien, mamá. —Alex solo podía reírse ante la preocupación de Miles y cuando miró el reloj en la pared, notó que se había tardado media hora—. Solo estoy ayudando con algunos de los nuevos libros que llegaron. No te preocupes, Mi. —Mientras Maggie actuaba como si estuviera ocupada poniendo algunos libros en los estantes, en realidad estaba escuchando muy de cerca su llamada telefónica, con una sonrisa en su rostro.

—Bueno, vuelve a casa pronto, ¿de acuerdo? Estoy muriendo de aburrimiento, he estado todo el día solo —dijo Miles, y Alex pudo escuchar el puchero a través del teléfono.

—Está bien, empieza a cenar y estaré en casa antes de que termines. Adiós. —Todavía estaba sonriendo cuando se metió el teléfono en el bolsillo.

—Muy bien, te gusta mucho tu nuevo compañero, ¿no? —Preguntó Maggie, plenamente consciente de lo que cuestionaba.

—Oh sí, él es realmente genial. Tenemos los mismos gustos musicales, ¡y también le gusta leer! Incluso me ayudó a estudiar para mi examen. Es un gran chico, de verdad. No puedo creer que lo encontré. Él organizó aquella fiesta para mí, para celebrar el fin de mi semestre, ¡invitó a todos mis amigos! Sólo por mí. Necesito hacer algo por Miles, él realmente hace muchas cosas. Prepara el desayuno, se levanta temprano para comer conmigo y otras cosas. Yo amo... erm, estar con... él. Um, sí. —Alex siente que un profundo rubor se desliza por sus mejillas y cuello cuando casi deja pasar el hecho de que Miles le puede gustar.

Maggie suelta una risita. —Bueno, estoy feliz de que te guste. Parecía un buen chico cuando entró a la librería, ¡incluso compró un libro! Dijo que no quería poner un anuncio sin contribuir.

—¿Qué libro? —La pregunta se resuelve antes de que pueda ayudarse a sí mismo, siente la repentina necesidad de ser entrometido.

—Oh, solo un libro de poesía, creo, perdóname, mi mente ya no es la mejor recordando cosas. —Ella le sonríe con dulzura, ocultándole el hecho de que Miles había estado en la tienda una semana antes, diciéndole que estaba comprando algo para Alex que esperaba que le gustara.

—Le gusta Hemingway. Su cumpleaños ya ha pasado, pero podría conseguirle un libro que no tiene en su estantería. No lo sé... —todavía estaba sonrojando, y sonriendo cual adolescente, no le había contado de su situación con Miles a nadie. Ni siquiera a su mamá o a Matt.

Guitar Strings and Bookends|Milex|TraducciónWhere stories live. Discover now