III

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Capítulo 3: 

Tablero de ajedrez


—Mantenme viva y yo te guiaré una vez que entren al reino Lumba, hacia donde está escondida tu madre —negoció.

Quise dar un paso atrás, pero me contuve. Theo resopló y la soltó.

—Por supuesto. Descuida, confiaremos en ti, y de todos modos te dejaré llevar a la princesa dentro de Lumba. —Le dedicó una sonrisa dura y falsa.

Rayna no lo miró, tenía sus ojos de diamante clavados en mí.

—Me necesitas, ladronzuela. Soy espía, sé pasadizos que nadie de los tuyos sabe. Mi vida a cambio de eso. Es justo. —Hizo un gesto con el hombro—. Me aburrí de estar en el lado enemigo, de matar por causas que no creo. No soy tu enemiga.

Miré a Theo, insegura. Parecía como si se lo estuviera pensando.

—¿Trato? —insistió, estirando su palma a través de los barrotes—. Es una mugrosa vida a cambio de salvar a la hija del rey de Atanea. La madre de la ladrona.

—¿Cómo sabremos que no nos vas a traicionar a medio camino dentro de Lumba y nos guiarás a una trampa? —le pregunté y me mantuve lo más tranquila posible.

Rayna se puso muy seria.

—Porque tampoco quiero que me atrapen a mí. —Su expresión se oscureció—. Por si no es obvio, me escapé de esos hijos de puta satánicos. Y ellos tienen algo que me pertenece.

Theo inspiró fuerte, me empujó hacia atrás y se interpuso entre nosotras.

—Además de lumbiana, ¿eres una desertora? —le espetó con asco.

—Escúchame, Jatar —le respondió con la voz afilada, y ahora sí lo miraba—. Si estoy aquí es porque no estaba de acuerdo con los ideales de esos enfermos. ¿Entendiste, muñeco? O jamás hubieran podido atraparme, soy demasiado buena para eso. Me entregué, por si no lo notaron. Y ya me cansé de explicar. Ladronzuela —volvió su mirada otra vez—, luego me dices qué deliberas. Ah —agregó cuando comenzaba a darnos la espalda—. Por supuesto, nada de torturas para sacarme información. —Noté que apretaba los dientes—. Diré lo que quiera decir a quién yo quiera. Libertad, por eso me fui de Lumba. Por cierto, Jatar, tú madre te odia un poco. —Movió sus manos enigmáticamente y se giró.

Theo soltó un siseo de furia a mi lado, y antes de que pudiese responderle a Rayna, me sacó del granero.

—No hablarás con ella hasta que yo te diga —ordenó y comenzó a caminar, llevándome firmemente de la mano.

—¿Qué harás? —Di miradas cortas a la puerta por dónde habíamos salido.

Ella le había tocado el tema de su madre, su punto sensible.

—Verificar y analizar información —se limitó a contestar.

—Quisiera preguntarle más sobre mi madre...

Theo se giró en redondo hacia mí.

—Esa mujer —apuntó hacia el granero sin correr su mirada—, es una rata extremadamente peligrosa. Los espías de Lumba son su mejor carta. Ni en puta broma te acercarás a ella, a menos que sea estrictamente necesario —zanjó marcado.

Junté las cejas. Ese desagradable tono otra vez...

—Puedes hablarme mejor, no así. —Me liberé de su agarre—. No me acercaré a ella, a menos que sea muy necesario. Lo entendí.

Princesa de sangreUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum