Mío

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-Reino de Escalavia-

"No puedes cazar un dragón ¿Acaso has perdido la cabeza? ¡Eres una princesa!"

"Ni los más experimentados guerreros han podido acercarse a él, una princesa ni siquiera llegaría a su cueva."

"Tú lugar es en este castillo, debes casarte con el príncipe Austin y aceptar tu destino."

Trenzó su largo cabello rubio, y luego se colocó la última parte de su pesada armadura, el yelmo. Tomó su espada, y la llevó a la altura de su cintura, antes de salir hacia el exterior de aquella cabaña.

Observó a su caballo, un hermoso corcel negro, y acarició suavemente su cuello y pelaje.

—Tú y yo haremos historia, Matrius.

Le demostraría a ese nefasto reino, que no por ser mujer, o princesa, ella no podía ser tan bien una guerrera. Y lo haría llevando la cabeza del dragón.

Subió sobre su caballo, y comenzó su camino hacia la cueva que albergaba al gran dragón dorado. Según contaba la leyenda, el dragón vivía allí mucho antes de que el reino se formara.

¿Entonces por qué querían cazarlo? Sencillo, el dragón había comenzado a asesinar aldeanos. Todos los meses, al menos desaparecían diez pueblerinos, y ni hablar de la cifra de guerreros y soldados caídos en la búsqueda por cazarlo.

Cazaría a ese dragón, y llevaría su cabeza, como fuera. Demostraría el verdadero poder de una mujer.

***

—Dos semanas después—

Le había llevado más tiempo del previsto, pero subir aquella alpinada montaña, había sido muy complicado.

Estando a solo unos metros de la entrada, podía escucharse la pesada respiración de aquel enorme monstruo. Respiró profundo, y empuñó su espada, acercándose con pasos lentos para entrar.

Su corazón latía con fuerza, con cada paso que daba, sentía que pronto podría explotarle el mismo dentro del pecho. Abrió sus ojos con asombro, al ver aquel imponente animal, durmiendo.

Alrededor había decenas de cadáveres de soldados, que aún conservaban su armadura, y un terrible olor a putrefacción. Tragó duró, y caminó con pasos suaves hacia él.

Levantó su espada y cuando estaba por clavarla en su cabeza, luego de subirse encima de un enorme montículo de muertos, y el dragón abrió sus ojos.

La joven princesa cayó al suelo cuando el animal bramó de rabia, lanzándola a varios metros de distancia debido al aire expulsado.

El suelo comenzó a temblar cuando el dragón se levantó, furioso por ser despertado nuevamente por uno de esos soldados molestos.

Taia dio un grito de guerra, y se acercó corriendo a él, con la espada empuñada para herirlo. Pero sólo bastó un manotazo para enviarla nuevamente a varios metros de distancia.

Estaba somnoliento, no tenía ganas de pelear con nadie, sólo de dormir. Y lo más patético de todo, es que sólo había venido un soldado ésta vez. ¿Acaso era un suicida?

Con ganas de terminar rápido con aquello, caminó hasta el solado y lo sujetó con una de sus garras, escuchándolo gritar. Un grito muy agudo.

Lo tomó entre dos de sus uñas y lo acercó a su rostro, observando sorprendido que se trataba de una hembra, una mujer. ¿Cómo se les ocurría enviar a una mujer?

La sacudió un poco, para ver si aún estaba viva, ya que no se movía. Y entonces ella le arrojó una especie de bomba de humo irritable a los ojos, que lo obligó a soltarla.

La princesa saltó desde la garra del dragón a su pecho, y sin pensarlo, clavó una flecha que tomó de su espalda, en una piedra dorada que tenía en la base del cuello.

El animal bramó de dolor, un rugido ensordecedor acompañado de movimientos bruscos, que la hicieron caer al suelo, arrastrándose lejos de él para no ser aplastada.

Lo había hecho, había derrotado al monstruoso animal.

...

❤️💕 ¡Nueva mini historia! ❤️💕 Tarde lluviosa, fría, un poco de té y las ideas fluyeron. Espero les guste ❤️💕

La princesa y el dragónWhere stories live. Discover now