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Edito para añadir la imagen*.

Lo que decía: sólo un idiota podía hacerle favores sin sentido a Ulquiorra. Sólo un idiota y Orihime.

Eso era una maldición. Tres veces. ¡Tres veces que estaba con ella en el día! ¡Por qué! ¡Incluso la tonta de Nelliel era mejor que tener que ver su maldita cara y sus malditos labios que se moría por devorar!

Por qué. Simplemente eso quería saber.

Grimmjow jamás había estado tanto tiempo con esa mujer. Solían verse un par de horas cada dos o tres semanas porque no les interesaba verse mutuamente, además de que él trabajaba y ella estudiaba. Y cuando eso ocurría era por la alineación de los planetas, o simplemente porque estaban sus amigos de por medio. Así que Grimmjow había podido mantener controlada su atracción por mucho tiempo. Pero tampoco era una persona demasiado paciente o con una gran fuerza de voluntad, entonces si comenzaba a verla más seguido ya no funcionaba.

Y estaba seguro de que verla más de una vez al día, haber dormido en la misma cama que ella y tener que soportar sus palabras tontas y simplonas -con una extraña preocupación que no debía estar ahí-, iban a acabar con el poco auto control que le quedaba.

Trabajo de medio año para evitarlo y ella venía y tiraba todo a la basura en un puto día. Aunque hasta ahora había sido por razones casuales. Pero ella seguía siendo la responsable. ¿No podía ser simplemente más atrevida, más acaparadora, más como cualquier mujer intentando llamar su atención? ¿Un poco menos Orihime Inoue?

-¿Grimmjowkjj? -enarcó una ceja cuando se interrumpió por cuenta propia, arrastrando la voz. Ella y el "kun" de los cojones. ¿En serio le costaba tanto?

-¿Qué quieres?

-Saludar -sonrió.

-Con esta ya van tres veces que nos vemos en el jodido día. ¿Realmente crees que es necesario?

La vio encogerse de hombros y dejar de sonreír.

-Lo siento, no pretendía molestarte...Él chasqueó la lengua, aunque en el fondo deseaba cerrar la puerta y azotar su cabeza contra esta. La situación lo tenía con la paciencia en números negativos, hablaba completamente en

serio cuando decía que ya no podía más.

-Ya ni puto caso tiene.

-Me iré entonces.

-No seas ridícula, entra.

-Pero...

-Soy un cabrón, un gilipollas y todo lo que quieras. Pero Ulquiorra no parece dispuesto a devolverte el favor llevándote a casa -no me sorprende nada. ¿Y a mí me dicen imbécil?-, así que entra, espera a que coma y te llevo.

Ella se ve asombrada, y pronto parece tener intención de decir algo pero la interrumpe porque, en serio, lo pone de los nervios.

-¡Venga!, entra de una buena vez. No quiero ser responsable porque luego te timen o acosen en la calle, cabeza hueca...

-S-sí...

[ I ]

Minutos más tarde Grimmjow se encontraba en la cocina y ella sentada en la sala, de espaldas a él. Cuando acabó y se sirvió, se acercó a ver lo que la chica hacía. Se quedó apoyado en la pared con un plato hondo en una mano, mirándola mientras comía. Orihime observaba su sala con curiosidad. Masticó una gran cantidad de espagueti que se llevó a la boca, viendo como se ponía de pie para curiosear al lado de la televisión, donde había un hueco que fungía como estante. Ahí guardaba películas, series de televisión y videojuegos que había estado juntando desde que tenía quince años, todos en sus respectivas cajas, también controles, pendrives y demás aparatos electrónicos y de almacenamiento.

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