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Tú, aquel que se presenta ante todos mis dulces sueños. Queriendo incluso toda mi atención en mis horas de descansó; entiende, ya persistes por horas en mi mente pensando y analizando cuan perfecto eres, cuanto añoro ser alguien de tu importancia. Alguien en quien confíes y te refugies cada vez que lo necesites ¿porqué tan ocupado siempre te encuentro?
Los pasadizos siempre atareados; llenos de tu armoniosa presencia. Tú sonrisa; quien imaginaria que muchas veces sentía el propio sol con sus cálidos reflejos inundando mi rostro, sin miramientos. Tus cabellos, siendo de una textura que se convertiría sin dudas en una de mis favoritas, tan sedoso y esponjoso.
Casi único ante mis ojos.
Desde el primer momento en que cruzamos apenas unos segundos nuestras miradas, supe desde ahí que te convertirías en alguien muy importante en mi aburrida vida, y no dejaría que esa pequeña chispa de química que nace de nuestro amor y lo crea oportuno, se vaya desvaneciendo u opacándose.
¿Si estaba perdidamente enamorada de ti? La pregunta es ¿cómo no estarlo? Con el pasar del tiempo, comencé a crear mi propio hobbie y quien lo diría que muchas de las veces me descubrirías y me brindarías una más de tus tímidas sonrisas como todo un deidad capaz de obtener el poder de controlar mi amor por ti.
¿Lo malo? No tenías poder sobre nuestro destino. No siempre estamos destinados a esa primera chispa que enciende un amor más de tu adolescencia, en algunas de las ocasiones mi amor no llegaba a ese otro corazón, latía por si solo y el otro ni se inmutaba.
¿Qué fue lo que hice para no merecerte? Quería aferrarme más a ti y sabía que estaba mal por su parte, sin embargo; permanecía intacto este sentimiento que me aturdía como no tenías idea.
Algunas veces llegue a pensar que estábamos destinados con un pequeño hilo rojo — invisible a su parecer— pero tan notorio para mí; quizás, para ambos. Aunque suene tan irreal, cada parte de un mínimo relato imaginativo, para mi; es algo que atesoro y me complementa como persona.
¿Si me dolía el que no me amarás? Sin dudarlo, ni excusando y mucho peor tartamudeando algo que es inevitable de no hacerlo.
¿Qué hice luego? Me preguntaba la mayoría, pues no podía decir que te olvidé y tampoco que me deprimía cada vez y cuando. Tenía que continuar como normalmente era mi rutina de día a día: estudiar, arreglar el problema que crecía en mis sentimientos y volver a caer rendida ante el sueño.
No sentía que tenía una probabilidad desde el comienzo de salir ilesa ante lo que se aproximaba, y era: enamorarme de ti.
Me presionaba como muchas veces el no valorarme. Odiar como tenías tus propios gustos ideales de las chicas. No toleraba ser como la descripción de chica que deseabas a tu lado.
