Un Año «Rivalshipping»

206 20 0
                                    

No aparece en Wattpad la versión original de Un Año de Sebastián Yatra así que sugiero que la busquen.

Mentiría si dijera que el miedo era verdadero, pero sería totalmente sincero en decir que me alegraba tener aquellos ojos amatistas enfrente

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mentiría si dijera que el miedo era verdadero, pero sería totalmente sincero en decir que me alegraba tener aquellos ojos amatistas enfrente.
A través del cristal, cuál animal enjaulado, no me quedaba de otra que contemplar porque mi valor se reducía a las migajas de mi plato.

Semanas buscándolo, perdiendo la esperanza en las calles que alguna vez hablaron de nosotros y que ahora el recuerdo está tan desgastado por las pisadas de miles de personas. Me duele que él no me buscara pero, ¿de qué me quejo si fui el primero en alejarme completamente?

—La cuenta por favor —digo extendiendo la mano mientras no despego mi vista de su espalda, que se ha empezado a alejar.

No he vuelto a mi departamento en días por temor. Me odio porque he pasado mucho tiempo buscándole, desde aquella primavera en que sus ojos se despidieron de mí, para que simplemente no tenga la convicción de ir tras sus pasos.

Dejando el dinero salgo de aquel café. El sol de la tarde me da a entender que debería enfrentar la realidad. El dorado del cielo me reprocha sobre esas cartas escritas bajo su luz que nunca envié. De alguna manera algo me decía que él no se movería de ese lugar, de forma egoísta creí que me esperaría, aún sabiendo que todo tiene fecha de vencimiento.

El arrebato, la pasión, las cenizas que parecían estar prendidas por el tacto aunque sin confirmar ya que nuestros ojos permanecían vendados.
No iba a ser fácil, no quería que el tiempo nos alejara de nuevo. Si bien ya no somos unos niños y actualmente todo navegaba en un mar tranquilo, la posibilidad de que los kilómetros se expandieran nuevamente era existente.
Suspiro. Mi cabeza da tantas vueltas por algo que no debería.
Soy de lo peor, cómo siempre eso no cambia, lastimo a quien tengo alrededor por mis decisiones.

Caminando en dirección contraria, directo al hotel donde me quedaba, el aire me pegó en la cara, cálido. Cerré los ojos, se sentía como su mano la última vez que lo vi.
Ya no podía seguir dándome el lujo de hospedarme así que lo mejor era tomar mis cosas y regresar a casa, quién sabe, quizá él no estaba esa noche.

Cruzo la recepción para subir las escaleras y entrar a mi habitación correspondiente. Quedándome en la puerta, mirando el interior, concientizando que al tomar aquella maleta cambiaría lo que había en mi vida.
El sudor frío me recorrió la columna, secando mi boca de sólo imaginar lo cerca que podía estar de sus ojos, de admirar qué tanto había cambiado.
¿Había hecho alguna promesa? No, la verdad no recordaba.
Aventando lo que restaba de mis cosas salí con una chamarra en el brazo. Al momento de entregar la llave a la recepcionista me di cuenta que había dejado una huella de sudor en la mesa ¿qué diablos pasaba? ¿desde cuándo yo era tan cobarde?

—Gracias —rascándome el puente de la nariz salí de ahí. Con las estrellas apenas apareciendo partí mi casa.

Definitivamente él era más visceral que yo, seguramente lo seguía siendo. Siempre pensé que cambiaría pero, al final todos terminamos cambiando, sólo que no nos damos cuenta.
Mis piernas se mueven solas y juro que mi cerebro parece desconectarse de la realidad, queriendo evadir lo que está a punto de suceder.
En menos de lo que quiero creer estoy parado enfrente del edificio, observando que las luces del apartamento que estaba desocupado brillan.

—Él está ahí... —su risa resonó en mis oídos, con nostalgia. Me duelen todos los meses que he estado lejos de su lado—. Después de tanto tiempo.

Abriendo con el sigilo más grande del mundo meto mis cosas para subir como si de un ladrón se tratara. Al llegar a mi apartamento entro, sintiéndome aún más intranquilo porque él está exactamente arriba de mí. Quiero llorar, siento como algo dentro de mí grita y se quiere salir, me suplica que suba. Como un drogadicto que recae, necesito que esos ojos vuelvan a mirarme.

Tirando la chamarra en el piso dejo de pensar, era suficiente.
Mis pasos son firmes. El miedo está en cada de mis respiros. Dicen que hasta el héroe más grande no deja de tener miedo, que sólo hay que vivir con ello.

Mi mano se acerca a la madera, y casi puedo sentir como si él estuviera justamente detrás, listo para gritarme o ignorarme, en el mejor de los casos, azotarme la puerta.
Estaba enamorado, eso era innegable, pero también estaba asustado hasta los cojones. Era una lucha por ver quien podía más, si el miedo o el cariño.

Cerrando los ojos cual niño pequeño que no quiere ver sus acciones toco lo más rápido, llevando mis manos detrás de mí.
Él amor era más fuerte al parecer.

El sonido del seguro zafandose me decía que corriera pero una vez que la puerta se abrió no tuve energía para respirar.

—Yugi... —fue lo único que pude decir, tan bajo que dudé que me hubiese escuchado.

Sin decirme nada, sus ojos hablaron por él, llenos de lágrimas, odio, cariño, tristeza. Quería escuchar su voz pero sus brazos fueron los primeros en rodear mi cuello, dejándome helado, queriendo llorar.
Lo que fuera que estaba dentro mío, llorando cuál perro lastimado había desaparecido.

—Te extrañé tanto... —sentí su aliento caliente en mi cuello. La bendición de oír su voz era etérea—. Creí que no volvería a verte.

Ahí estábamos, yo sin poder decir nada, manteniendo un poco de lo que aún existía entre nosotros. Empezando por quitarnos la venda y avivar el fuego que aún tenía esperanza.

—Nunca dejé de quererte —hablé, nuevamente con un hilo de voz resquebrajado por mi poca voluntad en los sentimientos.

Y es que sí dejas acumular tantas cosas en una caja tarde o temprano se va a desfondar, cayendo tan súbitamente que pesará cada emoción que se guardó.
Nuestro tiempo volvía a correr, y aunque tengo miedo estoy dispuesto a volver a retomar aquel contador que creíamos en cero.
¿Cuánto duraría? Eso era incierto, pero ningún pintor se rehúsa a usar sus óleos sabiendo que algún día estos se van a terminar. Somos él y yo, otra vez, sólo que ahora en el momento correcto.

Songfics «Yugioh»Where stories live. Discover now