☰FINAL; SEGUNDA PARTE!

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FINAL!
SEGUNDA PARTE

Viernes, cuatro y media de la tarde.
Willow había salido de la escuela una hora y media antes, por lo tanto tuvo tiempo de ir a casa y cambiarse de ropa. La "cita" con Cinco para ella era una ocasión muy especial, razón por la que optó por ponerse un vestido rojo, encima un saco negro y como calzado unos bonitos zapatos de charol. La pelirroja se miró con una sonrisa frente a su espejo de cuerpo completo y alisó su vestido con las manos. Su azulada mirada se detuvo en un punto del espejo, específicamente donde se podía ver claramente la carta que los hermanos de Cinco habían escrito.

Una presión se hizo presente en el pecho de la chica. Se dio la vuelta acomodándose el cabello y se cruzó de brazos. Lentamente caminó hasta su escritorio, tomó la carta entre sus manos e hizo una mueca. La leería una última vez y después la tiraría a la basura, porque le hacia mal saber que ese pedazo de papel aún estaba en su habitación.
Sacó la carta del sobre rojo y dejó el mismo a un costado. Suspiró con pesadez y no muy convencida de lo que estaba haciendo, comenzó a leer.

"Pelirroja:

¿Alguna vez que preguntantes por qué jamás quise verte en persona? ¿Por qué hice que Vanya fuera por mi? Fácil, todo fue una broma.
Creo que conoces mi vida, después de todo soy un "superheroe". Luego de todo lo que te conté puedes deducir que mi vida no es de lo más divertida, pero encontré un pasatiempo.
Fue bueno mientras duró, pero me aburriste, Willow.
Lamento si te duele, un chico como yo jamás podría estar con una chica ordinaria como tu. Espero que lo entiendas. ¡Hasta nunca, Pelirroja!

Willow apretó la carta con fuerza y el papel se dobló, casi rompiéndose. Sus manos temblaron por la ira y rompió la carta en pedazos. Tiró las partes restantes al basurero y cerró los ojos.
Lo único que necesitaba en ese momento, era olvidar aquel ya inexistente papel. Tomó aire y después de unos segundos abrió sus ojos nuevamente.
Sonrió con falsedad y de esa manera bajó hasta la sala principal, donde su madre estaba sentada en el sofá tejiendo. La mujer de rubio cabello le sonrió tiernamente.

—Te ves preciosa, hija.

—Gracias. Me tengo que ir, te veo luego—la pelirroja saludó con la mano a su madre y casi corriendo se dirigió hasta la salida. La voz de Agatha Freyer la detuvo.

—¿No vas a darme un abrazo aunque sea?—preguntó la mujer poniéndose de pie, dejando ver su lanza de cinco meses. Willow se dio la vuelta con lentitud y miró con disimulado odio a su madrastra.

—Tengo prisa—musitó la ojiazul, cada vez más impaciente.

—Solo serán unos segundos—le dijo Aghata con voz dulce. La rubia extendió sus brazos hacía su hijastra y sonrió.

Willow la miró sin saber que hacer.
Finalmente se rindió. Soltó el pomo de la puerta y caminó con desgana hasta la de ojos verdes. Los brazos de Aghata la rodearon con cariño, uno que ni su verdadera madre le había dado. Willow solo se quedó frente a ella, sin mover un músculo.

—Me tengo que ir, Agatha—murmuró la pelirroja tratando de zafarse de su madrastra. La antes mencionada la soltó despacio. Willow se alejó rápidamente.

—¡Cuídate tesoro!—exclamó la rubia lo más alto posible para que la niña la oyera.

Willow ya se encontraba saliendo de la casa, gruñendo por lo bajo insultados que había odio decir a sus amigos. Llaveó la puerta y comenzó a caminar en dirección al pequeño café, convencida de que esa sería una buena tarde.
Vio a algunas parejas, algunas eran chicos de su edad. Iban tomados de la mano, se besaban a la vista de todo el mundo. Ella rodó sus cansados ojos y puso sus manos en los bolsillos de su saco. Con un leve malhumor, llegó a su destino en menos de diez minutos.
Entró al lugar mirando hacia todos lados, no vio a Cinco.

Pelirroja ⋆ Five Hargreeves ✓Where stories live. Discover now