Día 2.

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[Day 2] :
Light and Dark | Promises.

Sin dudas, Asta era un chico brillante.

No, no se refería realmente a que era listo, o algo por ese estilo. Sino, más bien, la palabra sería deslumbrante. Hermoso.

Esos ojos verdes como bellas esmeraldas, emanaban un brillo tan fuerte que podían dejar a alguien ciego, o que un ciego recuperara la vista solo para admirar aquellas ventanas hacia su alma. No eran ni tan grandes y ni tan pequeños, encajaban a la perfección en su pequeño rostro, que no parecía sufrir ninguna imperfección. A constraste, su cabello blanco cenizo; tan desordenado, pero que a la vez era tan suave, junto a ese mechón que sobresalía del centro de su cabeza, dándole un toque sin duda adorable.

Su cuerpo tan pequeño, pero que era musculoso. Sus manos, algo rasposas de tanto hacer ejercicio y blandir una espada que prácticamente era el doble de grande que él. Su sonrisa tan grande, contagiosa y brillante. Esa nariz tan pequeñita, que daban ganas de apretarla e incluso besarla. Sus labios, finitos que no paraban de abrirse para empezar a gritar con esa voz tan molesta pero perfecta para él. Y, maldición, esa vestimenta que acostumbraba a vestir, que hacía, de algún modo, parecer su cintura tan pequeña, que anelaba tanto pasar sus manos por ahí, y explorar su bendita anatomía, y aprender mucho más sobre él...

Repite: Asta era alguien demasiado hermoso. Y, a pesar de que tenga todas las cualidades de un hombre, estaba deseoso.

Oh, se sentía tan hormonal respecto a Asta... Pero, ¡cálmate! El tema, en este caso, no es ese.

Asta era amable, lindo, inocente y gracioso, y sabía que habían personas que querían aprovecharse de ello. Lo supo desde hace mucho, que sí o sí habrá alguien que tenía malas intenciones con el albino.

—Vamos, chico. Por mi casa tengo varias Nomobatatas.

—¿¡De verdad!? ¡Pues vamos!

Aquel día ambos pequeños les encargaron a comprar unas cosas a la aldea, y obviamente ellos querían demostrar que tenían la suficiente edad para ayudar en ese tipo de cosas allí en la iglesia.

Como era de esperarse, Asta se separó de Yuno. Este, al dejar de sentir la presencia de su querido hermano a su lado, se tensó en demasiada. Miró a su alrededor, esperando encontrarlo así.

Hace apenas unos días había ocurrido ese suceso donde ambos iniciaron su rivalidad. Y claro, se ha estado esforzando durante ese tiempo para no decepcionar a Asta. Aún así le tenía miedo a ciertas cosas, y sus ojos empezaron a amenazarle a ponerse a llorar.

Corrió a varias direcciones, esperando así toparse con él, pues igual el lugar era pequeño. Por suerte, luego de unos cuantos minutos lo encontró, y había escuchado esa conversación.

"¡Asta idiota! ¡No vayas con él!"

No sabía qué hacer, y sin antes pensarlo bien corrió hacia él, tomando su mano con fuerza. Asta soltó un quejido, y volteó sorprendido. El hombre, que intentaba llevarse al ojiverde, lo miró con el ceño fruncido.

—¡D-Disculpe! Nosotros nos tenemos que ir. No p-puede ir contigo.

Y en cuanto dijo eso, empezó a correr a dirección contraria, aún agarrando a Asta de la mano. Él, se dejaba llevar, pero no podía evitar preguntar qué le ocurría, que en realidad aún no era tiempo de irse a la iglesia.

YunoAsu stuffWhere stories live. Discover now