Ryan, la tortuga emo.

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Érase una vez en un hogar, donde vivía felizmente una familia conformada por sólo un hijo y sus dos padres; vivía Ryan, la tortuga emo.

Ryan siempre estaba triste, abatido. Pasaba la mayor parte del día dentro de su caparazón pensando que la vida apestaba tanto, que nadie lo entendía; y escuchaba My Chemical Romance y Asking Alexandria todo el día y toda la noche.

Su caparazón era negro, sus extremidades también, así como su cabeza; porque su dueño dejó caer accidentalmente sobre él un pequeño recipiente con pintura negra un desafortunado día, y no se tomó la molestia de limpiar a Ryan. La vida realmente apestaba para la pequeña e infeliz tortuga emo, al menos eso era lo que él mismo decía y pensaba.

Ryan quería perforar sus orejas para simbolizar su perforado y doliente corazón pero claro, él es una tortuga, él no tiene orejas.

La vida de tortuga apesta.

Ryan la tortuga emo tenía una pequeña casa de tortuga en el patio de la casa de sus dueños, que él odiaba. El sol se filtraba mucho y se metía en su espacio y, siendo una tortuga emo, Ryan odiaba que lo alcanzaran los rayos del sol. Él odiaba la luz. Solo quería estar en la eterna penumbra en la que se encontraban su corazón y alma, como él mismo decía... y pensaba.

Había por supuesto días buenos para Ryan, los días en los que llovía: porque el clima era grandiosamente triste como él y como lo iba a ser el resto de su amarga vida de tortuga. Como el mismo decía y pensaba.

Ryan hablaba sobre puras ridiculeces.

Pero, es normal para él, porque es una tortuga emo. ¿No?

Un simple día, como cualquier otro, Ryan la tortuga emo se cansó finalmente de estar en esa cárcel que él detestaba llamar su hogar.

Necesitaba salir de ahí.

Rápido.

Ryan entonces empezó a escalar con todas sus fuerzas por encima del pequeño ladrillo que conformaba su "cárcel", como él lo llamaba, y después de más o menos pasadas unas dos horas logró salir de allí. Ryan no celebró ni nada por el estilo, por supuesto, él era una tortuga emo. Por lo tanto, decidió ocultar la euforia a causa de la libertad y permaneció indiferente.

"Necesito ser rápido si me quiero alejar de éste agujero lo antes posible, y encontrar una manera de estar solo con mi melancolía y depresión por siempre y para siempre" pensó él, y comenzó a moverse tan rápido como su naturaleza lo permitía. 

Comenzó a llover de la nada, lo que motivó a Ryan a escapar. Pero en cuanto a "motivación", de una forma emo, por supuesto.

Ryan sintió la adrenalina cuando se sintió acercar cada vez más a la cerca del patio, hacia su libertad; moviéndose a 1m/h (metro por hora).

De pronto, Ryan escuchó la puerta del patio abrirse y él se detuvo inmediatamente, sin saber qué hacer al respecto.

El padre de su dueño salió de la casa llevando un paraguas, recogió a Ryan del pasto y regresó rápidamente al interior.

—Pudiste haberte ahogado allí afuera— dijo, mientras apoyaba el paraguas contra la pared y cerraba la puerta —y no queremos que Felix se ponga triste por la pérdida de su mascota.— terminó de explicarle a la tortuga, o más bien a sí mismo, y se fue.

Ryan suspiró y se volteó para mirar las gotas de lluvia que golpeaban la puerta de cristal hacia al patio. Podía ver su "agujero" llenándose de agua. Llegó a pensar por un momento que era mejor que se ahogase.

"La vida realmente apesta" pensó Ryan por infinita vez hoy.

Ryan la tortuga emoWhere stories live. Discover now